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Gijón, capital de las despedidas de soltero

Unos 1.500 jóvenes de toda España desembarcan en la ciudad cada fin de semana para celebrar por todo lo alto sus últimas horas antes de casarse

Un grupo de amigos de Valladolid.

Si septiembre es el mes de las bodas, los meses de mayo, junio y julio lo son para las despedidas de soltero. Si bien hay actividad de febrero a abril, el boom llega con el final de la primavera y el inicio de la temporada estival. En los dos últimos fines de semana, por ejemplo, se dieron cita en Gijón -la gran capital de las despedidas de soltero del norte español- alrededor de 1.500 personas de distintos puntos de España, Asturias incluida, en busca de actividades, fiesta y, por supuesto, alcohol. "Gijón está creando fama", argumenta Laura Ferreiro, que desde hace una década trabaja en una empresa que organiza eventos de este tipo.

Desde el Consistorio se apostó hasta 2008 por las despedidas de soltero en su propuesta municipal de promoción y comercialización turística. El Ayuntamiento no mantiene esta práctica en su amplia y variopinta oferta de ocio, pero las reminiscencias de esta apuesta han convertido la ciudad en punto de encuentro para este tipo de fiestas. Jaranas que, si bien suponen unos ingresos económicos adicionales para la hostelería y los hoteles, no siempre están bien vistas por el resto de la ciudadanía que comparte mesa en restaurantes o paseos por las calles con hombres y mujeres o bien despelotados -o a medio vestir- o bien con miembros sexuales al aire, ya sean naturales o de gomaespuma. No hay límite. Cuanto más ridículo te disfracen tus amigos mejor recuerdo tendrás de la despedida. O al menos es la opinión de los encargados del atrezzo. Mojácar, en Almería, acaba de prohibir el uso de muñecas hinchables o de diademas con falos de plástico. En Gijón no hay límites de ese tipo.

Su buena ubicación geográfica parece ser clave del éxito. Los grupos de chicos y chicas provienen de comunidades próximas como Galicia, Cantabria, País Vasco, Navarra, Logroño o Castilla y León, en especial León, Valladolid o Burgos. Este negocio, apuntan quienes se dedican a organizar estas fiestas, "funciona por el boca a boca" y de un tiempo a esta parte los hay que llegan provenientes de Madrid o Barcelona e incluso de sur de España, como Córdoba y Cádiz. Todos los turistas ocasionales destacan "la proximidad, la hospitalidad, la gastronomía, el notable ambiente festivo y la permisividad que no encuentran en otras localidades" para ir cantando (o gritando) con el culo al aire o en tanga por cada esquina poniendo en práctica aquello de la "calle es mía".

"No estoy a favor del despelote, ni de ir borrachos montando el número. Disfrázate, pero que no sea obsceno, que por la calle hay niños y personas mayores. Pero es una cuestión de la educación de cada uno. Hay gente que no está educada y no se sabe comportar fuera de casa", señala Laura Ferreiro, que si bien reprueba estas conductas añade: "No hace falta que venga gente de fuera para ver desmadre por las zonas de bares. Los que viven aquí todo el año también lo hacen". La puja entre el sí y el no parece inclinarse hacia la complacencia ante los ingresos económicos que supone. "Al principio nadie quería las despedidas en la ciudad y ahora nos pagan por llevarles gente, por detener nuestros autobuses en la puerta de sus locales. Es más, sin nosotros muchos hoteles no sobrevivirían todo el año", enfatiza Ferreiro. "Si no fuera por este tipo de gente muchos locales tendrían que cerrar", añade Félix Martínez, otro empresario.

En el aspecto económico es más difícil de cuantificar. No sólo porque muchos grupos llegan a Gijón por libre, con una planificación al albur de los acontecimientos en una escapada que por lo general suele ser de dos noches y tres días. No obstante, la mayoría solicita los servicios de las empresas que se dedican a amenizar la estancia. El precio medio ronda los 150 euros, que incluyen cena, alojamiento y alguna actividad. Lo que se pueden gastar en copas es un misterio. Los más exigentes superan los 200 euros por persona, aunque los novios y novias vienen a gastos pagos por los organizadores. Pero en este aspecto, en el monetario, sí hay diferencia entre sexos.

"Los chicos gastan más, no miran tanto por el dinero. Las chicas son más agarradas", valoran los responsables de actividades. Además, explican, también vienen en un mayor número los hombres, puesto que "desgraciadamente aún es más difícil para las mujeres conciliar su vida y obligaciones con la fiesta. A los hombres les da igual, si hay jaleo dejan lo que tengan que hacer y se suman", añaden. Además de frecuentar los locales que prodigan el amor con tarifa.

Lo más demandado, además de las cenas con espectáculo, normalmente erótico con stripers o drag queens, es el paintball, las guerras con pistolas y escopetas que disparan bolas de pintura. También el karting, es decir, las carreras en cars, o el fútbol bubble, ir con medio cuerpo dentro de un balón hinchable y jugar a tirarse unos a otros. Con la llegada del verano triunfan los paseos en canoa por el Sella. Actividades con éxito unisex. Igual que la gran novedad que este año ofertan a las despedidas: una "gymkhana" de "Humor amarillo", el popular programa televisivo producido en China, donde los concursantes debían pasar todo tipo de pruebas y caracterizado por la "gracia" de verles magullados y tirados por el suelo. Ahí tienen guerra de luchadores de sumo, pista americana, juego donde ellos son los bolos, la pared de puños o lucha de gladiadores. Las féminas, además, optan por el ya tradicional "tuppersex" o la "beauty party", donde las maquillan, peinan y enseñan consejos mientras se atiborran de champán con sobredosis de gominolas. Tampoco faltan las limusinas. Las hay hasta con karaoke en su interior.

Pero algunos grupos el ingenio lo traen de casa. El pasado viernes en Gijón un grupo de chicas vascas, de Portugalete, Santurtzi y Orio, vistieron a la novia de "La Ramona pechugona" con todas las lorzas (de goma) al aire. "Le hemos puesto muchas pruebas. Conseguir 30 firmas en el disfraz y dejarla a su suerte tan sólo con un teléfono móvil apuntado en la mano. El objetivo es lograr que un viandante le preste su teléfono, hacerse un 'selfie' con él y enviar la foto al número indicado. Sólo así sus amigas le enviarían la ubicación para propiciar el reencuentro. Otras -de Cangas del Narcea-, que eligieron Gijón por proximidad, llegaron con la intención de hacer "el baile del globo". Un globo a la espalda de la chica para, con el baile, intentar que un chico se arrime y lo explote.

Pero los juegos no hacen gracia a muchos ciudadanos y hosteleros, que les tienen vetada la entrada en sus locales. "No estamos en contra de las celebraciones aunque no las aceptemos porque nuestra oferta no contempla propuestas gastronómicas tan competitivas como el mercado de despedidas exige", señalan responsables de comunicación de Tierra Astur. "Que no vengan con disfraces ordinarios, que es un restaurante familiar", advierten, por ejemplo, en La Galana.

Tras una noche de fiesta, poco antes del amanecer y después de los bailes y las copas, también es común que surja la amistad efusiva entre grupos de chicos y chicas. Relaciones amorosas y esporádicas de las que tampoco están exentos los novios y las novias que se dan su última alegría antes de dar el sí quiero. ¿Algún enlace nupcial se ha quedado por el camino por una noche de despedida de desenfreno? "Hay cosas que es mejor no preguntar", resuelven los artífices de estas despedidas. Lo que ocurre en Gijón se queda en Gijón.

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