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Caminos y rutas

Mucha más gente camina los Picos, ya sea con la meta de alcanzar alguna cima que no requiera trepar, o bien con el simple propósito de disfrutar de la montaña, del paisaje. Dentro de los Picos de Europa hay dos itinerarios de largo recorrido y una treintena de pequeño recorrido señalizados. El más popular de todos ellos (masificado en ciertos momentos del año: hasta 2.000 personas diarias en agosto) es, sin duda, la ruta del Cares, de 12 kilómetros (ida), que atraviesa la garganta excavada por el río Cares entre los macizos central y occidental. Unas 200.000 personas (sumando las que entran por ambos extremos del desfiladero) recorren la "Garganta Divina", con espectaculares desniveles, sobre todo en la vertiente de los Urrieles. No es una ruta difícil ni exigente, pero tiene algunos pasos comprometidos y el riesgo de caída de piedras sueltas, y su popularidad lleva a que no pocas personas se adentren en ella sin el calzado o la ropa apropiados.

La Senda del Arcediano, de 27,5 kilómetros (ida) entre Amieva y el puerto del Pontón, aúna la historia a la belleza paisajística de la zona recorrida, pues es un trazado antiguo, un camín real, por el que circularon a lo largo de los siglos viajeros, mercancías y ejércitos, y que debe su nombre a Don Pedro Díaz de Oseja, arcediano de Villaviciosa, promotor, en el siglo XVII, de su ensanche y empedrado (del cual se conserva algún tramo). Su funcionalidad desapareció con la apertura de la carretera del Pontón, a finales del siglo XIX, de modo que desde entonces solo ha mantenido el uso ganadero, que convive con su condición actual de ruta senderista.

La amplitud de la red de rutas turísticas no es más que la punta del iceberg de los Picos transitados. Infinidad de sendas los recorren, o los recorrían, pues la mayoría de ellas se han ido borrando a medida que la ganadería ha ido replegándose a las zonas más accesibles. Todas las majadas, los espacios ganaderos de altura, estaban bien comunicadas antiguamente, formando un complejo entramado de veredas interconectadas, y existían, además, los llamados caminos del puerto, por los que trashumaba el ganado de los municipios más alejados de los pastos de verano. Sin embargo, poco a poco se han ido desdibujando y perdiendo por la falta de uso, debido tanto a la propia decadencia de la ganadería de alta montaña como al trazado de nuevos caminos, más amplios, por iniciativa del Parque Nacional, que han ido suplantando a las antiguas sendas, más trabajosas y algunas comn pasos arriesgados. Estas nuevas vías, que canalizan el tránsito de senderistas y montañeros, incluyen las que comunican el lago Ercina con la vega de Ario, Pandecarmen con el Mirador del Rey (originalmente de la Cueva del Oso), Vega Huerta con Llampa Cimera, Llampa Cimera con el Jou Santo y con la Horcada de Santa María, y Vega Redonda con el Mirador de Ordiales.

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