He estado fuera de Avilés prácticamente veinte años, desde 1998 hasta 2019, y sí es verdad que mi madre vive en Avilés y uno volvía puntualmente, pero a medida que ha pasado el tiempo he pasado de ver aquella ciudad en la que nací en 1971, el Avilés del “baby boom” al albor de Ensidesa, a la ciudad que es hoy día, con muchísimos bajos comerciales cerrados.

Es impensable que venga una gran industria, que tire de todo esto y que genere, como generaba Ensidesa en su día veintipico mil puestos de trabajo y prácticamente aseguraba un tejido de empleos indirectos que daba como resultado ese Avilés que conocimos bullicioso.

Ahora, realmente, el futuro se trata de mimar las empresas que hay, que las hay; tenemos cerca grandes compañías con un volumen no tan grande de trabajadores, pero tenemos a Cristalería, Asturiana de Zinc, DuPont y todas las que han surgido con las nuevas energías, como Daniel Alonso, que cargan todas sus estructuras al otro lado de la ría.

La edición Avilés de LA NUEVA ESPAÑA vino a completar la cotidianidad de esta comarca para unirnos a todos un poco más

Celestino Varela - Director de la Ópera de Oviedo

Yo creo que Avilés, de cara al futuro, y con todo esto del cambio climático, debería potenciar su imagen como ciudad de acogida, en un momento en que se ha ido quedando vacía de población, en los peores guarismos de toda Europa porque mucha gente había venido a trabajar a Avilés de otros lugares de España y muchos han vuelto a sus pueblos, sin que la segunda generación haya quedado ni tan siquiera aquí.

El potencial de Avilés es ese, una ciudad del Norte, una ciudad con un clima que dentro de unos años va a ser envidiada si seguimos en esta dinámica, y una ciudad para la que yo pediría a todos los políticos que, realmente, piensen en ponerse de acuerdo en hacer políticas comunes y auténticamente de concordia y salvación de una zona que tiene un potencial muy grande, siempre buscando la especialización. Lo que no tiene Gijón en el Puerto, tratar de buscarlo en Avilés o ser un complemento inteligente. Lo que no tienen ni Gijón ni Oviedo en Cultura, tratar de buscarlo con los espacios que tenemos en Avilés, con un teatro Palacio Valdés precioso y un Centro Niemeyer que falta todavía por explotar y que recibirá su espaldarazo cuando se soterre la vía y se una la ciudad, que es una gran costura que sigue partiéndola todavía hoy.

Paseantes en la céntrica calle La Ferrería Ricardo Solís

De cara al futuro quiero ser optimista y mandar un mensaje a esta ciudad en la que yo crecí y en la que la edición de Avilés de LA NUEVA ESPAÑA vino a completar un poco el día a día de los avilesinos. Recuerdo muy cariñosamente a Álvarez-Buylla y sus artículos de cuando yo empezaba a cantar, también a Velasco... en fin, muchísimos nombres. Creo que fue un acierto de LA NUEVA ESPAÑA buscar una singularidad de una edición en una ciudad que tenía dentro de la región una importancia muy grande, por población, por peso económico y por su industria. Este periódico ha acompañado a los avilesinos en estos treinta años, creo que ha sido muy importante lo que ha hecho LA NUEVA ESPAÑA para conectar el día a día de todos y unirnos un poco.

Dentro del ámbito cultural han sido tiempos muy difíciles, pero el optimismo tiene que estar por encima de todo. Los asturianos, en general, y en Avilés también, somos personas que lo damos todo al que viene de fuera, le ponemos en primer lugar y creo que debiéramos de ponernos más a nosotros en primer lugar y creer más en nosotros mismos. Parte del futuro se basa en eso, en apostar por las personas que son emprendedoras, en estar cerca de los empresarios y también de los trabajadores, en la defensa de sus derechos, pero siendo capaces de remar todos en la misma dirección.

Avilés lo merece y es una meta a lograr: que la ciudad esté bien, con su espacio natural, adentrándose por la zona de Villa, el área del Gorfolí y luego la salida al mar hacia Xagó, Salinas y San Juan hace de Avilés un enclave privilegiado. Con muy poco que concuerden los políticos queda por delante un futuro muy esperanzador.