Lecciones de vida

No hay nada más real que un sueño. Y Mamoru Hosoda convierte esa máxima en película que, como Alicia, vive entre dos mundos que se complementan y se enriquecen. Los dos lados de un espejo. La literatura está llena de textos en los que un personaje (en muchos casos un niño) no tiene el menor problema en vivir la realidad cotidiana llenándola de espacios irreales, extraordinarios, mágicos. Imaginación al poder. El niño y la bestia (podría verse perfectamente en programa doble con El libro de la selva) es una historia de iniciación en la que el mundo de la fantasía ayuda a soportar el que presume de tangible. Un guerrero que no es precisamente un dechado de virtudes se convierte en maestro de un niño huérfano que también le enseñará algunas cosas importantes de la vida. La idea no es precisamente original y el guión no es lo mejor de la película, en ocasiones reiterativa sin motivo, pero la virtuosa mezcla de dibujo detallista y disolución visual para concentrar la mirada en zonas muy concretas ofrece momentos de gran belleza cohesionada por un moderado uso de la emotividad. En definitiva, un ejemplo encomiable de "anime" en estado puro.

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