Dice un estudio americano de la Asociación de Psicología de Estados Unidos, institución aparente donde las haya, que la gente que tiene mascota ama más a las personas y que resuelven mejor los conflictos. Sin ánimo de ofender a estos investigadores, pienso que todas estas deducciones tan sesudas no necesitan pasar por el laboratorio para saberse. Está claro que es mucho más fácil resolver un conflicto con una mascota que con un ser del género humano. Bendito el hombre que sólo discuta con su gato persa o con la polilla veraniega, insecto cutre de color caca al que no se le deja ni explicarse. A la primera vuelta de bombilla, ¡zas!, zapatilla y fin de la conversación. El amor entre humanos también suele ser más común cuando uno ha querido a un animal. ¿Recuerdan a Jennifer Aniston que amaba como una jabata a Brad Pitt? Era amor del puro, pero no se equivoquen los expertos ,a veces de tanto amar a un animal uno no discierne entre bicho y persona. Y Brad Pitt resultó ser un mal bicho.