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"La población no es consciente de la cantidad y la intensidad de la radiación que le rodea"

Ana Velasco, en su casa de San Julián de Bimenes con otra afectada. P.M.

"El problema es que no hay un instrumento de medida diario de nadie, no sabemos a qué estamos expuestos", explica el científico Ceferino Maestu Unturbe, de la Universidad Politécnica de Madrid. "La población y las administraciones públicas y privadas deben tomar conciencia de este nuevo fenómeno y tomar medidas de reducción de la tasa media de exposición de la población", como recomienda el Parlamento europeo o la IARC (International Agency for Research on Cancer, dependiente de la OMS), que califica a los campos electromagnéticos (CEM) como "posiblemente cancerígenos".

El propio Parlamento europeo recomendó reducir los niveles permitidos de exposición de la población al menos al nivel de 0.1 microvatios por centímetro cuadrado, "al menos hasta que conozcamos con precisión cuáles pueden ser los efectos a corto y largo plazo, ya que ha transcurrido demasiado poco tiempo para saberlo", explica Maestu, para quien "la población no es consciente del número y la intensidad de los sistemas radiantes que le rodean: telefonía móvil, wifi, Wimax, hornos de microondas, cocinas de inducción, sistemas de vigilancia y juegos de los niños, etcétera.

Se conoce el mínimo recomendable, pero no la realidad a la que la sociedad está expuesta. "En una ciudad como Madrid hay muchos miles de antenas actuando simultáneamente sobre un organismo", aunque esto no supera la normativa actual, "incorrecta a la hora de establecer límites para la salud", según creen Maestu y su equipo. No en vano hay una "contradicción" entre lo aprobado por el Parlamento europeo y lo dictado por la Unión Europea, que marca los límites vigentes en España y el resto de países.

Pero, ¿qué son exactamente los campos electromagnéticos? "Son paquetes de energía que se desplazan a gran velocidad y tienen un componente eléctrico y otro magnético con diferentes efectos sobre los sistemas biológicos", describe el investigador antes de apuntar que al carecer de sensores que adviertan de la radiación no se puede saber cuál es la tasa de exposición diaria. "Por ello es necesario que se pongan en marcha sistemas de dosimetría personal que permitan evaluar cuál es esta tasa de exposición y relacionarla con determinadas enfermedades", indica Maestu antes de avanzar que su Universidad, la Politécnica de Madrid, desarrolla en la actualidad un dispositivo que llaman dosímetro personal y que esperan esté operativo cuanto antes.

Tampoco existe más terapia que "la evitación de la exposición" para quienes manifiestan síntomas de hipersensibilidad a los CEM. "Generalmente no son bien diagnosticados, ya que es un síndrome aún no reconocido e incluso desde alguna instancia de la OMS se los considera como una respuesta psicosomática. Pero este fenómeno sucede en todo el mundo y la sintomatología es común, por lo que deben ser diagnosticados y tratados dentro de los criterios del síndrome de sensibilidad central", concluye.

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