Figueras (Castropol),

Juan A. ARDURA

Hace diez años decidió cambiar una vida itinerante, que le había llevado a trabajar en empresas del sector alimentario en Sevilla, Atenas, Barcelona, París, Valladolid y Santander, por un destino más rural, próximo al mar, una de sus pasiones. Juan Calvo-Sotelo (Madrid, 1958), hijo del ex presidente Leopoldo Calvo-Sotelo, ganó la Alcaldía de Castropol en las municipales de 1999, aunque ahora está en la oposición al frente del PP. No le gustan las polémicas entre Asturias y Galicia, a las que su familia no ha sido ajena. Es un firme defensor del AVE del Cantábrico. Se confiesa partidario de que Francisco Álvarez-Cascos vuelva a la política. Cree que aún es pronto para hablar de la labor de su padre, fallecido en mayo del pasado año. Teme que el PSOE convierta a Castropol «en el Llanes del primer tercio del siglo XXI», desde el punto de vista urbanístico y sospecha que, al final, el Principado hará una escollera en Figueras frente a la tan denostada en Ribadeo para completar el puerto deportivo de Figueras.

-¿Pasa por ser el asturiano de la familia Calvo-Sotelo?

-Bueno, porque resido aquí, pero la divisoria entre Asturias y Galicia produce muchos menos conflictos de lo que se piensa en Oviedo y muchas más ventajas, entre ellas que en mi familia tres hermanos nos hemos casado con chicas del lado asturiano.

-¿Su mujer, nacida en Figueras y con familia en Tapia, influyó para fijar residencia en Castropol?

-Desde luego no ha sido freno. Hasta los treinta y tantos fui muy urbanita, pero cuando estuve destinado en Francia viví en un pueblo mucho más pequeño que Castropol, de doscientos habitantes, aquella experiencia cambió mis preferencias por la vida rural. La belleza de estos parajes no es comparable y aquí tengo la ventaja de tener la ría y el mar.

-La ría, límite entre Asturias y Galicia, ¿motivo de conflicto?

-Con la división de España en autonomías se ha conferido a la divisoria, sobre todo desde las capitales, un carácter más de frontera. Y no es así. Los que vivimos aquí cuando cruzamos el puente de los Santos no pensamos que salimos de Asturias o de Galicia. Cada vez hay más permeabilidad. El Estado de las autonomías debe madurar, es muy joven.

-Durante su mandato le acusaron de intentar galleguizar Castropol.

-Ribadeo y Castropol están obligados a entenderse y a diseñar una política turística común, que aún está pendiente. Realicé esa propuesta y el Principado, con Vicente Álvarez Areces, obligó a dividir ese plan cuando el PP gobernaba en Galicia. Yo me llevé una gran reprimenda por decir que Castropol no es Oscos-Eo, es otra cosa; sin perjuicio de que Oscos-Eo sea el destino interior que se debe recomendar a los turistas desde un concejo marítimo como Castropol. Se fomentó el enfrentamiento y se dijo que yo era un heraldo de la galleguización. No quería galleguizar nada, entre otras cosas porque soy madrileño.

-¿Ría del Eo o de Ribadeo?

-Otro asunto que no debería ser un conflicto, pero lo es. Es una polémica inventada, artificial. Cuando era alcalde y como portavoz del PP siempre he dicho ría del Eo, por respeto a mis vecinos. La abuela de mi mujer, que es asturiana y tiene 95 años, siempre dice ría del Eo. Soy consciente de que en el lado asturiano de la ría se ha dicho desde hace muchísimo tiempo ría del Eo. Al final el conflicto lo zanjó una comisión geográfica en Madrid. Naturalmente hay que reconocer un derecho a los habitantes de esta zona a llamar a la ría como ría del Eo, lo que ya es más discutible es que esa denominación deba ir en las cartas náuticas. Esa batalla no salió bien, pero eso no impide que coexistan ambas denominaciones.

-¿A qué atribuye la polémica?

-El problema se sacó políticamente de su contexto porque a veces se pretende buscar la identidad en el conflicto. Asturias se ha sentido en la necesidad de hacerse más asturiana reivindicando una denominación en la que se quitara el nombre de Ribadeo. Como portavoz del PP, hablo de la ría del Eo, pero a mí me sale ría de Ribadeo, aunque en muy pocas ocasiones, porque aquí, normalmente, no ponemos apellido cuando se habla de la ría.

-El debate se reavivó con el título nobiliario a su padre.

-Sí, aunque fue una polémica razonablemente menor. Evidentemente, mi padre, que nació en Madrid y vivió aquí, no había dicho en su vida ría del Eo, como el 95 por ciento de los ribadenses.

-¿Y qué hay de cierto acerca de que en la casa de su familia, en Ribadeo, hay un cañón que apunta hacia Asturias?

-Eso lo ha dicho Pérez de Castro alguna vez, pero yo no tengo ese recuerdo. Nunca ha habido un cañón en mi casa, difícilmente puede estar apuntando algo que no existe. Lo único que hay en mi casa, que apunta de vez en cuando a Asturias, es una veleta que señala el Nordeste. Y en su día hubo un catalejo para seguir las embarcaciones de la familia cuando había niños. Comprendo la pregunta, porque lo había leído en algún sitio, pero mi padre nunca ha sido aficionado a las armas. A lo mejor se ha tergiversado algo porque en la Guerra Civil, antes de que la columna de Ceano entrara por Vegadeo, la divisoria estaba en la ría y durante unos días hubo algo de tiroteo y cañoneo entre San Román y Ribadeo y quizá mi padre comentó alguna vez que en casa de mi abuela les recomendaban no estar en la galería, que daba a San Román.

-¿El relevo en el Gobierno gallego y el retorno del BNG a la oposición relajará las fricciones?

-No creo que las fricciones las hubiera producido Galicia porque no necesita estar a la búsqueda de una identidad. Aunque puede ser que en algún momento a Areces le pudiera convenir fomentar esas tensiones en su estrategia política asturiana. El presidente Fraga siempre ha tenido la delicadeza de hablar de la ría del Eo cuando ha venido a dar mítines en el lado asturiano. Y Álvarez-Cascos incluyó esa denominación en el plano de carreteras del MOPU.

-¿Gallegos y asturianos, más que primos y hermanos, están condenados a entenderse, también con el resto de la cornisa?

-Estamos condenados a entendernos y a necesitar un AVE y una línea de comunicación transversal que nos una. No tenemos por qué seguir con el viejo modelo radial de comunicación. Toda la cornisa tiene intereses comunes, que no son necesariamente hacia el centro de la Península y que pasan por una salida hacia Europa.

-Los detractores del AVE del Cantábrico invocan su gran impacto medioambiental.

-Soy defensor de las comunicaciones siempre. A nadie se le escapa que el puente de los Santos, que tuvo sus detractores, supuso una revolución económica. Y tampoco conviene olvidar que si hoy el tramo de Otur de la autovía va con tanto retraso es porque el PSOE azuzó los pleitos para ir contra Cascos. Los socialistas asturianos siempre han sido muy sectarios. Sin ir más lejos, a mí me pusieron todas las trabas para el puerto deportivo de Figueras o para mejorar los accesos a las playas, que hizo luego un alcalde del PSOE.

-¿Se puede permitir la costa un tren de Alta Velocidad?

-Si las cosas se hacen bien, las obras contribuyen a la belleza del paisaje. Tenemos delante el puente de los Santos que, con el desdoblamiento, lejos de ser peor, ha quedado mejor porque los abarcones que sujetan el tablero le han dotado de una tridimensionalidad que antes no tenía. La autopista del Huerna es un espectáculo. El principal problema del Gobierno para hacer ese AVE es el dinero, el debate sobre el impacto ambiental es una mera coartada.

-Ya que habla de los intereses de la cornisa, ¿cree, como apuntan algunos expertos, que el Noroeste es el nuevo sur de España?

-No lo sé, es algo que no puedo valorar, no conozco esas teorías.

-¿El occidente de Asturias tiene futuro o irá a menos?

-Estoy convencido de que no estamos muy lejos de que se empiece a invertir la despoblación de esta zona debido al avance en las comunicaciones por carretera y también por internet. Cuando la gente elija su residencia no por el trabajo sino por la belleza del lugar y por la calidad de vida esta zona tendrá su auge.

-Antes habló de Cascos, ¿cree que volverá a la política?

-Sería una magnífica oportunidad que, si se produce, Asturias no debería dejar pasar. Cascos demostró que es un gran gobernante. De un tiempo a esta parte, la calidad media de los gobernantes en España tiende a la baja y Cascos es de los políticos que resuelven problemas. A mí me encantaría.

-Pero, ¿cree que tiene ganas?

-Creo que tiene más ganas que antes de estar en política. No sé si la expresión es realmente suya, pero sería un error por nuestra parte no sacarlo a bailar.

-¿Y usted piensa repetir?

-Barajo la posibilidad de dejarlo cuanto tenga un relevo claro. Ahora hay un grupo de gente joven en la que tengo mucha esperanza. El planteamiento, ahora, es ser candidato en las próximas municipales y también entrenar a un grupo de gente joven para que tome el relevo.

-Ya que empezamos hablando de su familia, acabemos igual. ¿Qué tal está su tío, Fernando Morán?

-Está muy mayor y frágil, como su mujer, pero bien.

-Se prodiga poco por aquí.

-Solía venir todos los años al parador de Ribadeo, aunque creo que este verano ya no vendrá.

Juan Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín es el tercer hijo de Leopoldo Calvo-Sotelo, el segundo presidente del Gobierno de la UCD. Nació en Madrid en 1958. Trabajó inicialmente en diversas empresas del sector de alimentación que le llevaron a diversas ciudades, incluida París. En 2003 concurre por el PP a las elecciones por la Alcaldía de Castropol, con dos «padrinos» de excepción, Manuel Fraga Iribarne y Francisco Álvarez-Cascos. Llega a la Alcaldía con el apoyo de un concejal de URAS. Se destaca por una decidida colaboración con Ribadeo. Pierde en las elecciones de 2007.

«Si el tramo de Otur de la autovía va tan retrasado es porque el PSOE azuzó los pleitos para ir contra Cascos. Los socialistas asturianos siempre han sido muy sectarios»