Los que conocían a Ricardo Pedreira Pérez aseguran que se ha ido uno de los impulsores de la contabilidad moderna. El catedrático emérito de Contabilidad y ex presidente del Tribunal Económico-Administrativo regional, gallego de nacimiento y asturiano de corazón, falleció el pasado viernes en el Centro Médico de Oviedo a los 84 años de edad, dejando tras de sí un currículum kilométrico y una larga lista de discípulos que jamás olvidarán la figura de un «profesor entrañable» que se ganó, «gracias a su enorme carisma y su corazón», el respeto de «muchas generaciones de estudiantes y de toda la sociedad asturiana».

El funeral por el descanso del reputado economista, que no pudo superar una enfermedad que se había agravado en las últimas semanas, tendrá lugar mañana, a las once de la mañana, en la Catedral de Oviedo. A continuación, el cuerpo será trasladado a la iglesia parroquial de Mondoñedo (Lugo), donde a las cinco y media de la tarde se celebrará otra misa. Ricardo Pedreira recibirá cristiana sepultura después en el cementerio de la localidad lucense que lo vio nacer. «Fue un hombre que formó a infinidad de profesionales y que supo inculcar a sus alumnos unos valores que no se aprenden en los libros», asegura Ricardo Loy, profesor titular de la antigua Escuela de Comercio y auditor de cuentas, además de amigo personal y «orgulloso» discípulo del fallecido.

Ricardo Pedreira estudió en la Escuela de Comercio de La Coruña y después Intendencia en la Escuela Superior de Comercio de Madrid. Orientado por José María Fernández Pirla, padre de la moderna contabilidad española, oposita sucesivamente a Hacienda y llega a intendente (inspector de Finanzas del Estado). Pedreira se trasladó desde Mondoñedo a Asturias en el año 1951, después de opositar y solicitar destino en Oviedo, donde desarrolló toda su carrera. En la capital del Principado simultaneó su cargo de catedrático de Contabilidad en la Escuela Universitaria de Comercio con el de profesor adjunto de Economía y Hacienda Pública de la Facultad de Derecho. También desempeñó los cargos de director de la Escuela de Empresariales de Oviedo, inspector del Cuerpo Superior de Finanzas del Estado y presidente del Tribunal Económico-Administrativo de Asturias, además de presidente del Colegio de Titulados Mercantiles y vicedecano del Colegio de Economistas.

En el terreno internacional, fue nombrado en etapas sucesivas delegado de España en las comisiones y las sesiones de trabajo sobre contabilidad y empresas en Naciones Unidas (Nueva York), OCDE (París) y CEE (Bruselas). «Era una persona entregada a su trabajo y a sus compañeros, tremendamente estudioso y con un tesón envidiable», recuerda José Antonio García Suárez, también profesor de la Escuela de Comercio.

Manuel Pedreira también sacó fuerzas para recordar la figura de su hermano a las puertas de la sala número diez del tanatorio de Los Arenales. «Siempre luchó por todos nosotros. Era el más estudioso de los cinco hermanos y sacaba tiempo para darnos clases y prepararnos académicamente siempre que podía», señala Manuel, que es el pequeño de los hermanos Pedreira. Al profesor Héctor Centeno también le afectó mucho el fallecimiento de Ricardo Pedreira. «Sencillamente fue uno de los mejores profesores catedráticos que hemos tenido en Asturias y uno de mis grandes amigos. Tenía unos valores humanos y personales que lo hacían especial», explica.

En esa misma línea también se expresó el actual presidente del Tribunal Económico-Administrativo regional, Enrique Fernández Otegui. «Tenía un nivel intelectual y profesional muy alto, pero yo me quedo con su personalidad, su lado humano y su honradez. Era un auténtico paisano en el sentido en el que se entiende la palabra en Asturias, un hombre de los que dejan huella por su valía y su personalidad», subraya Fernández Otegui.

El economista José Luis Marrón conocía bien a Ricardo Pedreira. «Fue uno de los que ayudaron a que se implantara la contabilidad moderna. Coincidí mucho con él porque ambos fuimos catedráticos en Empresariales y puedo decir que siempre he tenido un concepto inmejorable de su persona en todos los sentidos», afirma Marrón, que añade: «Era un hombre de verbo fácil que siempre estaba dispuesto a discutir, en el buen sentido de la palabra, sobre cualquier tema para aportar cosas interesantes».

Según su amigo Ricardo Loy, «el profesor Ricardo Pedreira era la generosidad personificada, ayudó a muchísima gente y siempre estaba ahí para todo lo que se le pedía. La amistad para él era un culto, podía haber desarrollado una larga carrera como funcionario público, pero quería mucho a su Oviedo del alma y prefería estar por aquí».