Oviedo,

Pablo GONZÁLEZ

«Con la información que disponemos creo que la sociedad está madura, y por tanto las autoridades sanitarias quisiéramos actuar en consecuencia de tomar una decisión de prohibir fumar en todos los lugares públicos». La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, abría con estas palabras la puerta a la ampliación de la ley Antitabaco, a la prohibición de fumar en cualquier lugar público. La ley que se encuentra en vigor prohíbe fumar en los lugares de trabajo y lo permite en locales de ocio (bares, restaurantes, discotecas...) de menos de 100 metros cuadrados. Los de más superficie deben contar con zonas acotadas para fumadores o no permitir fumar.

El arranque de la reforma hacia la «tolerancia cero» no convence a todos después de que ley inicial entrara en vigor el 1 de enero de 2006. Y no porque el mensaje que el tabaco es perjudicial para la salud no haya calado. Esto lo tiene claro casi todo el mundo.

Lo que falta por matizar es cómo las autoridades van a controlar las derivadas de un problema socio-sanitario de este calado. Los hosteleros, principales destinatarios del mensaje de Trinidad Jiménez, no parecen dispuestos a ejercer de policías dentro de sus locales y perseguir a aquellos clientes que se salten la ley. Luego están aquellos que han hecho importantes inversiones en sus negocios para habilitar zonas de fumadores (sistemas de ventilación, aire acondicionado...). Sin olvidar a los propios fumadores y a los no fumadores.

José Luis Álvarez Almeida, presidente de Hostelería de Asturias, apunta que cuando la ley comenzó a funcionar «ya defendimos que de ser así, la prohibición debería haber sido total desde un principio». En el sector creen que la normativa deja muchos resquicios y plantea desigualdades entre los distintos negocios debido al límite de los 100 metros cuadrados.

«Hubo que afrontar inversiones muy costosas que hay que rentabilizar», explica Almeida en referencia a los locales que optaron por poder contar con zonas diferenciadas para fumadores y no fumadores.

El presidente de los hosteleros asturianos, que advierte que aún no consta de forma oficial la intención de cambiar la ley (el Congreso está elaborando un informe sobre el impacto y el seguimiento de la ley que debe entregar a la comisión de Sanidad antes de finales de año), espera que «se cree una mesa de diálogo en la que queremos estar». Además, en Asturias existe una peculiaridad: el Principado se ha tomado muy en serio la ley, mientras que en otras comunidades se es más flexible. «En Asturias no podemos ir de quijotes, Aquí se ha cogido la normativa desde su parte más restrictiva», dice.

Entre los locales asturianos que más celo ha puesto en la aplicación de la ley Antitabaco se encuentra Casa Lobato. Los propietarios del restaurante ovetense afrontaron una importante reforma para dotar al local de los medios necesarios para adecuar comedores para fumadores y no fumadores. Marcos Lobato, relaciones públicas de local, rememora que en los primeros momentos en los que se comenzó a aplicar la ley «hubo problemas, pero después todos nos hemos ido adaptando».

¿Y el impacto económico? Lobato reconoce que «han bajado las copas de después de comer, cuando apetece fumar un puro o un cigarro. Pero esto tiene que ver también mucho con los nuevos controles de alcoholemia».

A esto se añaden algunas pérdidas de ingresos de forma colateral. «Se ha dado el caso de tener la zona de no fumadores ocupada y el comedor de fumadores con mesas libres y no poder atender a una familia por venir con un menor de dieciséis años. La ley no lo permite», apunta. Lobato cree que ahora mismo tal y como se encuentra la ley, «se mira un poco por todos, fumadores y no fumadores. Todos los derechos están cubiertos».

Si al final se establece la «tolerancia cero» «no habremos recuperado una inversión que hicimos para recuperar a medio y largo plazo» y su negocio habrá perdido un capital que «podríamos haber invertido en mejorar otras cosas».

Otra arista del debate son los locales nocturnos. Copas y tabaco siempre han ido de la mano. «En muchos países han conseguido compaginar la prohibición de fumar con los locales de ocio nocturno, pero no tienen nuestro carácter latino-fiestero», comenta Miguel García Álvarez, «Miguelo», presidente de la asociación de discotecas y salas de fiestas de Asturias. «En un restaurante o cafetería en el que no te dejen fumar puedes salir a fuera a echar un pito», dice para añadir: «¿Cómo voy a controlar al que fuma entre 800 personas en una discoteca? No pretenderán que a un chaval que está como una cuba le diga: o apagas el cigarro o te echo del local. ¿Vamos a tener que ejercer de policías». Miguelo encuentra además otra complicación. «Si la gente sale a fumar fuera volveremos a los problemas y las quejas sobre el ruido en la calle», anuncia.

«Me parece mucho más perjudicial el humo de las fábricas o de los coches, que el del tabaco», tercia Marta Isusi, empleada de una cafetería. «Creo que lo que hay esta bien. Además, puede suponer un duro golpe para determinados negocios como las cafeterías», lamenta.

Mientras, desde asociaciones ciudadanas como no fumadores.org se aplaude el anuncio por que la ley actual «la ley roza la inconstitucionalidad ya que prohíbe fumar en el lugar de trabajo. Esto no se está cumpliendo en el sector de la hostelería, donde los trabajadores están obligados a soportar el humo dependiendo de lo que decida el empresario», dice Raquel Fernández, su presidenta.

Fernández reconoce que la ley «fue un gran paso en su momento, pero no se fue valiente. Ahora hay que hacer una ley más sencilla, sin excepciones, más tajante. Así sería más fácil de cumplir», explica la portavoz del colectivo.

En el bando contrario se encuentra Javier Blanco, portavoz del club Fumadores por la Tolerancia. Blanco entiende que «hay sitio para todos. Los no fumadores tienen derecho a que no se fume a su lado. Pero si como dice la Ministra somos una sociedad madura, lo seremos para hacer uso de nuestra libertad y asumir también las consecuencias de nuestros actos. Las leyes deben regular la realidad, servir al hombre, y no al revés. Lo contrario es algo parecido a Corea del Norte».