La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La odisea de ser vegetariano

Si eres vegetariana en Asturias puedes disfrutar de una variada cocina... ¡china, mexicana o italiana! En el reino del cachopo, comer "vegeta" puede convertirse en una odisea. Un vegano (tampoco come huevos o derivados lácteos) ya termina condenado a carecer de vida social en casi todas las sidrerías y restaurantes. Aunque aparecen tímidamente locales especializados o pensados para nosotros, son una excepción. Lo más fácil es recurrir a restaurantes dedicados a la comida de otros países.

Ni la hostelería está preparada, ni tampoco los hosteleros. "¡Ay, neña, ¿vegetariana? ¡Con lo bueno que está el chorizo!". Ése es casi un mantra al que nos enfrentamos ante muchos camareros que después quedan con la mente en blanco. Tras explicar que las gambas no valen, que un poquito de jamón que lleva el plato ya lo estropea y que no sirve apartarlo, que ni estás a dieta ni estás enferma, el resultado es una ensalada mixta (rezando para que recuerden que no puede llevar atún) y una tortilla francesa con espárragos. Con un poco de suerte, un revuelto de champiñones.

Cada vez somos más los que decidimos, por las razones que sean, eliminar las carnes y el pescado de nuestra dieta. Y tampoco tenemos que explicar esos motivos siempre que vamos a comer a un restaurante o a nuestros compañeros de mesa. Resulta chocante que esto suceda en un tiempo en el que los gustos, las opciones y las intolerancias alimentarias deberían obligar a ofrecer cartas destinadas a cualquier tipo de cliente, más aún cuando las personas que no son vegetarianas pueden comer lo mismo que nosotros. Les animo a descubrir una infinita variedad de platos riquísimos.

Aun así, soy optimista. Al final tengo los sitios a los que sé que puedo acudir y en algunos de ellos incluso he conseguido que se animen a probar nuevas recetas y hacer más saludable el menú que ofrecen a sus clientes incorporando verduras y alternativas sin carne ni pescado. Incluso puedo tomarme un cachopo de seitán. También es cierto que muchos restaurantes me han perdido como potencial cliente. No he visto ni interés, ni el mínimo esfuerzo por satisfacerme. Mención aparte merecen algunos locales de bodas que aún se atreven a cobrar a los novios mi menú al precio que aplica al resto, para luego traerme un arroz con guisantes y unas verduras a la plancha.

Los vegetarianos, que siempre tratamos de hacer poco ruido, terminamos por convertirnos en esos "raros" que buscan sus productos tienda tras tienda o que celebran con alegría cuando algún supermercado ofrece, en alguna esquina, algo de tofu. Seguro que un pote está riquísimo para quien le guste, pero les aseguro que unas berenjenas rellenas con un pisto con soja texturizada están para chuparse los dedos. Prueben.

Compartir el artículo

stats