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Quirós cierra las puertas del Paraíso

El realizador concluye su trilogía con una "comedia ácida de tintes surrealistas" en la que cristaliza su forma de hacer un cine "con mayor dosis de libertad y provocación"

El cineasta asturiano José Antonio Quirós ha concluido su trilogía sobre el Paraíso. Rodada íntegramente en Asturias, "Aquí sin Paraíso", "una comedia ácida con tintes surrealistas", será una miniserie que se estrenará en enero de 2017 y también tendrá una versión cinematográfica en marzo con el título de "Los desorientados" , de unos 80 minutos de duración y con algunos escenarios madrileños. Al frente del reparto están Fran Sariego y Eduardo Antuña. Un dato emotivo: la recuperación de la emblemática actriz y cantante Lilian de Celis.

Esta historia sobre la picaresca actual arranca con dos amigos (Grullos y Antuña) que se reencuentran en la habitación de un hospital. Uno de ellos se mueve en silla de ruedas vagando sin rumbo fijo. El otro, forzado a dejar la planta donde se está recuperando de picaduras, decide acompañar a su amigo en la aventura que se abre ante ellos.

Tras varios desencuentros por la ciudad con distintas personas, la pareja empieza a trabajar en la finca de una misteriosa Marquesa. Con resultados negativos, como era de esperar. Sin embargo, las circunstancias les conduce a la Ribera Gloriosa, una comarca aparentemente idílica donde no hay coches, no se ve televisión, no hay conexión a internet ni se recurre al móvil. El lugar es un entorno paradisíaco entre montañas donde no hace falta trabajar para vivir. Una especie de Shangri-La a la asturiana.

Grullos y Antuña llegan, pues, al paraíso soñado. Sus conocimientos y habilidades les ayuda a una disfrutar al principio del nuevo escenario hasta que, como no podía ser de otra forma, la realidad se impone y empiezan a surgir conflictos con los vecinos del lugar, que ponen bajo sospecha sus actos y sus ideas. Y Grullos y Antuña irán descubriendo que en ese "paraíso" hay unas normas y controles a los que no estaban acostumbrados.

"Fueron tres semanas y dos días de rodaje, entre carreteras, caserones y un pueblo entre montañas", afirma el director. "Hubo momentos sensacionales y agotadores, entre el día, la noche y los amaneceres". Y añade: "Siendo una producción modesta, me sentí como si tuviera un equipo de lujo, con el planteamiento de poder grabar todos los planos soñados. No había tiempo ni posibilidad para el desasosiego, o se rodaba lo que estaba marcado, en las circunstancias que tuvimos, o no habría manera de volver atrás. Por suerte, el plan de rodaje se cumplió a rajatabla, aunque todo cineasta siempre echa en falta algún día más. Esto ocurre siempre, en las grandes producciones y en las más pequeñas".

Es inevitable preguntar al director y guionista por la evolución de la trilogía. "En cierta manera", responde, "he tenido una extraña transformación, aunque se mantienen ciertas coincidencias. Es cierto que mis historias tienen un denominador común: un cierto realismo con dosis surrealistas, y también la combinación del humor con momentos dramáticos. Siempre tuve demasiado miedo a usar sólo la comedia o sólo el drama. Me gusta aderezarlos como si fuera un buen plato".

Cree Quirós que desde su largometraje "Pídele cuentas al Rey", pasando por "Cenizas del Cielo", transitó "hacia un cine menos comprometido y más surrealista e irónico, con mayor dosis de libertad y provocación. Y eso también va en función del tipo de producción".

La producción independiente te hace más libre, reconoce, "y ello me llevó también a añadir a los actores no profesionales, es decir, a los actores de carácter. La nueva aportación de mezclarlos con los actores profesionales fue un reto, y a la vez un experimento. Ello provoca en el actor profesional más concentración y más entrega cuando tiene delante a alguien que no interpreta sino que es él mismo". Ahora hay más experimentación, apunta, "me detengo en los pequeños detalles en los que no me planteo si el espectador lo entiende o no; sí es cierto que muchas veces te llevas sorpresas porque descubren detalles que había escondido en la narración. Eso da lugar a que muchos te dicen: cuando vi un trabajo tuyo por segunda o tercera vez reparé en esto o lo otro".

Quizás, admite, ahora hay "más voyeurismo, en esta volumen los personajes miran mucho y se esconden? Sigo apostando por no dárselo todo mascado al espectador. No me gusta lo dogmático; en 'Aquí sin Paraíso' hay una secuencia en la que los dos protagonistas dan un discurso cada uno. Esos discursos, por ejemplo, retratan a una sociedad que busca lo fácil y superficial, no lo que les hace reflexionar? pero mis finales nunca se concluyen y además pretendo que cada espectador saque sus conclusiones".

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