Esperar es un placer. Sé que es difícil que las nuevas generaciones lo comprendan porque las hemos educado en el aquí y ahora. El tiempo es un valor relativo disfrazado de Matemática: 60 segundos = 1 minuto; 60 minutos = 1 hora; 24 horas = 1 día. Pero ese es un tiempo de andar por casa. El Padre Tiempo tiene más que ver con la paciencia y el control, con la reflexión y el conocimiento de uno mismo, ese personaje extraño que nos acompaña. Esperar. Algunos alimentan la cualidad de la espera como un medio para saborear la venganza. Otros, para disfrutar con más intensidad de los placeres que se hicieron de rogar. En la espera nos descubrimos y a veces no nos gustamos. Bien pensado no hay nada más estúpido que la impaciencia porque la vida nos va marcando constantemente frenos y límites y casi nunca somos dueños de nuestra velocidad. El mundo es una gigantesca sala de espera, y para bien o para mal nos acaban llamando.