Jenny Hayes, profesora de inglés. Hace cuatro años dejó su trabajo como profesora de Universidad en el Reino Unido y se vino a vivir a la casa que había comprado con su marido en Vis. Ahora imparte clases online a alumnos de toda España desde esta aldea de 23 personas donde disfruta del paisaje de los Picos y acoge a jóvenes voluntarios internacionales con los que cultiva un huerto ecológico que da gloria verlo.

Hay un rincón muy especial en la casa de Jenny Hayes en Vis (Amieva). Como si las vistas de los Picos de Europa no fueran ya maravillosas, en una esquina del jardín hay un banquín bajo un limonero, rodeado de plantas olorosas de todo tipo. Miss Hayes, de 61 años, posa justo ahí. Lo que sigue debería leerse escuchando el pulido español, ligerísimamente guiri, de la señora Hayes; disfrutando del frescor de la nieve a lo lejos y en lo alto, de los verdes del valle alrededor. Y oliendo a lavanda, a menta, a geranio aromático.

Soy irlandesa de Cork. En los años ochenta viví una temporada en Oviedo y siempre quería volver. Había estudiado Filología Inglesa y trabajé en las academias de inglés de Oviedo. Por cierto, pasaba todas las mañanas delante de la oficina de LA NUEVA ESPAÑA. Había terminado la carrera y un amigo de un amigo de mi hermana era de Oviedo y me dejó una habitación. Yo no hablaba ni una palabra de castellano. Bueno, solo sabía dos palabras: adiós y sombrero. Me ponía cada día con un libro de gramática a estudiar sola y, por la tarde, salía a conocer gente y me esforzaba en comunicarme”.

Los irlandeses y los asturianos tenemos mucho en común. Pero esto es mejor que Irlanda. Cuando me marché, siempre me venía la cosa de volver a Asturias. Es algo que les pasa a muchos asturianos que se van: que les da la morriña de volver. Pues a mí, que soy irlandesa, también me entró la morriña”.

La primera vez que vine a España creo que todo me parecía más un pueblo. Creo que la gente era más sencilla, en el sentido bueno. Ahora son más europeos todos. Más parecidos a los demás. Menos diferentes, quizá. Había más cosas que me llamaban la atención. Aunque quizá sea porque ahora lo entiendo todo y sé cómo es”.

También noto el cambio en que hay mucho más turismo. Eso se nota muchísimo. Y en cómo ha cambiado el campo. Hay menos gente trabajando la huerta. Yo tengo una huerta y me fijo mucho en eso. Aquí menos gente tiene vacas, menos ganao. Y, claro, está cambiando el paisaje. Antes me decían que había huertas en todas partes y que ahora sí que está todo el paisaje un poco más cerrado, porque la gente ya es mayor y los jóvenes no quieren venir a cuidarlo y a trabajar aquí. No pueden, porque no hay trabajo”.

(Jenny Hayes tiene un huerto ecológico y colabora con la ONG World Wide Opportunities on Organic Farms (WWOOF), donde sus miembros acogen temporalmente a jóvenes voluntarios interesados en aprender acerca del cultivo sostenible. Así que cada año suele dar alojamiento a dos parejas procedentes del extranjero para que la ayuden en la huerta.)

Jenny Hayes, bajo su limonero, en su casa de Vis Julián Rus

Me fui a Inglaterra por motivos familiares y me quedé allí. Pero siempre quería volver aquí y, entonces, en 2016 compré con mi marido, Andrew Grenfell, una casa en Vis con la idea de venirnos a vivir. Hasta hace cuatro años estuve residiendo en Newcastle y trabajaba en la Universidad de Sunderland. Primero di clases de español, luego de inglés, luego de metodología de la enseñanza. También cuidaba de los chicos que hacían el Erasmus y desarrollaba proyectos europeos. Al final hacía de todo. Estaba muy estresada y quería dejarlo y venir aquí. Mientras tanto, en la Universidad hacían recortes voluntarios y me apunté. Lo vi como la oportunidad de escapar de la ciudad y venir a aquí. No me planteé volver a Irlanda. En parte porque llueve demasiado. En Asturias hay un clima perfecto: tienes lluvia, un poco de sol pero no demasiado sol y buena comida. La mezcla es perfecta”.

El día que tomé la decisión de dejarlo, a mi hija le ofrecieron un trabajo y empezó ganar más de lo que ganaba yo. Y yo empecé a ganar lo que ganaba ella como estudiante. Sí que me preocupaba el no tener dinero para vivir aquí, pero me puse a buscar para dar clases de inglés. Siendo profesor de inglés se puede ganar la vida en cualquier país”.

Ahora soy profesora de inglés online, doy clase a alumnos de otras partes de España desde Vis. Aquí no tenemos fibra, así que las conexiones para las clases las hago a través del móvil. Eso es peligroso, jajaja, porque si se me rompe el móvil no puedo trabajar. También tengo una vivienda vacacional y una pensión muy pequeña, para tres personas. Simplemente para permitirme vivir aquí. La mitad de mis ingresos viene de dar clase online, y la otra mitad, del turismo. Tengo suficientes alumnos para poder vivir. Si quisiera más, tendría más, pero a mí me interesa la huerta, caminar...”.

Mi marido es profesor en Newcastle. Él es inglés y el brexit nos afectó muchísimo, porque ya no tiene los derechos que tenía como europeo. Tengo un hijo en Australia, que tiene 32 años y es médico. Otros dos están en Inglaterra, tienen 33 y 29 años. Los hijos, como tienen nacionalidad irlandesa, siguen siendo europeos, pero él no. Ahora mi marido no puede estar en Europa más que 90 días al año. Cada vez que viene tiene que sellar el pasaporte. Ahora es como ir a un país fuera de Europa. Como ir a los Estados Unidos. Está esperando a jubilarse a ver qué hace, le quedan unos años. Pero para poder venir aquí, mi marido tendrá que pedir un permiso de residencia. Él cobraría la pensión allá. Y a ver qué pasa. Podrían no darle el permiso porque sería un jubilado que no trae nada de ingresos. ¿Qué aporta al Estado español? Ya ves cómo nos afectó el brexit”.

El día del voto del brexit la mitad del país estaba llorando. Mis amigos y yo estábamos llorando. La Unión Europea era una fuerza para el bien de todos. Gracias a ella hemos evitado una guerra durante muchísimos años. Hemos tenido el periodo de paz más largo que nunca. Mira ahora lo de Ucrania. El brexit era como romper un lazo con los amigos. Estamos todos tan interrelacionados... Todos tenemos amigos y familiares europeos. Ha afectado a todos. A los que viven ahí y a los que viven aquí. No sé, nos ha empobrecido a todos culturalmente. Seguimos sin explicarnos cómo pudo ocurrir”.

Así que yo estoy viviendo sola aquí. Me encuentro muy bien. Conozco más o menos a todos, creo. Somos 23 aquí. Estoy muy bien. Son muy acogedores. En la pandemia nos mandábamos muchos mensajes. Tengo un perro border collie. Y tengo una vista guapísima de los Picos de Europa. Es que Amieva es muy bonita; mira, ven, sube a la terraza. Esto es lo que me hizo comprar la casa”.