El desarrollo del campus de Mieres, a través de un plan de futuro, es uno de los principales compromisos del rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde. La semana pasada dio sus primeros pasos tras la aprobación de los planes estratégicos en el Consejo de Gobierno.

–El campus de Mieres cumple 20 años, ¿cómo considera su evolución durante este tiempo?

–Ya lo decíamos cuando presentamos la propuesta de Plan Estratégico para el campus de Mieres, hace ya un año. En estos 20 años, el campus ha crecido y madurado, alberga estudios consolidados y una importante actividad investigadora. Pero, también es cierto, creo que no ha conseguido del todo superar esa primera fase llena de los titubeos e incertidumbres propias de todo comienzo para entrar en la madurez como espacio académico. Conseguir que supere ese periodo es uno de los grandes retos que nos marcamos cuando llegamos al rectorado y ya hemos comenzado a dar pasos en ese sentido.

–¿Qué suponen estas instalaciones para la Universidad?

–Contar con el campus de Mieres es una suerte, sobre todo, gracias a su juventud. No podemos olvidar que es un campus diseñado “ex novo”, pensado como una unidad espacial continua en la cuadrícula urbana, que aúna de una forma equilibrada y ordenada en un mismo espacio un gran edificio docente, un espacio académico polivalente, infraestructuras de apoyo deportivas, de restauración, alojamiento y aparcamiento. Y un locus abierto con un enorme simbolismo (castillete, acceso, edificios auxiliares y talleres de dos antiguas minas, Barredo y Mariana). Todo eso lo ha de aprovechar toda la comunidad universitaria.

–Hace 20 años se hablaba de que el campus podría acoger hasta 6.000 alumnos, cuando en la actualidad cuenta con aproximadamente medio millar, ¿es posible alcanzar el propósito original?

–No, no es posible. Pero no es algo que se le pueda achacar al campus o a la Universidad. Somos el resultado de un problema, o una realidad, de índole regional, que va más allá de lo académico. Perdemos población y, lógicamente, la Universidad pierde alumnos. Las cifras de las que se hablaba hace 20 años ahora mismo no son realistas. La realidad universitaria avanza ahora en otro sentido.

–¿Llegaron a peligrar alguna vez los estudios de Ingeniería Geomática en Mieres?

–El primer documento que presentamos sobre el Plan de Titulaciones decía literalmente que los datos que se obtenían sobre Ingeniería Geomática indicaban que se trata de una titulación para la que debería valorarse la posibilidad de suprimirla de la oferta de titulaciones de grado. Quiero hacer hincapié en este “debería valorarse la posibilidad”. Lo que quedaba patente en ese primer documento es que había un problema. En el documento definitivo, que se aprobó el pasado viernes en el Consejo de Gobierno, y fruto en parte de las aportaciones que hemos recibido por parte de la Escuela Politécnica de Mieres, se recogen algunas cuestiones muy positivas que tiene la titulación, como por ejemplo, que su plan de estudios está actualizado y ajustado a la realidad del desarrollo tecnológico. La conclusión a la que se llega es que se trata de una titulación relevante para la Escuela Politécnica de Mieres y para la sociedad asturiana, que precisa de un impulso mediante distintos canales y soportes de difusión en el que deben comprometerse el centro, docentes e investigadores, para la captación de estudiantes asturianos y del entorno geográfico más inmediato.

–En sus planteamientos de futuro para el campus no se abordaban nuevas titulaciones, ¿cómo puede crecer el campus de Mieres?

–Esto no es del todo así, porque en el planteamiento que hacemos en nuestros planes estratégicos está incluida una fusión con la Escuela de Ingeniería de Minas, Energía y Materiales. Sea como sea, creo que el campus de Mieres madurará y se consolidará no a través de la docencia, sino a través de la investigación. Un error muy común es pensar que los campus crecen con nuevas titulaciones, pero no es así. La evidencia es que los campus crecen si crece su músculo investigador porque eso arrastra formación ligada a la investigación. Ese es el círculo virtuoso que funciona sin ninguna duda.

-¿Qué supondrá la fusión con la Escuela de Minas de Oviedo?

–Cuando presentamos el Plan del campus de Mieres ya éramos claros: No podíamos correr el riesgo de convertir al campus en un “cajón de sastre” que termine por acoger actividades residuales, inconexas y faltas de articulación interna. La agrupación de los estudios de minería forma parte de esta estrategia de especialización. Tenemos que convertir el campus del Mieres en un centro de referencia en recursos naturales, patrimonio industrial y grandes infraestructuras civiles. En cuanto a tiempos, no quiero aventurarme a dar fechas porque ya no depende solo de nosotros. Ahora, es el turno del Consejo Social. Una vez que dé el visto bueno a los planes, la integración de la Escuela de Minas en Mieres requiere de un procedimiento propio, que no culminará hasta obtener la aprobación del Principado.

–Esta situación ha llegado a enfrentar a los alcaldes de Oviedo y Mieres, ¿qué opina al respecto?

–Le voy a decir lo que ya he dicho en otras ocasiones. Entiendo en parte el papel de los alcaldes, que tienen que luchar por aquello que sea bueno para su municipio, pero, a pesar de que me han dolido algunas expresiones muy duras, no voy a contribuir en ese debate estéril del localismo que parece que tanto nos gusta en esta región. Nuestro equipo piensa siempre en lo que puede ser lo mejor para la institución porque, además, sabemos que lo mejor para la Universidad será lo mejor para Asturias.

–También hablaba de la puesta en marcha de varios institutos como el de Patrimonio y el de Inteligencia artificial, entre otros, ¿en qué estado se encuentran?

–Se encuentran en momentos distintos. El de Patrimonio está más avanzado, ya tiene espacio concretado y pronto estará establecido en Mieres. En cuanto al de Inteligencia Artificial, todo parece indicar que debemos ser aún más ambiciosos y no pensar tanto en un instituto como en un gran polo a imagen del Centro Vasco de Inteligencia Artificial.