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JOSÉ RAMÓN ÁLVAREZ, MANUEL CRISTÓBAL MENÉNDEZ Y ELADIO DE LA CONCHA | ALEJANDRO CUETO FELGUEROSO, TERESA Y LUCÍA SUÁREZ NOVAL Y SU PERRO, "TOBY" | FRANCISCO JESÚS HERNÁNDEZ

"Sólo está valorada cuando gana la selección; entonces nadie es facha si la lleva"

Alejandro Fernández-Guerra, director comercial de 55 años, tiene clara la conveniencia de una jura de bandera para civiles en Gijón. "Primero, porque Asturias es la cuna de España, y un acto como éste, que en Barcelona tuvo 607 participantes, en Gijón tendría que tener más", señala. Su mujer, Macarena Langa, no oculta cierto tono de indignación al valorar que la bandera nacional "para nada está lo suficientemente valorada, sólo cuando juega o gana la selección; entonces nadie es facha si la lleva".

¿Por qué ocurre esto con la bandera nacional? "Sigue la división de España en dos bandos y siempre se asocia la bandera a uno de ellos. Y no es así. Es el símbolo de España, punto y pelota", responde esta funcionaria interina del Principado. Su marido agrega que "las nuevas generaciones tendrán difícil reconocer esta bandera, porque se está distorsionando y se le está dando un contenido político cuando no debería ser así". Fernández-Guerra apunta a una paradoja: "Muchas veces ocurre que si un español ve una bandera de España fuera del país se acerca a quien la lleva para charlar con júbilo; pero si la ve dentro de España, ya se lo toma diferente".

"La bandera es algo integrador, desde los conceptos que maneja la derecha, de unidad; o la izquierda, de solidaridad". Son palabras de Eladio de la Concha, abogado de 57 años, otro de los principales impulsores de "Asturias con la bandera". "No soy un fanático, la bandera es algo que debería ser de todos los partidos y todas las personas, es nuestro símbolo desde el siglo XVIII. No entiendo por qué no es así, si, salvo en un pequeño periodo, siempre han sido los mismos", argumenta.

Tampoco lo entiende José Ramón Álvarez, hostelero de 39 años que pasó por el Ejército. "La bandera sí está bastante reconocida, pero está un poco apartada de nuestra vida porque hay gente que piensa que se es facha por llevarla. Y es por un desconocimiento. Falta educación y muchas administraciones quitan los símbolos. Pero poco a poco irá mejorando", manifiesta con cierto optimismo.

Manuel Cristóbal Menéndez, empresario de 57 años, también cree que la enseña nacional "está reconocida, porque siempre que hay una manifestación pública, como cuando ganamos el Mundial, es el símbolo de unidad". Entonces, ¿cuál es el problema? "Desinformación, porque en realidad nos une al igual que el idioma", responde Menéndez, que cuando ve la rojigualda siente "orgullo, y más en el extranjero; lo mismo que con la bandera de Asturias: no es excluyente". Y va más allá: "Por nuestra historia, el arraigo de los asturianos en España es mucho mayor".

Posa con orgullo con la bandera del Regimiento de Caballería Lusitania 8, donde estuvo destinado. Una calavera sustituye al escudo en el centro de la enseña. Francisco Jesús Hernández Berasaluce, coronel en la reserva natural del País Vasco que lleva años viviendo en Asturias, destaca que "Gijón es la novena ciudad de España y tiene un ambiente de patriotismo sano, muy natural". Por ello, entiende, "se merece" tener su primera jura para civiles.

Su condición de militar no le ciega para nada sobre las reticencias que genera la rojigualda en ocasiones. "Tenemos una lacra, un pensamiento radical contra todo, y una de sus formas de actuar es menospreciar al himno y la bandera. Son unos sectores de la sociedad que vocean mucho pero no son mayoría y generan un encontronazo con la bandera. Pretenden retrotraerla al régimen franquista, cuando es bien diferente", explica Berasaluce, que admira "los regionalismos en España, porque muchos tienen un carácter histórico, pero no son excluyentes".

A él se le ocurrió la iniciativa y en ella ha involucrado hasta a su perro, "Toby", que luce bufanda rojigualda. "Es el abanderado", bromea Alejandro Cueto Felgueroso, comercial de 56 años. "Hice la mili, pero quiero renovar", afirma, antes de insistir, una y otra vez, en que "la bandera es de todos los ciudadanos, puede ser una forma de unión, y hoy en día vale más unir que separar". Su mujer, Lucía Suárez Noval, coincide plenamente.

"Tiene que ser símbolo de unión, no de separación. Si en otros países se le tiene tanto respeto, no es normal que en España la tratemos a la baqueta. Representa a toda España, de cualquier ideología o religión", razona Lucía, ama de casa. Su hermana, Teresa Sánchez Noval, médico de profesión, hace una puntualización más: "Hay que respetar la bandera siempre, no sólo en el fútbol".

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