Sergio González Rodríguez teje en El hombre sin cabeza una tupida telaraña que provoca escalofríos por el horror que muestra y demuestra. Las decapitaciones que hacen los sicarios del tráfico de drogas en México o los fundamentalistas musulmanes es el punto de partida (local, global: el horror ya no conoce fronteras para su difusión) para esta crónica escrita con el pulso tenso e intenso del buen periodista, capaz de informar y analizar de forma precisa y elocuente. Un libro acongojante. De enorme valor en todos los sentidos.

Anagrama, 14,50 euros