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Tras el vuelo de la vanesa

Miles de observadores siguen en una veintena de países europeos las migraciones de la mariposa "Vanessa atalanta", común en Asturias, en un proyecto de ciencia ciudadana sin precedentes

Tras el vuelo de la vanesa

Una de las mariposas más comunes en Asturias, la vanesa o almirante rojo ("Vanessa atalanta"), se ha convertido en protagonista de un proyecto de ciencia ciudadana sin precedentes por su amplitud de cobertura: miles de observadores de una veintena de países europeos alimentando durante tres años (2016-2018) una base de datos que ya acumula varios cientos de miles de registros. Los resultados permitirán no sólo conocer al detalle los patrones migratorios de este lepidóptero, sino también inferir la influencia de las modificaciones ambientales y del cambio climático en su biología, su ecología y en su distribución. Ya existe constancia de una disminución generalizada de estos insectos debida a la alteración del hábitat, por urbanización, abandono de campos e intensificación agrícola, y se han registrado, asimismo, desplazamientos hacia el Norte del área geográfica de varias especies de mariposas por efecto del aumento de temperaturas.

La conducta migratoria de la vanesa -que comparten, entre otras, la vanesa de los cardos ("Vanessa cardui"), igualmente presente en Asturias, que realiza un periplo de hasta 13.400 kilómetros, entre Islandia y Ghana, en un viaje que implica a seis generaciones de adultos, y la famosa mariposa monarca norteamericana- es bien conocida, especialmente por las concentraciones masivas que se producen en algunos corredores a lo largo de su ruta, pero solo en su trazo grueso. Inicialmente, se pensaba que las vanesas del centro y el norte de Europa acudían a los países meridionales en busca de un clima cálido que les permitiese sobrevivir al invierno y en primavera retornaban a sus áreas de cría para dar lugar a una nueva generación que repetiría el viaje al otoño siguiente. Recientes estudios, como los del biólogo Constantí Stefanescu en Cataluña, han establecido que las vanesas no solo buscan refugios invernales, sino que se reproducen en ellos: ponen en octubre y noviembre en las matas de ortigas, y las orugas pasan el invierno alimentándose de esas plantas y desarrollándose, con pausas cuando la temperatura baja de 8º C, hasta que en marzo y abril surgen los nuevos imagos (adultos), que son los que vuelan hacia las áreas de origen de sus progenitores. Pese al relevo generacional sigue siendo un viaje extraordinario para un insecto que apenas pesa un gramo y que se mueve a una velocidad media de 14 kilómetros por hora.

Otros trabajos realizados en Europa han detectado variaciones en la conducta migratoria de las vanesas, pues mientras unas efectúan viajes de largo recorrido con un sentido Norte-Sur perfectamente definido, otras se mueven de forma más aleatoria y a distancias variables. También hay poblaciones sedentarias, en el Sur, como las asturianas, que tienen dos generaciones de adultos, una entre mayo y junio, y otra entre julio y septiembre (a veces más tardía), y un período de hibernación entre octubre y abril (interrumpido en días cálidos y soleados del invierno).

La red europea de seguimiento de la vanesa está dirigida por el científico Marco Thoma, del grupo de investigación sobre migraciones y ecología de insectos del Instituto de Ecología y Evolución de la Universidad de Berna (Suiza). La Asociación para la Conservación y el Estudio de los Lepidópteros y los Odonatos Ibéricos (ALAS) (proyecto "Lepides"), "Zerynthia", Natusfera y Ornitho canalizan el registro de observaciones en España.

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