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A los pies de los "Rolling Stones"

Roberto Nicieza, que vivió el histórico concierto de la banda británica hace 20 años en El Molinón, aún sueña con "el despliegue técnico de oficinas insonorizadas para el control de cada músico" que se montó bajo el escenario

Tal día como hoy, hace 20 años, los "Rolling Stones" se hacían con un lleno absoluto en el estadio gijonés de El Molinón. El 22 de julio de 1995 la ciudad asturiana fue testigo del único concierto que la famosa banda británica de rock celebraría en España con su gira europea "Voodoo lounge". Las 45.000 entradas se pusieron a la venta el 3 de febrero de ese año y se agotaron en poco menos de tres días, con una reventa disparada. Hubo quien llegó a pagar 80.000 pesetas por una entrada de 5.200.

La afluencia de gente fue abrumadora y la magia musical que se desplegó, brutal. Pero no fue lo único que se quedó grabado en la memoria de los asistentes. Hubo algunos privilegiados que también quedaron deslumbrados por los interiores del macroconcierto. "El despliegue técnico fue impresionante", comenta Roberto Nicieza, integrante del grupo indie "Australian Blonde". "De aquella, nuestra banda ya estaba en activo, pero yo estaba acostumbrado a salas pequeñas, no a toda la infraestructura que se movía para los Stones". Era el primer concierto multitudinario en el que trabajaba el músico gijonés -en el entramado organizativo, no sobre el escenario- y aún se emociona al explicar lo que los "Rolling" guardaban bajo sus pies.

"En los ambientes que yo conocía un técnico era el encargado de dirigir todo en un concierto, pero en este, justo debajo del escenario, se montaron una especie de pequeñas oficinas insonorizadas. Había un cubículo repleto de equipos técnicos y responsables para cada uno de los músicos, era como estar en la 'Estrella de la Muerte'. Nunca en mi vida he visto algo semejante", comenta aún alucinado, veinte años después, el músico.

El lleno no fue solo en el campo. Con las plazas hoteleras agotadas, saturadas las líneas aéreas, una invasión de fans de todo el país y de medio mundo, con muchos asistentes casi obligados a hacer noche al raso en la playa de San Lorenzo -donde hubo por primera vez un retén de salvamento nocturno- más de 6.000 personas se tuvieron que conformar con seguir el concierto desde los alrededores del estadio, disfrutando de una música en directo que hizo temblar Gijón durante más de tres horas.

Y si el sueño musical de muchos se vio aquella noche cumplido, otros gijoneses vieron también cumplidos deseos casi imposibles. Como Roberto Reginelli, gerente del restaurante "La Pondala" de Somió, donde comió Mick Jagger, su esposa Jerry Hall y sus hijos. "Por aquí han pasado muchas personalidades, como futbolistas o políticos, pero que viniera él me hizo una ilusión especial. Siempre ha sido mi ídolo y tenerle tan cerca fue una experiencia increíble", cuenta Reginelli.

Otra visita que no se olvida es la que la banda hizo a la quinta que Álvaro Armada, Conde de Revillagigedo, tiene en Deva. Los Rolling querían cenar en "una casa bonita y tranquila" fuera del hotel, y pocas mejores que la de Armada en todo Gijón. "Es increíble que hayan pasado ya 20 años, me siento muy afortunado por haber vivido una experiencia tan inolvidable", asegura el Conde de Revillagigedo. Armada recuerda cada detalle como si hubiera sido ayer y no duda en considerar que "los Rolling tienen un soporte muy sofisticado de marketing, pero también tienen un lado personal extraordinario. Son personas muy cultas y muy educadas con las que se puede hablar de todo. El trato fue exquisito".

"Fue uno de los mayores acontecimientos sociales de la ciudad; cuando anunciamos que el grupo actuaría aquí la gente pensó que sería un farol. Y aunque fue todo muy complejo, sin duda mereció la pena", asegura Daniel Gutiérrez, Concejal de Festejos en aquel año. Su mano derecha entonces, Miguel Rodríguez Acevedo, recuerda que hubo multitud de frentes que atender: desde viajar a Estocolmo para tener claras las necesidades de la banda hasta plegarse a las necesidades de las estrellas: la de Mick Jagger fue disponer de una espacio deportivo -que incluyó una pista para correr de 100 metros- o salas recreativas, para lo que hubo que buscar huecos en El Molinón. Como para no recordarlo 20 años después. Y más.

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