Luis González Morán (León, 1935), culmina sus «Memorias» para LA NUEVA ESPAÑA con su actividad sacerdotal y como experto en bioética.

Moral del futuro.

«Hace 25 años Javier Gafo creó el máster de Bioética de la Universidad de Comillas, y me llamó como cofundador encargado de los temas jurídicos, ya que pueden decir lo que quieran los bioéticos, pero al final lo que va a misa es el BOE. He sido ininterrumpidamente profesor del máster, tratando los temas de la vida naciente, el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, los trasplantes, la ingeniería genética, la clonación, la reproducción asistida, la terapia quirúrgica en el feto, la mejora de humanos, la neurociencia, etcétera. Estamos ya en otro mundo, y el avance en las tecnologías de la vida es enorme, pero el avance de la dimensión ética no corre paralelo. La bioética será la moral del futuro, y necesita de principios sobre la dignidad humana, la autonomía y responsabilidad, el consentimiento informado? Los intereses y el bienestar de la persona deberían tener prioridad con respecto al interés exclusivo de la ciencia o de la sociedad. Las clases en el máster han sido la semilla del libro que el propio Gafo, poco antes de morir, me pidió que publicara, y que vio la luz en 2007: "De la bioética al bioderecho", una obra de quince años de elaboración. Gafo falleció en 2001, y su obra es un puente tendido entre la bioética católica y la secular. A pesar de haber sido miembro de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal, sufrió muchas incomprensiones. En la cátedra de Comillas le sucede en el presente con mano maestra Javier de la Torre. Soy también miembro del comité de ética del Hospital Universitario Central de Asturias, que preside con buen tino Rosa María Simó, y donde constato con tristeza que el nivel de consultas de calado es muy bajo».

Experiencia sacerdotal.

«Me he dedicado a la docencia del derecho, pero también trabajo en un despacho junto a muy buenos compañeros: Jorge García Alonso, Emilio Candanedo, Marcos Cabeza Cerra e Isabel Cotarelo Fernández, nuestra secretaria. De la abogacía he sacado dos consecuencias fundamentales: una, la precariedad y complejidad de la justicia humana, porque al final una resolución de un juez va a depender de muchísimos elementos, algunos imponderables, que puedan influir con la mejor buena voluntad en la toma de una decisión. Y otra, que el despacho me ha ayudado a ser mejor sacerdote, porque aquí se plantean las penas desde la pura crudeza de la realidad, las disensiones, el sufrimiento, las amarguras de la vida diaria, de la vida de las familias. Ha sido una experiencia casi sacerdotal en el sentido de cercanía con las personas. Eso no quita para que haya habido quien se haya quedado más o menos satisfecho».

Nulidades canónicas.

«He trabajado fundamentalmente en nulidades canónicas en los tribunales eclesiásticos de Oviedo, León y La Rota. He podido constatar muchas veces la labilidad e inconsistencia con que se accede al matrimonio canónico en concreto, y cómo habría que intensificar mucho la formación de los futuros esposos, porque el matrimonio, si es de verdad, es de carrera larga y hay que proveer de alimentos suficientes, humanos y espirituales, a los que se van a casar. Por otra parte, hoy en día el avance de la psicología y la psiquiatría ha ayudado muchísimo al conocimiento y detección de causas de nulidad que antes no se detectaban. La nulidad del matrimonio quiere decir que hay un contingente de causas que hacen que el acto de consentimiento matrimonial sea nulo, con lo cual, evidentemente, la causa de la nulidad tiene que ser anterior al matrimonio; pero dicho esto, que es muy importante, hay que tener en cuenta que, por ejemplo, en el caso de un maltratador, esa condición psicológica ya podía existir antes del matrimonio, aunque no hubieran sido detectada».

Entronque en Oviedo.

«En un momento determinado renuncio a mi condición de capellán castrense y como conozco y soy amigo de Fernando Rubio, ahí está mi entronque con la diócesis de Oviedo como sacerdote en activo. Un día me dice Fernando: "Mañana por la mañana tienes la misa de ocho". Nunca se lo agradeceré lo suficiente, porque desde ese momento llevo 37 años en San Juan el Real, y quiero hacer un homenaje a los sacerdotes con los que he estado: el padre Arrojo, párroco hace mucho tiempo; don Melchor, un cura bravo donde los hubiera y cura de confesionario; don Amadeo, un gallego meloso; don Benedicto, el santo, cuya causa de beatificación está introducida; don Fernando, un cíclope, un coloso con la grandeza y el peso de los colosos; Aurelio Coro, un sacerdote navegante de una larguísima trayectoria apostólica en Murcia, Roma (director del Colegio Español), Plasencia, Madrid, Tucumán (Argentina), México D. F. y Oviedo, y don Álvaro, mi amigo del alma, cuya separación me ha dolido, aunque debo decir que espero seguir caminando con Javier Suárez, el nuevo párroco, de la misma manera que lo hice con todos los anteriores. En 2008 celebré mis bodas de oro sacerdotales con una misa en San Juan y una fiesta en el Colegio de la Milagrosa. También lo celebré en Barrios de Luna, pueblo de mis padres, con una comida para todo el pueblo, pese a que hay algunas decisiones que no había cuando me ordené, y mi familia también invitó a todos. Este día de las bodas de oro un médico muy zumbón me dijo: "Si te beatifican algún día, alegaré este milagro de haber unido a todo el pueblo". En 2002 el Ayuntamiento de Barrios de Luna, durante la fiesta del pastor, pese a que no soy ninguna personalidad, me había nombrado pastor mayor de los Montes de Luna. Y desde hace más de veinte años pertenezco a la cofradía sacerdotal de Nuestra Señora de Camposagrado, con sede en el santuario de Camposagrado, localidad leonesa. He sido abad de esa cofradía durante doce años (1996-2008). Mi entronque con la diócesis de Oviedo también ha tenido actividad pastoral en charlas, retiros, ejercicios espirituales, intervenciones en muchísimas semanas de catequesis, con Luis Álvarez, lamentablemente fallecido, y ahora con Antonio Vázquez Escobar. Y también con docencia en el Cediset (Centro Diocesano de Estudios Teológicos) de Introducción a la Sagrada Escritura, Evangelio de San Juan, San Pablo, o charlas de bioética».

Dique frente a la barbarie.

«Actualmente escribo para la Universidad de Comillas un libro sobre la bioética de las personas con síndrome de Down. No se los puede eliminar, hay que recibirlos, acogerlos, que hagan sus estudios, su formación, cuidar su vida sexual. Es apasionante, pero muy doloroso que cada vez haya menos. Un dato estremecedor: durante un debate en Francia dieron la cifra de que el 90 por ciento de los down eran eliminados durante el embarazo, y un diputado afirmó que el problema no era ése, sino que dejaran nacer al otro 10 por ciento. Esto es la barbarie. El problema es que lo que está mal montado es la asistencia social a este tipo de vidas. Una down como mi hermana Aurora iluminó nuestra vida de una manera inimaginable. Los problemas se solucionan con la razón, y no a puñetazos. ¿Cómo va a ser un derecho matar a una criatura naciente? Pero ¿usted no se da cuenta de que está manejando o un hacha o un beso? En España las leyes bioéticas tienen una profunda carga ideológica (la de reproducción asistida, la del aborto, la de investigación biomédica?), y ahí está la brecha; pero entiendo que la solución está en ir caminado para llenar los preceptos legales de la mayor carga de moralidad profunda. Y la Iglesia es un dique que en muchas cosas nos salva de la barbarie, y esto lo digo de corazón: puede ser duro, pero la Iglesia, que es la gran defensora de la vida humana, tiene que estar a salvo de relativismos y modas convencionales. Si empiezas a ceder, ¿hasta dónde puedes llegar?

El Papa de las semillas.

Como sacerdote veo que la vida de la Iglesia está pasando un momento de noche oscura, desanimada, como balbuciente por las esquinas, pero tiene que recobrar el viejo arrobo y la fortaleza de la Iglesia primitiva. En unas páginas de Giovanni Guareschi se habla de una inundación, y don Camilo, en sus diálogos con el Cristo, le dice: "Estarás contento, no viene nadie a verte y ahora vas y les anegas los campos". "¿Puedo hablar?, pregunta el Cristo". "Es verdad, pero la inundación es de limo del río, que fecundará la tierra; ahora, lo más importante en tiempo de inundación es salvar las semillas". Éste es un tiempo de salvar las semillas, y Benedicto XVI en este momento viene con un buen zurrón de semillas. El Papa está dando a la Iglesia algo muy importante: densidad de pensamiento y certeza y convicciones. Soy un fan de Benedicto XVI, y veo la luz cuando leo algo suyo. Su pontificado me está resultando una bendición de Dios, y ojalá este "Año de la fe" sirva para despertar conciencias».