El maestro Pedro Gutiérrez Moya (Salamanca, 1952) tomó la alternativa en Bilbao en 1972 y ahí comenzó una prodigiosa trayectoria vestido de luces. Fue alumno de la Escuela Taurina "La Capea" y de ahí el apodo del Niño de la Capea con el que se convirtió en figura del toreo en España -con cinco salidas en hombros por Las Ventas- y América, sobremanera en México donde en su monumental capitalina fue el primer español en indultar un toro -"Samurái", de la ganadería azteca de Begoña- y el único en pasear tres rabos. Tras retirarse de los ruedos enfocó la pasión por los toros en su ganadería de reses bravas, de encaste Murube, repartida en tres hierros con el nombre de "San Pelayo" y Carmen Lorenzo, su esposa. Además del hierro de "El Capea", que antes llevaba el nombre de sus dos hijos: Pedro -matador de toros- y Verónica Gutiérrez Lorenzo, esposa del torero Miguel Ángel Perera. Ayer cerraron la feria de Begoña de este año.

-¿Cómo selecciona usted una corrida para Gijón?

-La selección empieza antes de saber que se va a lidiar en Gijón. Seleccionas sin saber el destino de los toros. Lo primero es por reata, por descendencia, eliges aquello que te ha gustado para el toreo a pie. Y luego para Gijón buscas que vaya todo el mundo de acuerdo: empresa, toreros y ganadero. Es una corrida equilibrada para la empresa, como representante del público y el torero que debe elegir un toro que les permita el triunfo.

-Se selecciona con vistas a cuatro o cinco años con que se lidian los toros hasta ver el resultado. ¿Cómo se hace la espera?

-Es muy lento. Un ganadero se pasa una vida entera buscando su toro ideal y no lo consigue. Las ganaderías, cuando se van haciendo viejas, vas acertando más porque se hace con descendencia. Las reatas que te dan buen resultado son las que siguen en la ganadería y lo que no, por flojo o por blando, lo vas eliminando. Pero claro, para eso necesitas muchas generaciones de vacas y eso es lento. Ser ganadero tiene mucho mérito y sobre todo debes tener mucha paciencia.

-Al ser figura del toreo, ¿influye en su selección para saber qué debe tener un toro que permita el triunfo?

-Cuando uno selecciona lo primero que se te viene a la cabeza son aquellos toros que te han hecho triunfar y permanecer en el tiempo con el respeto y admiración de los públicos. Ese toro es el que uno tiene grabado y cuando un toro tuyo se acerca a ese toro que te ha permitido esos triunfos es el que intentas seguir. No se sigue otro tipo de toro por haber sido torero, sino el que es para cortarle las dos oreja y emocionar a la gente. Ese es el que uno busca.

-Usted lidia para corridas de rejones y también para festejos a pie. ¿Se selecciona de la misma forma?

-La selección es la misma. Además, los tentaderos los realizan los toreros. Sí se intenta marcar el ritmo en la embestida, con continuidad y no el toro que se para o que es de "unipase". Eso no sirve ni para a pie ni para caballo. No debe haber tiempos muertos en su embestida ni en su acometividad. Eso no sirve.

-¿El toro ahora es más grande?

-El toro es ahora más grande que nunca pero está mejor seleccionado que nunca también. Quizás ahora los toreros les hagan más cosas que nunca a los toros porque los ves antes y no son tan cambiantes en su embestida como ahora. El toreo ahora puede parecer más fácil que antes pero es mentira. Mi impresión es que nunca ha habido un toro tan grande como ahora.

-¿Cómo ve el toreo de hoy?

-Extraordinario. Hay una técnica y una forma de torear extraordinarias. Los toreros están tanto rato delante de un toro y no se cansan con lo que cuesta, Dios mío, estar tanto tiempo delante de un toro. Son unos profesionales con mucho respeto al público, antes los toreros no respetaban tanto y ahora todos hacen un esfuerzo con el toro que salga a la plaza. Eso es digno de admiración.

-Usted que cría toros, ¿qué opina de quien dice que son unos asesinos?

-Un desconocimiento total y absoluto del toro. Probablemente, en muchos casos, puedo estar más pendiente de lo que hacen mis toros el día a día que mi familia que la tengo más descuidada. Al toro se le cuida muchísima y el cuento de que sufre es mentira. Hay pruebas científicas que demuestran que segregan la hormona de la felicidad e inhiben el dolor totalmente. Es absurdo decir que sufren y sobretodo de un desconocimiento del animal total y absoluto.

-¿Ha logrado el toro que sueña?

-Todavía no, ni mucho menos. Quién sabe si algún día lo conseguiré. El sueño está ahí y eso es lo bonito, que no acaba jamás. Pero el toro que sueño aún no lo he conseguido. Ojalá salga esta tarde esta tarde.

-Maestro, no ha podido ser.

-La próxima será.