Manolo Campa, comerciante jubilado, regentó la camisería El Modelo, fundada por su abuelo. Desde su negocio de la calle de la Cámara, hoy ya cerrado, contempló y vivió el Avilés previo a la llegada de Ensidesa y también el estallido demográfico que trajo la siderurgia, mucha contaminación, pero también prosperidad económica. 

"Me llamo Manolo Campa. ¿Año de nacimiento? Pues horrible: 1933. Acabo de cumplir 89 años. Yo nací en Avilés, y que me perdonen, pero pienso morir en Avilés. Estudié la carrera de Comercio porque mi padre tenía una tienda en Avilés. En cuanto acabé me metí a trabajar en la tienda, sobre 1951. Mi padre falleció siendo yo un crío, luego en la tienda siguió un tío mío y más tarde ya continué yo solo. Toda mi vida detrás del mostrador. La tienda estaba en la calle la Cámara, camisería El Modelo. ¿Sabes dónde está el Banco Bilbao? Pues El Modelo estaba enfrente del Banco Bilbao. Aunque yo siempre lo digo de otra manera: el Banco Bilbao está enfrente de donde estaba El Modelo".

"Desde que comencé a trabajar en El Modelo hasta hoy aquello cambió totalmente. Avilés era un pueblo muy tranquilo, muy ordenado, vivíamos muy plácidamente. Me acuerdo de ir a ver a mi padre a la tienda de rapacín y estar jugando en medio de la calle, no pasaba nadie. Antiguamente, y eso lo habrás oído tú muchas veces –y perdona que te tutee porque imagino que el joven serás tú–, nos enorgullecíamos mucho diciendo que Avilés era la Atenas del Norte. Había un movimiento cultural importante. De aquella época no se me olvida que, entre otras cosas, teníamos tranvía, que hoy en día es una novedad que una ciudad tenga tranvía. Y teníamos cuatro cines, que con la gente que éramos cuatro cines era bastante. Teníamos un casino y teníamos el teatro Palacio Valdés, que es una joya. A cinco minutos exactamente de donde teníamos la tienda eran ya los prados de los alrededores de Avilés, los prados de Carbajal. Hoy vivo muy céntrico y vivo ahí, en aquellos prados, exactamente a cinco minutos de la tienda, donde hoy hay casas de diez y doce pisos".

"El Modelo primero fue sombrerería. La fundó mi abuelo. Soy nieto de comerciantes, hijo de comerciantes y comerciante. Pero ni voy a ser padre de comerciantes ni abuelo de comerciantes. Conmigo termina. Mis hijos se dedican a otra cosa. Desde los 18 o 19 años que acabé la carrera, detrás del mostrador hasta hace veinte años. Era un comercio muy activo. La refundación de la Filarmónica, en 1903, se hizo allí. Mi tío Rodrigo, que estaba con nosotros en la tienda, estableció dos torneos internacionales de ajedrez que debieron de ser en 1947 o 1948 y que tenían en aquella época mucha importancia, aunque hoy pasa desapercibido. El Modelo era de estos comercios antiguos donde la gente se reunía, se encontraba con amigos y había unas pequeñas tertulias que no evitaban la venta. Pero cuando llegó Ensidesa se acabó, no había tertulias ni nada. Allí te tenías que poner delante del mostrador y a vender camisas como fuera. La demanda se multiplicó".

"Lo que pasó fue increíble. Eso hay que vivirlo para creerlo. Ver la cantidad de gente que llegó a Avilés en busca de trabajo o con trabajo conseguido. Aquello fue tremendo, la explosión en los comercios. Empezamos a superar las ventas totalmente. Pasamos de 17.000 habitantes y terminamos en casi 90.000, casi de repente".

"La gran industrialización nos lo cambió todo. Me acuerdo perfectamente de cuando salió una noticia de que venía una gran empresa para Avilés. Fue en 1950. Estaba en la puerta de la tienda y veía acercarse la manifestación porque le acababan de conceder a Avilés la instalación de La Fabricona, como decíamos siempre. Cuando salió la noticia en el periódico y en la radio se hizo una manifestación de contento. Y a partir de ahí se acabó la placidez. Y te digo que afortunadamente, porque ahora Avilés se ha convertido en una ciudad importante".

"Todo fue muy extraño. Empezamos a ver gente por todos los lados. Vino tanta gente que no había para todos. No teníamos nada que ofrecer. No había alojamientos. Era un pueblo pequeño y muy guapo, encantador: una villa, como nos gustaba decir; pero, de repente, se convierte en una ciudad. Pero toda esta gente a nosotros nos vino muy bien. Antes de Ensidesa, el comercio de Avilés estaba esperando la llegada de la época de la Navidad para aumentar las ventas, pero, cuando vino toda la industrialización, esos barullos de gente eran Navidad más veces al año. Todos los comercios fuimos para arriba, para arriba".

"Me acuerdo de la ría limpia, de la ría sucia, de la ría sucísima y de la ría limpia otra vez. Antes de que viniera Ensidesa estábamos esperando a que llegara el domingo para coger una lancha y salir a la ría a pescar. Las excursiones nuestras eran una gozada. Se pescaba, y mucho. Tengo comido salmonetes y doradas pescados allí». «Esto se acabó, pero, bueno, bendito machaqueo el de la industria, que viniera otra igual. Porque en estos momentos veo a Avilés con muchas dudas, porque continuamente nos están amenazando con paros y con cierres. Se nota en Avilés que hay trozos de calle de cien metros, en lo más céntrico, donde hay hasta once locales vacíos. Pasa en Oviedo, que también hay montones de sitios cerrados. Pero, bueno, qué le vamos a hacer, nos están tocando cosas difíciles".

"A cambio, está volviendo el turismo a Avilés. No sé si tendrá algo que ver la pandemia, que como aquí en Asturias nos defendimos bastante bien vino mucha gente de turismo y se dieron cuenta de que esto es un paraíso natural. Estos años vimos bastantes más turistas en Avilés. Como sabes, hubo hasta cruceros. ¿Quién pensaba que íbamos a tener un crucero en Avilés?".

"El Centro Niemeyer no cambió nada. Es una gran obra que allí está y está bien. Hay muchos actos culturales al cabo del año, pero creímos que iba a ser más. La verdad es esa. Pero, bueno, qué le vamos a hacer. Yo creo que quedó un poco desinflado, que no tiene la potencia que todos creímos. A lo mejor tiene la que tenía que tener, lo que pasa es que nos hicimos ilusiones de que iba a ser tremendo. Pero, bueno, está bien ahí donde está, eso que quede claro. Está muy guapo, déjalo".

"Avilés, si te hablo desde el punto de vista de un jubilado de 89 años, pues muy bien. No puedo ser más sincero. Tengo todas las facilidades de una ciudad grande y ninguno de los inconvenientes porque lo tengo todo aquí en Avilés. Y si resulta que me queda pequeño, a 20 minutos están Oviedo y Gijón. Tardo tanto yo en ir de mi casa a Oviedo como uno que vive en la Diagonal de Barcelona del principio al final de la calle. Yo digo que vivo muy bien porque mis hijos están trabajando. Veremos a ver lo que pasa con mis cinco nietos. Otra cosa van a ser los nietos. Esos sí son la perdición mía, los nietos. Son la vida entera. Ya los tendrás algún día, ya verás. En estos momentos es lo mejor que tengo. Lo que tenemos, porque estoy hablando en singular y hay que hablar en plural".