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Abejas en crisis: jaque mate a la biodiversidad y los cultivos

Las poblaciones del himenóptero, que desempeña un papel esencial en la polinización, se desploman ante los cambios ambientales y agrícolas

Abejas en crisis: jaque mate a la biodiversidad y los cultivos

La abeja europea, doméstica o melífera está en el centro de gravedad de los ecosistemas naturales y de los agrosistemas: de ella, de su función polinizadora, dependen infinidad de especies vegetales, así como las variedades cultivadas que sustentan la alimentación humana y del ganado. No es, por supuesto, el único insecto polinizador, pero sí el más eficaz. Los pelos que cubren su cuerpo captan los granos de polen y los transfieren de unas flores a otras. Y una sola colmena puede fertilizar millones de flores en un solo día. Ese crucial servicio ecosistémico se encuentra amenazado: las abejas disminuyen a gran velocidad en todo el mundo. De ahí que, desde el año pasado, tal fecha como hoy, 20 de mayo, se celebre el Día Mundial de las Abejas, para resaltar su importancia como piedra angular de la vida en el planeta y también para llamar la atención sobre la crisis que sufren sus poblaciones y buscarle soluciones. El zumbido de la abeja es el sonido que mueve los engranajes de una naturaleza equilibrada y próspera, se podría decir en una versión libre del título del poema "La mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo", que el estadounidense William Ross Wallace escribió en 1865 como ensalmo a las madres (y que en 1992 dio título a un célebre y celebrado thriller dirigido por Curtis Hanson).

El Día Mundial declarado por la ONU, a iniciativa de Eslovenia (la fecha es la del nacimiento de Anton Jansa, un apicultor esloveno del siglo XVIII, pionero en la modernización técnica de esta actividad), subraya la "necesidad urgente de abordar el problema de la disminución de la diversidad de polinizadores en el mundo y los riesgos que ello implica para la sostenibilidad de la agricultura, los medios de vida del ser humano y el suministro de alimentos", reconociendo a este respecto "la contribución y el papel fundamental que desempeñan las abejas", y que se amplía a sus servicios ecosistémicos, que repercuten en "la salud del ecosistema, al preservar el estado de la diversidad biológica, la diversidad genética y de las especies".

La ONU también señala las causas de ese declive, principalmente de origen antropógeno: "los cambios en el uso de la tierra, la agricultura intensiva, el uso de plaguicidas, la contaminación, las plagas, las enfermedades y el cambio climático, que amenazan su hábitat, su salud y su desarrollo". La mayoría de estos factores son los mismos que están detrás de la crisis global de los insectos y de las aves insectívoras vinculados a los medios agrícolas en Europa. Un problema al que las abejas suman otros propios, como la varroasis (una enfermedad transmitida por un ácaro que parasita sus larvas y pupas, y que puede exterminar una colmena entera) y, en los últimos años, el avispón asiático, un feroz depredador de enjambres que se ha expandido a gran velocidad.

El zumbido de la abeja se apaga. Es el preludio de la primavera silenciosa que escribió y describió Rachel Carson; la antesala de la Sexta Gran Extinción.

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