España cambia de rey pero Tazones se mantiene fiel al mismo emperador desde hace cinco siglos. El puerto villaviciosino se llenó ayer durante la recreación del desembarco que Carlos V hizo allí el 19 de septiembre de 1517, recién llegado a España para tomar posesión del reino que le habían legado sus abuelos los Reyes Católicos.

La representación de ayer, en cuyo centro estaba el actor Víctor Berros en el papel del emperador, contó con un aliciente especial. Tazones estrenaba la esta la denominación de Fiesta de Interés Turístico Regional para este pintoresco desembarco.

Cuando hace cinco siglos, los vecinos de Tazones avistaron los 40 navío que acompañaban al jovencísimo Carlos, creyeron que se enfrentaban a una invasión francesa o que se acercaban los piratas turcos. Ayer, en cambio, no había duda de quien se acercaba ni tampoco temor alguno a sufrir un saqueo. Muchos tomaban sidra en las numerosas terrazas de la localidad.

Tampoco llegó este emperador con tanto despliegue naval como el auténtico. El emperador se acercó en una modesta barca, acompañado de otro actor que encarnaba a l ayuda de cámara Laurent Vital y de dos remeros. Esos eran todos sus poderes imperiales, aunque la modestia de los medios de este moderno desembarco la suplían con mucha pose regia. Cuando llegó a tierra y puso al fin pie en Tazones, en el mismo momento en el que todas las cámaras y los teléfonos móviles retrataban el instante, Carlos V se unió a su hermana Leonor y a un obispo.

Este año, aprovechando la nueva calificación turística de la fiesta, el acto no sólo se limitó a escenificar el desembarco. Todo el pueblo fue engalanado para tratar de evocar el ambiente que había el día de auténtico desembarco. "Este año hay muchas más personas interpretándolo", aseguraba Cristina Carneado, organizadora del evento.

Entre los que participaron como figurante de esta recreación histórica, en el papel de miembros de la corte de Carlos V, estaban 33 vecinos de la localidad cántabra de Cartes, que habitualmente veranean en Tazones. Ellos mismos hicieron sus trajes de época y el trabajo no fue precisamente fácil. Tuvieron que emplear más de tres meses. El resultado, por su fidelidad histórica, era realmente espectacular. No les faltaba ningún detalle.

Cuando el joven rey, recién desembarcado en este Tazones del siglo XXI, se dirigió a su pueblo, les agradeció la "humilde" bienvenida que le habían dedicado a pesar de desconocer que iba sentar allí sus reales. También confesó que le gustaba la sidra, a la que se refirió como "esta nueva bebida fermentada". Para completar la escena, un pescador se ofreció ante su nuevo señor a llevarlo hasta Villaviciosa pues, dada la modestia de la localidad pesquera, no habría sitio suficiente para alojarlo a él y a todo su séquito que, en el desembarco verdadero, estaba formado por unas 4.000 personas. Además, también había allí una pequeña muestra de los oficios locales que fueron mostrados al emperador y que, por sus gestos, parecieron todos de su gusto. Después, se fueron todos paseando carretera arriba, rumbo a Villaviciosa, adentrándose este falso Carlos V en el reino del auténtico Felipe VI.