Ya dijo Pitágoras que hay una relación inequívoca entre la música y las matemáticas, pero nadie ha podido probar científicamente que la música sea química. Y no obstante, entre el violinista gijonés Vicente Cueva y el organista belmontino Fernando Álvarez, fluye una corriente de especial sensibilidad que hace de sus conciertos una experiencia sensorial indescriptible. Órgano y violín juntos, una combinación clásica que mañana (20.15 horas) podrán disfrutar los melómanos avilesinos y cuantos deseen acercarse a la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery para escuchar el concierto conmemorativo del estreno, hace siete años, del órgano de esta iglesia avilesina.

La organización del acto corre por cuenta de la Fundación Avilés Conquista Musical y, como bien se encarga de recalcar el presidente de la entidad, José María Martínez, "el concierto es posible gracias a la graciosa colaboración de los dos músicos protagonistas". Es decir, que ni Cueva ni Álvarez cobran honorarios por tocar: "Hay que estar a las duras y las maduras, la música está en horas bajas y hay que apoyar todas las iniciativas que surgen para difundirla... así sea haciéndolo gratis", comenta el violinista y compositor Vicente Cueva, ya retirado de su puesto como primer violín de la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española pero aún volcado en la práctica del instrumento que le ha dado fama.

A los dos protagonistas del concierto de mañana por la tarde les atrajo la música siendo niños: Vicente Cueva dijo con 8 años que quería ser violinista y su padre, ebanista de profesión, le puso uno al día siguiente en la cabecera de la cama; Álvarez se fue con 6 años de su Almurfe natal (Belmonte de Miranda) a estudiar a Pola de Siero y fue oír sonar un órgano y querer aprender a tocarlo. Ambos son hoy maestros reputados en el manejo de sus respectivos instrumentos; el segundo, además, organista titular de la basílica de Covadonga desde 1983. "Es un privilegio poner música todos los días del año, junto a los niños de la Escolanía, al Real Sitio", apunta.

El concierto que ensayan desde anteayer en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery está basado en un programa muy heterogéneo que incluye desde piezas compuestas por el propio Vicente Cueva a clásicos como "Chanson triste" de Ravel o "Ronde d'amour" de Westerhout.

La fusión del órgano y el violín, no muy frecuente en los conciertos que se programan en la iglesia de Sabugo, "no tiene mayores complicaciones" a juicio de los músicos que la harán posible. Fernando Álvarez asegura que "ambos instrumentos empastan bien" y añade que el órgano "se lleva bien con casi todos los instrumentos, incluso con la gaita, no es vano es casi una orquesta entera en sí mismo".

Tanto Álvarez como Cueva no dejan de destacar el "lujo" que supone para Avilés contar con el órgano que mañana cumple siete años y animan a que haya muchos días en que puede ser oído: "Todos los instrumentos, pero espacialmente el órgano necesitan ser tocados con frecuencia para mantenerlos vivos, en buenas prestaciones y que no se vengan abajo. Aparte, es conveniente una afinación anual", explica el organista de Covadonga.

El buen entendimiento de ambos músicos en la parte artística se traslada también al campo de su opinión sobre la falta de aprecio a la música que existe en España, tanto en el terreno de la educación reglada como en lo que respecta al comportamiento del gran público. "Lo normal en otro país con arraigo musical es que un concierto como el de mañana fuera de pago voluntario, pero eso aquí es inconcebible. Con la música pasa como con internet, que pensamos que todo tiene que ser gratis", lamenta el organista.