Tapia de Casariego está a reventar en estos días de agosto. Hacia el ferragosto es cuando se hace más evidente el extraordinario crecimiento de la segunda residencia, que se produjo desde comienzos del siglo XXI y hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria, con la catástrofe financiera internacional de 2008. En 1991 había censadas en el municipio tapiego 591 viviendas secundarias. Dos décadas después, en 2011 (tras el colapso del mercado y en el último año sobre el que Sadei ofrece datos) ya existían 1.400 viviendas secundarias, más del doble. A tal punto que, hoy en día, en el concejo tapiego hay más segundas residencias que viviendas principales (1.331).

En estos años, Tapia se ha consolidado como el gran destino vacacional del Occidente asturiano, pero ello no ha servido al concejo para frenar la caída de población. En ningún año desde 2001 el extraordinario boom de la construcción se tradujo en un incremento del padrón. En lo que va de siglo, el municipio ha perdido el 14% de sus habitantes. Ni siquiera la conexión con la Autovía del Cantábrico (el brazo occidental se completó en el año 2013) ha logrado frenar la sangría demográfica, como sí está ocurriendo en el Oriente costero, donde la nueva comunicación se ha unido al turismo para configurar un nuevo escenario económico.

La villa tapiega está envuelta en playas –ninguna en el Occidente tiene tanto arenal y con tan fácil acceso desde el núcleo urbano–, y tiene todo tipo de encantos. Hasta los atardeceres desde el puerto son de fábula. Por ello, atrae a multitudes de veraneantes "de siempre" y a turistas de nueva generación. Y ahora, con la mejora del acceso viario desde el centro de la región, también crecen los tiempos de ocupación de las segundas residencias. Sin embargo, el sector hostelero representa solo el 8,36% del empleo del concejo. En otros destinos turísticos de referencia en Asturias, esta actividad genera muchos más puestos de trabajo en proporción (en Cudillero el 15,4% del empleo municipal; en Ribadesella, el 21%, y en Llanes, el 19%). Por el contrario, el peso en el empleo de la actividad primaria (ganadería y pesca) sigue siendo muy importante y representa el 26% de los puestos de trabajo.