Oviedo, J. B. / Agencias

Maria Schneider quedó marcada tras su interpretación en «El último tango en París», la película dirigida por Bernardo Bertolucci. Desde que hizo aquel papel junto a Marlon Brando se la identificó con la escenas eróticas, y muy especialmente con la de la mantequilla. Para la actriz aquello resultó todo un desencanto, una escena de sexo que desconocía y que, al cabo del tiempo, fue el distintivo de su carrera. Entonces tenía 19 años y fue el propio Bertolucci el que hizo el «casting» y la eligió para el papel junto a Brando.

La intérprete falleció ayer a los 58 años de edad víctima de un cáncer. Además, «El último tango en París» fue un símbolo de la revolución sexual, otra circunstancia que se asoció a Schneider, aunque fue un «papel» compartido con otras musas sexy de aquella época francesa. La célebre película, que estuvo censurada en España durante largo tiempo y que todo español que podía se desplazaba a ver a Francia, fue finalmente una lacra para su carrera, aunque logró papeles muy interesantes al lado de otros grandes directores y actores, caso de Jack Nicholson.

Su vida real tampoco resultó sencilla. La actriz era hija del actor Daniel Gélin, que no la reconoció como tal, y de la modelo Marie-Christine Schneider.

La protagonista del filme de Bertolucci comenzó su carrera en el teatro con tan sólo 15 años, antes de pasar a la gran pantalla de la mano de Terence Young en «L'arbre de Noël» casi al cerrase la década de los sesenta.

Antes de llegar a la fama que le otorgó su papel de Jeanne en el filme de director italiano, trabajó junto a otro mito francés, Alain Delon, en «Madly», película Roger Kahane.

En numerosos ocasiones declaro que aquel papel le produjo una gran crisis por su juventud y porque desconocía, o no sabía al cien por cien, el contenido de la famosa escena de la mantequilla.

De hecho, en alguna ocasión llegó a contar que Bertolucci no la avisó de la escena en la que Brando le practicaba sexo anal ayudándose de mantequilla. Tras este momento de su vida se negó a hacer más películas de este tipo, e incluso a rodar escenas de desnudo.

Sin embargo, tuvo momentos de recuperación, en la película rodada en Barcelona «El reportero», junto al citado Jack Nicholson.

Hay que sumar sus intervenciones con estrellas del rock como David Bowie o iconos contemporáneos de la talla de Gérard Depardieu.

En 1980 vio la luz tras una época oscura, con problemas con las drogas y tras su relación con la hija de un magnate norteamericano, y consiguió el premio de cine más importante de Francia, el «Cesar», que le entregaron por su papel en «La dérobade». Mientras el cine le daba la espalda, Schneider encontraba refugio en la televisión, donde protagonizó diversas series, aunque no de mucha entidad internacional. De retorno al cine, en 2000 protagonizó «Les acteurs», de Bertrand Blier, donde se interpreta a sí misma. Su última aparición en el cine data de hace tres años, cuando tuvo un papel en «Cliente», de Josiane Balasko, informa la agencia «Efe».