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Playas repletas de tablas

Al menos treinta escuelas y diez mil alumnos confirman el éxito del surf en los arenales asturianos, que reciben a principiantes de la región y a turistas de todas las edades y puntos del mundo

Playas repletas de tablas

Los niños acaban sus clases, ya sea en Asturias o Madrid, y a los adultos les conceden su ansiado mes de vacaciones. Inmediatamente, las escuelas de surf empiezan a recibir innumerables llamadas y solicitudes a través de internet para iniciarse en la práctica de este deporte. Este año se han batido todos los récords. Desde junio, cuando el calor llegó para quedarse, las playas asturianas se llenaron de personas que querían aprender a coger una tabla y surcar las mejores olas. Un negocio que se ha disparado por el buen tiempo y porque el surf se ha convertido en el deporte de moda, sobre todo entre los más jóvenes. Un auténtico "boom" que ha supuesto la apertura de una gran cantidad de nuevas escuelas, pero que, según algunos profesionales con experiencia, ha propiciado que surjan quienes sólo buscan aprovechar la oportunidad económica y carecen de los conocimientos necesarios.

Una de las playas de mayor tradición surfera es la de Rodiles, en el concejo de Villaviciosa. "El número de clientes que antes, cuando empezamos a dar clases, teníamos durante todo el verano es el mismo que tenemos ahora sólo en una mañana", comenta Álvaro Fernández, responsable de una de las escuelas del arenal maliayés. Y es que el surf se ha convertido en una tendencia dentro del verano asturiano. "Es como cuando todo el mundo empezó a bajar el Sella", ejemplifica Fernández, uno de los beneficiarios del incremento de la práctica de este deporte, y que este verano ha tenido que contar hasta con cinco profesores durante el mes de agosto. "Se trabaja mejor donde hay más población, porque nosotros no tenemos tanto escaparate. Pero todo el mundo empezó desde abajo, nosotros lo hicimos hace más de veinte años en plan 'hippie'", admite. Aitor García es monitor en Rodiles desde hace siete años. Se muestra impresionado con la cantidad de alumnos de fuera de Asturias que está teniendo este año. "Ha habido muchos de León, Cataluña, País Vasco e incluso alemanes y rusos, pero los ganadores son los madrileños", afirma. Aproximadamente la mitad de los alumnos de García este verano han sido menores de edad. Precisamente, un padre madrileño observa a su hija desde la orilla. Con el agua por las rodillas, intenta proteger su cámara de fotos, con la que inmortaliza las primeras olas que sus hijas de 11 y 9 años cogen sobre una tabla de surf. "Es increíble cómo aprenden, les encanta el deporte. Y encima en Asturias, que es el sitio de vacaciones de moda en España este verano", asegura Ricardo Muñoz, taxista de la capital, mientras su hija Paula levanta los brazos orgullosa de haber cogido su enésima ola del día.

Otro de los lugares más frecuentados del Principado para coger olas es Salinas. Paulino Rodríguez, director de un campamento de surf en la localidad castrillonense, se felicita por el éxito de este verano. "Somos siete escuelas en Salinas. En nuestro caso tenemos unos 60 alumnos al día, por lo que trabajamos unas diez personas." Unas cifras que han conseguido gracias a atraer muchos clientes del interior peninsular, realizando promociones sobre todo en Madrid. "El 80% de la gente ya viene con el curso comprado. La suerte que tenemos es que Salinas, además de por su fantástica playa, es una gran opción por el dinero que cuesta estar aquí y su cercanía al aeropuerto", declara Rodríguez, que confirma que son los jóvenes quienes más siguen la moda de este deporte, aunque ha llegado a tener alumnos de más de sesenta años.

El éxito también ha llegado a la ciudad costera más grande de la región. En Gijón son seis las escuelas que trabajan gracias al "boom" de este deporte. La que coordina Diego Álvarez recibe a unos 2.200 alumnos durante el año, un 10% más que el pasado, que se apuntan a los cursos de iniciación y coordinación que ofrece. "Lo que más llama la atención es que se apuntan más mujeres que hombres, sobre todo chicas adolescentes que normalmente es a la edad que dejan de hacer deporte", afirma. Según Álvarez, la celebridad creciente de este deporte se debe a una mayor repercusión de los campeonatos de surf, pero destaca que por encima de todo está el marketing. "El surf funciona muy bien como reclamo, incluso para anuncios de televisión", indica.

El oriente asturiano es conocido por sus hermosas playas, con incontables turistas que visitan las del concejo de Llanes durante estos meses. En las que además se enseña a surfear, unas siete en el municipio, el éxito es total. Fernando Vázquez es el responsable de una de las dos escuelas que se reparten a los alumnos de la playa de San Antolín, situada a 7 kilómetros de la villa llanisca. "A este mundo antes era más difícil de acceder, era un gremio más cerrado por ser algo alternativo y además no se fabricaba material de escuela. Ahora se ha vuelto algo más asequible: mi primera tabla me la compré por 56.000 pesetas de aquella, y ahora cuestan 400 euros, que es casi lo mismo", explica este gijonés de 42 años, ligado desde pequeño a este deporte, y que hace diez abrió la primera escuela de esta playa de fama surfera. "Es cómoda, con buenas vistas y localización, e ideal para el aprendizaje básico", detalla. Unos diez niños realizan el cursillo al mediodía de uno de los últimos días de agosto. "Estamos creciendo cada vez más. Los hay que repiten, o bien los hermanos pequeños siguen los pasos de los mayores. Hemos llegado a tener hasta 25 por tanda, teniendo que incluir a más profesores durante algunos días, además de los cinco fijos con los que contamos para tener grupos masificados", relata.

El coste habitual medio entre todas las escuelas del Principado para el surfista novato es de unos 25 euros por clase. "Hay que evitar guerras entre escuelas, porque si se abarata el precio, el servicio se deteriora. Para decir que sabes surfear lo tienes que haber hecho al menos diez años; hay que tener conocimiento de las mareas, los vientos y más factores", comenta Vázquez. Y es que la aparición de competencia, en algunos casos de dudosa cualificación, genera indignación en el mundo de la tabla. Alfredo García es el encargado de la otra escuela de San Antolín. Además, comparte el punto de vista con su "compañero" de playa en este aspecto: "Todo el mundo quiere hacer negocio y no se cuida la seguridad. He llegado a ver tres escuelas en playas pequeñas, con escasa coordinación, y a los alumnos dándose 'tablazos' los unos a los otros. Lo mínimo que debería tener un profesor es el título de socorrismo. Hay alumnos a los que les das clase y aparecen a los tres años abriendo una nueva escuela. Los empresarios saben que el surf genera dinero, pero que no tienen ni idea de este deporte ", asegura. Este joven de 24 años conoce de primera mano la situación del surf español, ya que llegó a participar en dos mundiales junior. Explica que este deporte estaba muy atrasado respecto a otros países como Francia, Estados Unidos o Australia, y que desde hace cinco años España está comenzando a tener una influencia mayor. García cree que el modelo ideal debería ser el de "aprovechar el filón turístico, pero también formar una cantera de niños surferos".

En el Occidente, Tapia es uno de los concejos con las mejores playas para que pequeños y mayores practiquen surf. "Vienen familias enteras, aunque se les enseñe de maneras diferentes: la técnica a los niños la tienes que meter a través de juegos", comenta Pedro Méndez, uno de los pioneros del surf en el Principado y en España, ya que abrió su escuela en 1986. Para el director y entrenador, el atractivo de este deporte se encuentra en que es habilidoso, con el medio muy cambiante, ya que no hay una ola igual que la anterior. También apunta que es a la vez muy sacrificado, pero satisfactorio. Méndez incide en que una de las claves que no debe perder el surf es la de saber convivir con los bañistas: "Trabajamos en un espacio reducido para compaginarnos y no ocupar demasiado espacio en la playa de Tapia".

Una escena que se seguirá repitiendo durante los veranos. La de playas repletas en las que algunos se darán un chapuzón para refrescarse y otros utilizarán el agua para coger sus primeras olas, aunque en algunos casos la tabla de surf mida casi un metro más que quien vaya encima.

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