Los que aman la palabra y la textura y el color del papel; los que disfrutan escribiendo lento y, a poder ser incluso, con pluma; aquellos que gustan de oler los libros, viejos o nuevos, la primera vez que caen en sus manos, encontrarán en la obra de Raquel Alonso Ludeña una perfecta aliada. Esta joven licenciada en Conservación y Restauración de Documento Gráfico, con un importante bagaje profesional a sus espaldas, demuestra como nadie que es una enamorada de su trabajo como encuadernadora, el cual firma bajo el nombre de El Códice del Eremita. Si ya resultan atrayentes su libretas, carteras, libros y diarios en su página web, http://elcodicedeleremita.wordpress.com, aún son mucho más bellos al natural, cuando las manos toman contacto con la suavidad de la piel, en el cuidado uso de las palabras que ilustran algunas de sus obras y en la elegancia y calidad de su papel.

Si la artesanía tiene alma, está en su obra. Basta observar de cerca una de sus carteras Meditatio, que en latín significa «meditación, reflexión», para sentir el deseo de tener una. Destinada, por la autora, a una función de diario, tiene una suave y satinada piel de becerro con una tira de piel de cabra rodeándola, que se cierra sobre un botón también de piel. La autora ha cosido el cuerpo del libro a la cubierta con la costura original que recuerda este tipo de encuadernaciones, utilizando un hilo doble de algodón. Contiene 240 páginas de un color crema verjurado de gran calidad. En ella no sólo se puede escribir, sino también pintar e ilustrar con acuarela. Raquel Alonso ha pretendido, con esta obra que vende en diferentes tonalidades y tamaños, rendir homenaje y, al mismo tiempo, acercar al publico del siglo XXI el tipo de cartera que se utilizaba en la Edad Media para archivar de forma segura los manuscritos. La costura es visible en el lomo y la piel continúa formando una solapa.

Su amor a la palabra escrita se refleja también en otra serie de libretas que firma bajo el nombre de Obeo, donde cobran especial protagonismo varios poemas de Marisol Mencía escritos sobre papel al engrudo realizado por la restauradora, que recubre sus tapas.

Amante de la naturaleza y la tranquilidad, Raquel Alonso Ludeña recomienda a los viajeros realizar un tramo del sendero de gran recorrido 109, concretamente, la etapa número 13, entre El Valle, en Zureda (Lena), y Llanuces, en Quirós, de unos 20 kilómetros, y que se inicia tras dejar atrás las últimas casas de El Valle. Por una pista de zahorra se asciende hasta llegar a la majada La Gallina, desde donde se puede disfrutar una gran visión panorámica de Las Ubiñas, los puertos de Agüeria y peña Rueda. Tras alcanzar el mayáu de La Balsa, se desciende por bosques hasta La Felguera. A pocos metros de allí se abandona la pista para tomar un desvío a la derecha por la carretera que lleva al alto de la Corredoria. Aquí el camino natural gira hacia la izquierda por la carretera, en dirección a Llanuces. Antes de llegar existe un área de descanso y un mirador desde donde seguir disfrutando del paisaje.