Carmen Pérez Novo

El dolor del desamor

De la pasión y la urgencia de estar juntos al silencio y la distancia

En más de una ocasión he pensado en el dolor que nos ocasionan los asuntos del amor ¿Y por qué, me pregunto, siendo el amor algo que perseguimos por placer, algo que buscamos para darle significado a nuestra vida diaria, tiene ese lado tan negativo que es el desamor? Quizás sea porque, como dicen los expertos, el amor no es sólo placer, pasión y deseo, sino también juramento y compromiso. Qué duda cabe que nos ligamos a las personas que satisfacen nuestras necesidades, aunque este principio sólo no basta para explicar un vínculo fuerte; éste necesita tiempo y se vuelve tanto más fuerte cuánto más tiempo pasa, cuanto más tiempo se repite la satisfacción recíproca.

Pero, en muchos casos, sobre todo en los tiempos que corren, en esta sociedad de la prisa y del mínimo esfuerzo, en donde la convivencia se ha convertido en una de las vertientes más difíciles de la realidad humana, pasados un cierto número de años, esa persona se convierte en una extraña, y casi sin percibirlo, las miradas dejan de cruzarse, los acercamientos sexuales se distancian y la TV, la lectura y la música se encargan de llenar los espacios vacíos y la falta de comunicación. Y a partir de ese momento, la vida en común comienza a ser como un pozo al que no alimenta ningún manantial y tan sólo se nutre de un sepulcral silencio, silencio que niega cualquier posibilidad de acercamiento y consuelo. Sin duda la muerte se afronta, las torturas se sufren, pero el silencio, ¡¡¡oh señor, el silencio!!!, el silencio es el mayor vacío que existe entre dos personas que se han amado, y cuando lo vives, experimentas un sufrimiento estremecedor, y no dejas de pensar en ese tiempo no tan lejano en que estar juntos era una urgencia, porque en aquella unión, basada en la pasión, complicidad, entrega, ternura y comprensión, y que creías indestructible, no había lugar para las decepciones y desesperanzas cotidianas.

¡Oh Dios, qué ingrato es a veces el amor!, porque después viene el desamor, y angustia y tortura porque va desgarrando el alma, y llega a ser tan profundo como la felicidad del amor de antaño, y duele, y sientes una punzada en el estómago que no te deja comer, y te siega el alma, y te impide disfrutar de la vida. Y todo lo que oyes..., es el sonido lejano de su voz.

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