Avilés,

Rubén SAMANIEGO

La Infanta Elena se convirtió ayer en el centro de todas las miradas en la segunda jornada del torneo hípico «Ciudad de Avilés», aunque su retirada de la competición oficial y su aparición esporádica en las pruebas de equitación la relegaron a una duodécima plaza en la prueba de salto 1,20. Es la segunda ocasión que doña Elena se deja ver en el club deportivo El Forcón, en Miranda, tras participar en esta misma prueba el año pasado. Previo a la competición paseó por las instalaciones junto a su entrenador, Felipe Zuleta, del que no se separó.

Pasado el mediodía la Infanta hizo su entrada al hípico, para dirigirse al camión de los caballos y allí terminar de prepararse. Su montura en las pruebas fue «Sofía Z». Doña Elena vistió para la ocasión pantalones blancos ajustados, polo rosa y chaleco blanco. Además de su habitual trenza, portaba una visera beis que ocultaba parte de su rostro. Descendió lentamente hasta la pista, observando con atención el entorno, y siempre al lado de Zuleta, con el que cambió impresiones. Aunque su llegada era esperada por el público, en un primer momento pasó desapercibida, hasta que se situó en la entrada a la pista del hípico, a pie. Comenzaron entonces a escucharse los primeros comentarios entre el graderío. «¿Dónde está la Infanta?», «Mírala ahí».

Posteriormente los jinetes que disputaron la prueba de salto de 1,20 accedieron a la pista del hípico para comprobar el terreno. Se vio cómo la Infanta revisaba ella misma el recorrido. Después acudió a la tribuna, y por las escaleras aprovechó para saludar a unos niños que también participaban en el torneo. Desde el palco observó la primera prueba de salto de 1,20. Permaneció sentada, seria y concentrada, pero también lució sonrisas.

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