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GEOFFREY J. D. HEWINGS | Profesor e investigador de economía urbana y regional, doctor honoris causa por la Universidad de Extremadura y colaborador del Laboratorio de Análisis Económico Regional (Regiolab) de la Universidad de Oviedo

"Sólo una autoridad metropolitana con control presupuestario de los municipios evita localismos"

"El futuro de las zonas industriales es la producción avanzada de manufacturas, por ejemplo, mediante la impresión de componentes en tres dimensiones"

Geoffrey J. D. Hewings. Irma Collín

El profesor Geoffrey J. D. Hewings, uno de los investigadores de economía urbana y regional más prestigiosos del mundo, colabora desde su fundación con el Regiolab, el Laboratorio de Análisis Económico Regional de la Universidad de Oviedo. Es profesor de Geografía y Ciencia Regional y de Economía de la Planificación Urbana y Territorial en la Universidad de Illinois (la decimoprimera en el ranking de universidades públicas de EE UU).

Hewings nace en Gales, en 1943, en una familia de mineros del carbón. Sus padres y hermanas emigran a Canadá en 1958 y él permanece en el Reino Unido para graduarse en la Universidad de Birmingham. Después se establece en Seattle (EE UU) para estudiar en la Universidad de Washington. También realizó una estancia en la Universidad de Massachusetts, donde conoció a Adrianna, con la que se casó en 1970 en la Universidad de Kent (Inglaterra). Al año siguiente impartió docencia en la Universidad de Toronto (Canadá) y en 1974 se incorporó a la Universidad de Illinois. Recientemente ha recibido el premio de la Asociación Española de Ciencia Regional y ha sido investido doctor honoris causa por la Universidad de Extremadura.

Días atrás impartió en la Facultad de Economía y Empresa la conferencia "No necesitamos un muro, señor Trump: envejecimiento, inmigración, jubilación, productividad y economía regional".

-¿Por qué ese stop a Trump?

-Intento entender la economía que hay detrás de la inmigración en EE UU o en Gran Bretaña después del "Brexit". Los inmigrantes son vistos como el problema y se piensa que si los rechazásemos las cosas irían mejor. Pero el candidato Trump, que no entiende la economía, ni muchas otras cosas de muchos temas, ha puesto un foco deformante en ese tema, ya que la economía sugiere algo muy diferente. Durante los últimos diez años hemos estado explorando el impacto de la inmigración en las economías regionales, con foco en Chicago e Illinois. Y descubrimos que no están quitando trabajo, sino que cubren empleos que los americanos no cubrirían. Los inmigrantes tienen habilidades muy específicas de bajo nivel.

-¿Pero el rechazo parece creciente en algunos países?

-Desafortunadamente, en Estados Unidos, Reino Unido, Holanda y Francia los partidos de extrema derecha sugieren que todos los problemas se resolverían si hubiera menos inmigrantes. Nosotros tratamos de mostrar que los inmigrantes, por ejemplo, en la región de Chicago, contribuyen a la economía porque no vienen a sentarse en una silla, sino a trabajar. Y tienen ingresos, y los gastan, así que indirectamente están favoreciendo la creación de muchos otros trabajos. Sin ellos, la tasa de paro sería mucho más alta. Y también hay efectos a largo plazo, porque ellos son más jóvenes. Europa, USA, Japón, Corea... tienen una población que envejece, con lo que para 2030 el 20 por ciento de esa población tendrá más de 65 años. La pregunta es cómo vamos a sostener esa población, con enormes cantidades para las pensiones. Pero los inmigrantes contribuyen con sus impuestos, y a la Seguridad Social o al seguro de desempleo. Lo complicado es que hablamos de impactos a lo largo de los próximos cinco, quince o veinticinco años, pero la mayoría de los políticos piensan en la semana que viene.

-Además de la perspectiva económica, ¿qué hay de cuestiones sociales, como religión, etnias, Islam...?

-No hemos estudiado eso porque no somos expertos en esas áreas, pero otros aspectos sociales si los hemos examinado. Por ejemplo, cómo los inmigrantes buscan la educación. Una familia de Corea querrá que sus hijos tengan la máxima formación posible. La tintorería a la que voy en Chicago la lleva una familia coreana, pero sus tres hijos son un médico, un abogado y un bancario. Sin embargo, los hijos de latinos probablemente no habrán finalizado la enseñanza media. Otro caso: ¿qué sucederá en París con los inmigrantes norteafricanos, porque sus hijos, incluso con 20 años, nunca han trabajado y tienen muy poco dominio del francés? Así que es muy difícil que se integren. Lo mismo nos pasa en Chicago con los latinos, ya que dicen que no tienen por qué aprender inglés. Al hacer eso se están limitando en términos de conseguir trabajo. Para 2030 tendremos 500.000 latinos (llegan 40.000 al año) con muy pocas habilidades. Serán en 2030 el 37 por ciento de la población. Me preocupa mucho que los jóvenes no sean animados por sus familias a estudiar e ir a la Universidad. Se crearán así dos sociedades diferentes: la bilingüe y la hispana.

-Ésta es su décima estancia en Asturias ¿Por qué este lugar?

-Fui invitado inicialmente por Regiolab, que realiza un trabajo muy similar al nuestro en USA. El anterior rector, Vicente Gotor, mantuvo su apoyo para crear un laboratorio como el que tenemos en la Universidad de Illinois. La segunda razón es muy personal: me casé con una investigadora en agricultura que adora Asturias y se deprime pensando que nos iremos en unos días. Oviedo y Asturias tienen una temperatura magnífica y alta calidad de vida. Salimos a caminar por el Antiguo, vamos a la ópera y a conciertos. Maravilloso.

-¿Y qué interés ofrece Asturias en su campo de estudio?

-Es una región que va camino de cambios estructurales dependiente de la economía de las manufacturas. Han cerrado empresas que ya no eran competitivas y vuestros problemas de futuro con la industria del acero y del metal son similares a los de Chicago. Allí no tenemos ya ninguna planta de acero; todas cerraron. Llegamos a tener 100.000 trabajadores en la industria del acero y ahora tenemos cuatro o cinco mil. ¿Cómo repensar esta situación?

-¿Y bien?

-Una de las cosas que notamos es que parte de la producción manufacturera que estaba en China está volviendo a USA porque ahora se produce de otra manera, con tecnologías más avanzadas. Por ejemplo, en los automóviles muchos de sus componentes se producen en plantas con impresoras 3D que están localizadas en EE UU porque es una tecnología de alto nivel. Ésa es una ventaja competitiva frente a China, que actúa con una producción masiva, pero con niveles tecnológicos más bajos que los nuestros. Probablemente el futuro de Asturias vaya también en esa línea: producción avanzada como alternativa a las industrias pesadas tradicionales. En los próximos diez años la industria avanzada ofrecerá una nueva época de producción en Europa y Norteamérica. Nunca tendrá el mismo número de trabajadores que en el pasado, sino el 30 por ciento de empleos, o menos, de los que tuvimos en los años ochenta o noventa del siglo XX.

-¿Qué panorama vislumbra para Asturias?

-Diversificación con industria avanzada, turismo y alimentación. Es una buena oportunidad para comparar lo que sucede aquí, en Asturias, y en USA. En este contexto, tratamos de desarrollar modelos matemáticos enriquecidos para entender las economías y sus cambios.

-Más consejos de Chicago para Asturias.

-Uno de los temas más importantes ahora mismo, y que mencioné en la conferencia, es sobre la fuerza de trabajo. Los trabajadores deben tener la oportunidad de reciclarse cuatro, cinco, seis veces a lo largo de su carrera profesional. Mi padre se graduó en el instituto y sobrevivió toda su carrera profesional sin reentrenamiento. En cambio, ahora, cada cuatro o cinco años necesitas más entrenamiento porque los nuevos sistemas informáticos o las nuevas máquinas requieren ese nuevo aprendizaje. El problema es que nuestra sociedad no ofrece facilidades para ello. En una Universidad como ésta, podemos formar y entrenar a alguien la primera vez, pero ¿qué hay de la segunda, la tercera y las demás veces?

-Usted dirá

-Tenemos que pensar cómo hacemos esto y si es responsabilidad del sector privado o del Gobierno. En USA, donde todo el mundo piensa que el mercado solucionará el problema, no acaba sucediendo eso. Tenemos un problema real en el sentido de que muchas empresas, individualmente, son demasiado pequeñas y no tienen los recursos para renovar el entrenamiento de sus trabajadores. Como alternativa, pensamos en las Cámaras de Comercio y también en la comunidad universitaria, que en la parte del entrenamiento tecnológico disponga de laboratorios con máquinas de producción avanzada. Esta continua inversión será el camino para que las regiones retengan e incrementen su competitividad. Si no hacen, cuando sus tecnologías decaigan, no tendrán nada que reponer. En esto, los políticos también piensan sólo en el corto plazo y no prestan atención a lo que sucederá en diez o veinte años.

-En su campo del desarrollo regional, ¿qué funciona mejor: el liberalismo y el libre mercado o la intervención estatal?

-No pondría la discusión en ese punto porque incluso personas que están muy orientadas por el mercado reconocen sus fallos. Pero una cuestión paralela interesante, tanto en Chicago como aquí o en Birmingham, es preguntarse por el rol de un gobierno metropolitano. Y, en efecto, Birmingham acaba de elegir por primera vez en su historia un alcalde regional, o metropolitano. Veo que la cuestión metropolitana es muy debatida en Asturias, por ejemplo, entre Avilés, Oviedo y Gijón, en el sentido de qué actividades deberían ser locales y cuáles metropolitanas. Este mismo debate es ahora mismo muy fuerte en Estados Unidos. Por ejemplo, en la región de Chicago tenemos 296 comunidades (núcleos), cada una con su alcalde, su ayuntamiento, su departamento de policía, su sistema escolar... Todo ello es muy ineficiente y el coste es mucho más alto que si tuviéramos algunas de esas funciones organizadas regionalmente. Un caso: en 2030 la región de Chicago no tendrá suficientes casas para todos sus habitantes y afrontar eso requerirá planes metropolitanos.

-¿Cómo ablandar la tendencia al localismo de los ayuntamientos y su resistencia a soltar poder?

-Es muy difícil. Una vez que se tiene el poder no se quiere soltar. Hay mucho debate sobre los gobiernos metropolitanos y tendremos que cambiar nuestras nociones y no pensar que el mercado es siempre mejor que las decisiones que se toman con perspectiva regional. En nuestro caso, se ha creado un gobierno metropolitano con cierto control sobre el presupuesto público. Si una comunidad se niega a la colaboración, esa autoridad no les proveerá de fondos públicos, por ejemplo, del dinero recaudado por el impuesto equivalente al IBI español (Impuesto de Bienes Inmuebles). Y una comunidad que colabore recibirá más dinero para que sus escuelas sean de mayor calidad. Esto es clave, porque hace algunos años muchos americanos no se preocupaban por la educación, pero está comprobado que la actividad criminal y la inseguridad se incrementan con una educación pobre.

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