Gijón, Óscar G. CUERVO

El jurado de la «Semana negra», compuesto por varios de los participantes del certamen, entregó ayer los tradicionales galardones de este festival literario.

Los premios, que no cuentan con ningún tipo de compensación económica, reconocen año tras año la mejor novela negra, la obra más destacada de no ficción dentro del género negro, la novela histórica de mayor calidad, la mejor primera novela de un autor y el título más destacable de ficción.

El premio «Dasiell Hammet», que distingue a la mejor novela negra, se fue a las manos del argentino Guillermo Saccomano, por su novela «77», y a las de David Torres, por «Niños de tiza».

La obra de no ficción preferida por el jurado fue «La mala vida», del «siempre finalista» Carlos Quílez, que se hizo con el premio «Rodolfo Walsh».

Javier Negrete y su novela «Salamina» se alzaron con el «Espartaco», que premia a la mejor novela histórica.

Willy Uribe y el mexicano Rogelio Guedea, con las obras «Sé que mi padre decía» y «Conducir un tráiler», respectivamente, comparten el galardón Memorial «Silverio Cañada», y que premia a la mejor primera novela.

La última distinción fue para «Rojo alma, negro sombra», de Ismael Martínez Biurrún, que se alzó con el premio «Celsius» a mejor obra de ficción.