Oviedo, M. J. IGLESIAS

Juan Luis de la Vallina Velarde era un hombre sencillo, familiar y discreto. Y así lo reflejó hasta el último momento. A media tarde de ayer el féretro del catedrático ovetense llegó desde Pamplona acompañado por su familia hasta el tanatorio de Los Arenales, junto al cementerio de Oviedo, donde quedó instalada la capilla ardiente. Poco después se ofició una misa, en la capilla anexa al hogar velatorio.

La familia expresó en todo momento su deseo de mantener el velatorio en la más estricta intimidad. A lo largo de la tarde y a medida que se extendía la noticia del fallecimiento de uno de los padres del Estatuto de Autonomía de Asturias, comenzaron a llegar amigos y compañeros que fueron recibidos por la viuda, Pilar Martínez de la Vega, y por los hijos del fallecido. Uno de ellos, Luis de la Vallina, siguió los pasos de su padre en el Derecho y es abogado del Estado. Entre los compañeros de filas políticas que acudieron a expresar sus condolencias no faltó Ovidio Sánchez, presidente del Partido Popular de Asturias. Del mundo del Derecho acudió Ignacio Vidau, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias.

El abogado Federico de la Ballina fue otro de los amigos que acudieron a Los Arenales. El comentario entre todos los asistentes era unánime: Juan Luis de la Vallina era un hombre bueno, al que no le gustaba llamar la atención ni ser protagonista. Los restos del catedrático recibirán sepultura hoy en el panteón familiar del cementerio de Salas.