Pese a que Javier Fernández Fernández es un socialista con pedigrí, alguien que parecía destinado por sus antecedentes familiares a ocupar cargos de responsabilidad política desde muy joven, no dio el salto a la vida pública hasta 1991, cuando tenía 43 años, la edad en la que otros empiezan a estar de vuelta. Y es que quien está llamado a ser, salvo sorpresa, el futuro candidato del PSOE a la Presidencia del Principado tiene en común con los corredores de fondo cierta cultivada paciencia y una propensión, nunca disimulada, a marcar un ritmo propio, sin dejar que la ansiedad le condicione el paso.

Nacido en 1948 en el barrio mierense de Requejo, hijo de Manuel Fernández Montes y de Lucita Fernández, su familia estuvo fuertemente marcada por la derrota republicana en la guerra civil y por las represalias posteriores. Al abuelo materno del ahora secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA) le mataron en uno de aquellos «paseos» que siguieron a la contienda. Poco antes del nacimiento de Javier Fernández dos de sus tíos, Arístides Llaneza (hijo de Manuel Llaneza, fundador del SOMA y alcalde socialista de Mieres) y Ursino Argüelles aún formaban parte de las partidas de guerrilleros que plantaban cara al franquismo fusil en mano desde los montes.

También el padre de Javier Fernández, maestro industrial en Fábrica de Mieres, había conocido el sabor de la humillación tras las alambradas de un campo de trabajo. La política estuvo presente en la vida del candidato socialista in péctore desde siempre. Su familia había pagado por sus ideales con el precio de la muerte, el dolor, el exilio y el silencio, y tal vez por todo eso el líder de la FSA, posiblemente aconsejado por sus padres, prefirió labrarse una carrera profesional sólida, seguir su compás. «Es una elección que se explica por su discreción y un gran sentido de la responsabilidad; además, en ningún caso es ambicioso», explican las fuentes citadas.

Javier Fernández estudió en la Academia Lastra, en el mismo Requejo, y completó el Bachillerato en el Instituto Bernaldo de Quirós, donde conoció a Carmen Fernández Blanco, su mujer, que pasaba por ser «la moza más guapa de Mieres», según amigos de aquellos años (mediados de los años sesenta) en los que el político, al que le gusta vestir con cierta convencional elegancia y los cortes de pelo que hizo famosos Adolfo Suárez, gana también una incipiente fama de tipo apuesto que le ha acompañado desde entonces.

Cursó Ingeniería Superior de Minas, la carrera universitaria con mayor prestigio en las Cuencas, entre Oviedo y Madrid. Su padre, Manuel, fue uno de los muchos siderúrgicos que acabó en Gijón con el desmantelamiento de Fábrica de Mieres. Y a la vera del Piles, en Somió, vive Javier Fernández con Carmen, profesora de Instituto. El matrimonio tiene una hija, Elena, que nació en 1980 y es licenciada en Medicina.

Quienes conocen la biografía del político mierense afirman que fue José Ángel Fernández Villa, secretario general del SOMA y la persona que ha controlado durante años los puestos de mando de la FSA, quien captó el potencial político de aquel joven mierense emparentado con Manuel Llaneza. Superadas las oposiciones para el cuerpo especial de ingenieros del Estado, es nombrado en 1991, durante el Gobierno de Juan Luis Rodriguez-Vigil, director general de Minas. El consejero de Industria (Javier Fernández ocupó ese puesto entre 1999 y el año 2000) era Víctor Zapico.

Si hay dos fechas importantes en esa trayectoria política son las de los años 1996, cuando es elegido diputado por Asturias, y 2000, cuando en noviembre -aupado por Villa y el ala guerrista del socialismo asturiano- gana al candidato renovador Álvaro Álvarez un congreso a cara de perro que lo situó como secretario general de la FSA. En el hemiciclo, donde mostró su solvencia en asuntos energéticos, forjó una estrecha amistad con José Luis Rodríguez Zapatero. Hay quien asegura que éste quiso hacerle ministro de Industria en su primer Gobierno.

Desde aquella apretada victoria del año 2000 Javier Fernández ha ganado otros dos cónclaves de la FSA por aplastante mayoría. A lo largo de la última década ha consolidado su liderazgo y tejido en torno a su persona, siempre sin prisas, una importante red de colaboradores, en la que destaca su secretario de organización, el también mierense Jesús Gutiérrez. «Hoy, la mayor parte del partido se declara " javierista"; ha logrado acabar con la vieja división entre guerristas (villistas) y renovadores», aseguran fuentes del PSOE.

Sí es cierto que Javier Fernández, aficionado al footing y al tenis, lector de buena literatura, ha logrado una cierta síntesis entre los tradicionales intereses enfrentados del socialismo asturiano. Pocos renovadores discuten hoy su mando en plaza, y la prueba es la renuncia de Vicente Álvarez Areces a ser el candidato en mayo del próximo año, pero, paradójicamente, la lentitud con la que ha adoptado algunas de las decisiones que le pedía, en los últimos años, su principal padrino político, Fernández Villa (entre otras, un paso al frente en las pasadas autonómicas para disputar la Presidencia del Principado) ha erosionado la alianza que hizo posible el pausado ascenso del mierense hasta la primera línea de la política. Si tiene éxito, puede llegar a concentrar el poder del Gobierno y el del partido en sus manos.

Aunque ya hemos dicho que el actuario de Minas, a quien algunos empresarios de las Cuencas recuerdan como un ingeniero escrupuloso que no tenía inconveniente en mancharse de barro hasta las cejas en sus inspecciones por los pozos, va a su ritmo, como un experto minero que temiera la quiebra.