La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Facebook: el "gran hermano" enseña su peor cara al mundo

El escándalo de filtración de información de la red social pone en evidencia el severo y dañino impacto de un negocio global engordado con datos

Facebook: el "gran hermano" enseña su peor cara al mundo

Si Mark Zuckerberg, presidente de Facebook, sueña como el resto de los seres humanos, es posible que estos días le ronden unas pesadillas horribles protagonizadas por un joven canadiense de 28 años, vegano, homosexual y con el pelo teñido de rosa, llamado Christopher Wyllie.

Wyllie, experto en tratamiento masivo de datos ("Big Data"), fue quien destapó junto con los reporteros de investigación de dos periódicos, "The New York Times" y "The Guardian", el escándalo que ha abierto una brecha considerable en el casco de la red social con más usuarios del planeta, unos 2.000 millones, una cuarta parte de la población mundial. Las acciones de la compañía se desplomaron el lunes tras publicarse en estos dos medios "tradicionales" cómo Facebook había permitido la utilización, sin permiso de los afectados y con fines propagandísticos a favor de Trump en Estados Unidos y del "Brexit" en el Reino Unido, de los datos personales de 50 millones de usuarios. Wyllie sabía de qué hablaba cuando abría la caja de Pandora: formó parte fundacional de Cambridge Analytica, la firma contratada por Robert Mercer, un magnate republicano pro Trump, que compró estos datos al investigador social Aleksandr Kogan, quien, a su vez, había logrado que Facebook le permitiera instalar una "app" dentro de la red social para recolectar todo ese tesoro de datos.

El valor en Bolsa de la empresa de Zuckerberg sufrió un severo correctivo y esta semana perdió en torno a 48.000 millones de euros. Para que se hagan una idea: unos siete mil millones más de lo que ha costado a las arcas públicas españolas rescatar su sistema bancario, severamente intoxicado por aquel atracón de ladrillo. En 2017, Zuckerberg había visto muy tocada la reputación de su empresa, infectada por la difusión sin freno de noticias falsas, por la injerencia electoral de agentes propagandísticos rusos a través de perfiles falsos y por su incapacidad para filtrar y evitar dar cauce planetario a contenidos violentos o racistas. Su obsesión y sus propósitos para el 2018 eran "arreglar Facebook". Pero ahora, tras el escándalo de Cambridge Analytica, lo va a tener un poco crudo. De momento, tendrá que explicar personalmente en el Congreso de EE UU cómo permitió semejante filtración, afrontar el desgaste de la campaña "#deleteFacebook" para abandonar esta red social y prepararse para un nuevo horizonte legal que acabará con la impunidad de facto con la que opera en Estados Unidos.

Hasta aquí, el maremoto tecnológico de la semana. Pero, en resumidas cuentas, ¿qué significa? "Esto ha sido un toque de atención", subraya Luis Vinuesa, profesor de Seguridad Informática y Bases de Datos en la Escuela de Ingeniería Informática de Oviedo. Y añade: "El modelo de estas empresas -no sólo de Facebook, también Twitter, Google y demás- se basa en explotar la información que pueden recabar de forma directa e indirecta de sus usuarios. Esto pone de manifiesto la cantidad ingente de datos que existen sobre los ciudadanos, que normalmente no son conscientes de ello, y de los muchos usos que pueden tener, unos buenos pero otros no". En la misma línea reflexiona Daniel Gayo, profesor del Departamento de Informática de la Universidad de Oviedo, cuyo trabajo se ha centrado en los últimos años en la minería de datos en medios sociales: "El problema no radica en esta filtración concreta, ni siquiera en que los datos fueran recolectados por terceros sin un verdadero conocimiento por parte de los usuarios. El problema está en el modelo de negocio basado en el 'capitalismo de vigilancia', donde los usuarios aportan todo tipo de contenidos que son recopilados por su potencial utilidad futura".

El problema

El problema real no es tanto la filtración, dicen los expertos, como el modelo de negocio de las grandes plataformas tecnológicas y, en especial, de Facebook, cuyos ingresos proceden casi al 100% de la publicidad. Estamos ante la mayor y más detallada base de datos del planeta, ante el mejor sistema para recopilar miles de millones de datos sobre las preferencias y hábitos de todo tipo en todos los estratos sociales, una estructura digital que permite elaborar perfiles de los usuarios segmentándolos a voluntad para así enviarles de la manera más pormenorizada y personalizada posible mensajes a su gusto para que compren objetos, experiencias o ideas políticas. Es el sueño del publicista, pero a Joseph Goebbels también lo pondría al borde de un orgasmo propagandístico. Esa extraordinaria capacidad de absorción de la intimidad de millones de personas en todo el planeta y la posibilidad de "microfocalizar" después el envío de mensajes es lo que hace que Facebook valga 500.000 millones de dólares en el mercado.

Los datos

Datos. Una nueva economía de datos. Ésa es la clave de fondo. Lo explica el asturiano Rubén Llames, miembro de la junta directiva de AERCO-PSM, la Asociación Española de Responsables de Comunidades Online y profesionales de Social Media. "En el mundo digital el verdadero negocio son los datos. ¿Por qué Whatsapp no cobra a los usuarios por usar sus servicios, que, obviamente, le suponen un coste a la empresa, como el desarrollo, el mantenimiento, los servidores o la atención al cliente? Porque el negocio no está en cobrar 1 euro al mes por usar Whatsapp, sino en tener acceso a tu agenda de teléfonos, saber cómo se generan dinámicas de cambios de opinión en grupos, etcétera. ¿Por qué hay wifis gratis en los centros comerciales y en las tiendas? Porque al acceder a la wifi das acceso a tus datos". Y Facebook está próxima al monopolio de esta economía de datos en las redes sociales. Llames redondea hasta dónde llega el imperio: "Facebook compró Whatsapp en 2014 por 19.000 millones de dólares y tiene 1.200 millones de usuarios. Y antes ya había comprado Instagram, por 1.000 millones de dólares en 2012, que tiene 830 millones de usuarios".

Zuckerberg cabalga un gigante y ahora empieza a verse que puede tener los pies de barro. "El problema de Facebook, en mi opinión, es su tamaño y su influencia", añade Rubén Llames. "Con el número de cuentas activas que tiene y la demostración de que se pueden ganar o perder elecciones o un referéndum utilizándola, se ha convertido en un blanco perfecto. El problema es que, por su tamaño, los controles se diluyen. No son capaces de atender con medios humanos la mayoría de las funciones que lo demandan, como determinar qué es una noticia falsa o detectar un caso de enaltecimiento del terrorismo, porque tienen tal volumen de información que necesitarían una plantilla gigantesca, así que recurren a medios informáticos, y éstos son susceptibles de recibir ataques".

"Estamos ante algo que tarde o temprano iba a ocurrir", asegura el también asturiano Pablo F. Iglesias, analista de nuevas tecnologías e infoseguridad, vocal de digitalización de AERCO. Estábamos sembrando vientos, viene a añadir. "El modelo de negocio de Facebook no es nuevo ni debería llamarnos a engaño. Es el que sustenta internet desde que la red dejó de ser simplemente un juego de investigadores universitarios. Si no pagas con dinero, el negocio eres tú. Es decir, tus datos. Y en este mismo tablero de juego están Facebook, Amazon, Google, Twitter, Snapchat y, en definitiva, todos los grandes servicios de internet. En este caso yo centraría el debate en dos puntos principales. Por una parte, se ha hecho patente que los sistemas de control de la compañía eran insuficientes, y dos, nos falta muchísima más educación digital. Cuando una noticia así se publica, la gente se vuelve loca, caen en la cuenta de cómo funciona internet. Y eso me preocupa, ya que todo esto lleva siendo así algo más de una década, y muchos llevamos años alertando de los riesgos y las oportunidades que ofrecen todas estas herramientas. Pero no logramos más impacto que el esperable dentro de aquellos que se dedican al sector de la ciberseguridad".

El usuario

Lo que ha pasado, acuerdan casi todos los especialistas consultados, es una consecuencia directa de esa economía de datos que empieza a ser onmipresente pero, al tiempo, sigue siendo algo que una inmensa mayoría de usuarios ni siquiera atisba, pese que internet ya es el pan de cada día. "El usuario no suele ser consciente de la cantidad de información que existe sobre él. Y que al cruzar toda la información que voluntariamente se publica se obtiene una foto muy fidedigna de las personas. Si los usuarios lo supieran, serían más cautos a la hora de publicar ciertas cosas en las redes sociales", dice Luis Vinuesa. Sobre esa idea abunda y profundiza José Emilio Labra, profesor titular de la Universidad de Oviedo e investigador principal del grupo de Web Semántica: "Lo que ha pasado es un fallo bastante grave y se deberían exigir responsabilidades (a Facebook). El problema es que las condiciones de servicio de Facebook indican que los datos son de los usuarios, pero que ellos pueden hacer prácticamente cualquier cosa con ellos. Aunque la compañía está cubierta legalmente, moralmente no parece admisible. Pero casi ningún usuario lee o analiza las condiciones del servicio, ni de Facebook ni de muchos otros similares en la web. Muchas veces cedemos los datos sin ser conscientes de las implicaciones. Es muy importante que los usuarios seamos dueños de nuestros datos y podamos decidir conscientemente cuáles compartimos y cuáles no".

El algoritmo

Más dura aún es la consultora en nuevas tecnologías Vanina E. Posada. "Francamente, pienso que los usuarios tienen una gran parte de culpa. Es increíble la cantidad de datos que ofrece la gente sin leer la famosa letra pequeña, ésa en la que dice quién está recogiendo los datos y para qué los va a usar. En este caso creo que Facebook sólo tiene una parte de responsabilidad al permitir a las empresas que desarrollan aplicaciones y se conectan a Facebook que puedan acceder a los contactos de los usuarios", indica, aludiendo al sistema con el que Cambridge Analytica pudo acceder a semejante volumen de información, comprando los datos recogidos a través de una aplicación que invitaba a los usuarios a hacer un test de personalidad y cuyo promotor explicó a Facebook que sólo hacía investigación científica. De todas formas, insiste Posada, "yo creo que la culpa es de los usuarios y de su falta de pensamiento crítico. Tenemos que enseñar a las personas, jóvenes y de todas las edades, con ejemplos reales a pensar por sí mismas y a conocer las consecuencias de un mal uso de las redes".

Hay que hacer transparente a la sociedad los engranajes de esta máquina universal de amasar números. Pablo F. Iglesias reflexiona en este sentido: "Ahí está el problema. Que el usuario/ciudadano medio no tiene ni idea de esto, y muchos de estos servicios han crecido bajo la aparente premisa de ser ecosistemas informativos neutrales. Mire, cuando alguien lee un periódico, o pone un canal de televisión, o sintoniza una radio específica, sabe que más allá del interés innato en el periodista por informar existe una línea editorial marcada. Esto en plataformas como Facebook o en búsquedas en Google también ocurre, lo único que esa línea editorial no está marcada por un equipo de personas o entidades, sino por una serie de algoritmos que deciden qué vemos y qué no en base a lo que esos mismos algoritmos entienden que podría interesarnos y en base al negocio que sustenta esa plataforma".

La regulación

Cierto, somos de click fácil, y la gran máquina se aprovecha de esto, pero si en algo puede fructificar este escándalo en torno a Facebook es en la aplicación de nuevas restricciones legales. "Hay que educar a los usuarios para que utilicen de manera adecuada sus intereses en las redes sociales, como en cualquier otra tecnología, pero, ya que es manifiesto el tremendo impacto que tienen actualmente en la sociedad las redes sociales, creo que no se puede dejar que el bienestar de los ciudadanos recaiga únicamente en las decisiones empresariales de compañías que son monopolios de facto", indica Darío Álvarez, profesor de Aspectos Sociales, Éticos y Legales de la Informática en la Escuela de Ingeniería Informática de Oviedo. En este sentido, en España, algo vamos a avanzar próximamente, señala Irene Cid, consultora y profesora, miembro del Colegio Oficial de Ingenieros en Informática del Principado de Asturias. "Desde que tenemos las herramientas para poder analizar comportamientos de usuarios existe el peligro de que sean utilizados con mala praxis. Esto es así y va a seguir siéndolo. La sociedad se está preparando y dándole importancia desde hace tiempo. Ejemplo de ello es el nuevo reglamento general de protección de datos, que entrará en vigor en mayo de este año y que da las herramientas para que aquellos que hagan un uso indebido de los datos puedan ser juzgados".

Aviso final

Zuckerberg encadena, tras el escándalo de Cambridge Analytica, otro "annus horribilis" para su red social, donde su empresa se juega mucho. Pero, dado el tamaño planetario de Facebook, el modo en que se resuelva esta crisis tendrá consecuencias planetarias. Vean un ejemplo, dramático, de la influencia de esta red social y, en concreto, del impacto de las "fake news" (noticias falsas) que corren por ella. Acaba de escribirlo el profesor Bhaskar Chakravorti, decano de la Tufts University de Massachusetts, en la revista "Quartz", especializada en nuevas tecnologías y una de las referencias del mundo digital: "La investigación que realicé con mis colegas descubrió que los usuarios en los países en vías de desarrollo confían más en el material online y, por lo tanto, son más vulnerables a la manipulación mediante información falsa. En Myanmar, por ejemplo, Facebook es el sitio de internet dominante debido a su programa Free Basics, que permite que los usuarios de teléfonos móviles se conecten a algunos sitios seleccionados de internet, incluido Facebook, sin tener que pagar extra o agotar los datos asignados en sus planes móviles. En 2014, Facebook tenía 2 millones de usuarios en Myanmar; después de que Free Basics llegara en 2016, ese número ascendió a 30 millones. Uno de los efectos ha sido devastador. Las campañas de rumores contra el grupo étnico rohingya en Myanmar se difundieron, en parte, en Facebook, lo que desató la violencia. Al menos 6.700 musulmanes rohingya fueron asesinados por las fuerzas de seguridad de Myanmar entre agosto y septiembre de 2017; 630.000 más han huido del país. Facebook no detuvo los rumores y, en un momento dado, cerró los mensajes de respuesta de un grupo activista rohingya". Bhaskar Chakravorti sentencia, al final de su artículo, que cualquier intento de Facebook de aplicar lo que se llama "responsabilidad digital corporativa" va en contra del modelo de negocio que hasta ahora han desarrollado. Menudo dilema, Mr. Zuckerberg.

Compartir el artículo

stats