Alberto Polledo (Oviedo, 1943) repasa en esta última entrega de «Memorias» su labor en la librería Santa Teresa, cuyo cierre es inminente después de 85 años de existencia.

Talar montes.

«En 1995 empecé a publicar en LA NUEVA ESPAÑA artículos sobre cuestiones medioambientales porque creo que en Asturias no sabemos lo que es la naturaleza e incluso la despreciamos. Hay varios cánceres, por ejemplo, los grandes rebaños de 200 o 400 vacas cuyos dueños, no siempre, pero muchas veces, los sueltan en el monte y lo único que les importa es que cada pieza conserve su crotal (el numero que llevan cosido a las orejas) para cobrar la subvención. A veces, esos ganaderos, aunque pretendan presentarse como jardineros mayores del reino, tienen la falta de respeto de reclamar que en los montes quemados se pueda volver a pastar sobre la marcha porque tienen la teoría de que quemando nacen mejores pastos, cuando en realidad lo que hacen es arrasar la capa vegetal. Por otro lado, últimamente ha salido la historia de los madereros (con todos los respetos hacia ellos), que quieren talar un monte viejo, casi un monte sabio, el de Montegrande de Teverga, en el puerto de Ventana, un hayedo magnífico mezclado también con tejo, abedul o acebo, donde campa algún urogallo, si es que todavía lo hace, o donde pasa el oso o donde hay una población apreciada de rebecos. Ahora quieren talar ese bosque, por lo cual no tiene sentido que la Administración invierta dinero en recuperar el urogallo y el oso y, por otra parte, permita destruir su hábitat. Que nos digan directamente que no les interesan el oso y el urogallo, sino los madereros».

El primer Camino.

«He escrito varios libros, sobre todo de rutas por Asturias. La primera fue "Monte a monte", por la zona central. Otro ha sido sobre Quirós, otro sobre vías romanas y medievales a través de la Cordillera y otro sobre Oviedo. También publiqué una recopilación de los artículos de LA NUEVA ESPAÑA y, finalmente, "El buen Camino", sobre el Camino de Santiago asturiano, el primitivo, siguiendo los pasos de Alfonso II el Casto por Grado, Cornellana, Tineo, Obona, Pola de Allande, Grandas de Salime... Es el Camino fundacional y el que, no me canso de repetirlo, en Asturias no nos interesa y hay una dejadez total en promocionarlo. ¿Por qué? Quizás porque desprenda cierto aroma a cristianismo. Pero además de su proyección religiosa hay que tener en cuenta la gran riqueza que se crea alrededor del Camino. No hay más que ver el Camino francés y la cantidad de personas que viven gracias a los peregrinos. Asturias tiene el orgullo de poder decir que fue Alfonso II el iniciador. Y Oviedo, junto con Roma y Jerusalén, era el gran destino de peregrinación por las reliquias de San Salvador, incluso antes de que Alfonso II hiciera el viaje a Santiago. Pero aquí maltratamos el Camino asturiano, y, si se conserva, es gracias a la Asociación de Amigos del Camino de Santiago, que lo ha señalizado o de vez en cuando lo desbroza. "El buen Camino" es el libro del que me siento más orgulloso por la gran acogida de los lectores y porque comienzan a reseñarlo en revistas».

La Catedral y la Iglesia.

«Tengo en la memoria la imagen de Alfonso Iglesias, el gran dibujante de LA NUEVA ESPAÑA. Él fue quien me hizo la primera entrevista cuando yo tenía 9 años y había ganado un concurso de redacción del periódico. Fue en la redacción de la calle Asturias y todavía le estoy viendo con su bigote. A partir de ahí inicié con él una gran amistad que duró hasta su fallecimiento. Él era periodista, dibujante, un gran acuarelista, un gran lector y, sobre todo, una gran persona. Me gusta citar a Alfonso en lo que escribo sobre Oviedo porque fue un personaje que yo creo que no está apreciado en la medida adecuada. Mantengo conversaciones ficticias con él de vez en cuando porque me llama para hablarme de algo que está pasando en Oviedo, algo que le gusta o que no le gusta. Lo último que me ha contado ha sido que le disgusta esa carpa que han colocado delante de la Catedral, un disparate que mata la vista del edificio. La relación con la Cofradía de la Balesquida la inicié hacia el año 2000, cuando un amigo que era directivo en la asociación me pidió que me hiciera cargo de la revista, que estaba un tanto abandonada. Acabó convenciéndome y le prometí que iba a volver el prestigio que la revista había tenido en los tiempos en que la dirigía don Juan Uría Ríu. Creo que lo conseguimos y estoy orgulloso de ello. Aproveché para comprometer a los pintores y artistas asturianos en que confeccionaran la portada y contraportada de la revista y que cedieran su obra a la Balesquida. Ésa es hoy la colección de arte de la cofradía. Son ya varios años en la directiva de la sociedad protectora, luchando codo a codo con una serie de amigos para que la Balesquida siga teniendo su importancia en Oviedo y para que, por supuesto, jamás pase a manos de la Iglesia, ya que nunca fue de la Iglesia y debe seguir siendo una asociación civil. La Iglesia se encarga de los actos religiosos, nada más; lo contrario sería robar a la sociedad ovetense, que en su momento debe decir un no rotundo».

En las estanterías.

«La Transición española nos hizo sudar optimismo, pero hicieron falta pocos años para darnos cuenta de que no había habido tal Transición, sino un pacto entre los partidos políticos. Así nos está luciendo el pelo en este momento. Además, aunque lo haya dicho el señor Zapatero miles de veces, no me importa decir que no hubo lugar para la memoria histórica, para ajustar el pasado, y no estoy hablando ni de cárcel ni de macrojuicios. En cuanto a los libros y la librería, el panorama cambió: desaparecía la censura, llegaban novedades de autores extranjeros, el número de editoriales crecía casi en progresión geométrica. Hay un incremento de ventas y de publicaciones hasta llegar a los 80.000 títulos anuales, cifra que me parece excesiva porque estoy seguro de que han quedado en las estanterías cientos de obras con mucha categoría por falta de haberse publicado en una editorial importante, por falta de difusión y propaganda o por falta de crítica en diversas publicaciones. Sin embargo, estamos acostumbrados al best seller o a los premios en función del nombre del autor, o a modas como la novela histórica o, últimamente, la erótica».

Lectores sacrificados.

«El librero profesional de vocación sigue teniendo una importancia clave, pero desgraciadamente igual el librero de cabecera es una especie en extinción. Quedan menos y desde hace unos diez años llevar una librería es un gran problema. En Santa Teresa nosotros hemos tenido unos escaparates inmensos, pero antes un libro te duraba en ellos un mes, mes y medio, o por lo menos veinte días. Ahora, salvo cuatro libros que están de moda, el resto te dura como mucho una semana porque puede haber días en los que te lleguen hasta doscientas novedades, que te desbordan porque además tienes un plazo para devolver los libros. Pero el buen cliente sigue existiendo en Oviedo y hay bastantes lectores sacrificados. Y cuando hablo de sacrificados lo digo en el buen sentido, porque conozco a clientes que se quitan una cena fuera de casa o parte de las vacaciones para poder comprar los libros que quieren leer».

El mal del libro.

«El cierre de la librería Santa Teresa es una suma de la crisis, del final del arrendamiento del local y de mi jubilación. Si yo tuviera 30 o 40 años, alquilo otro local y lucho, pero con mi edad no puedo arriesgarme y sobre todo cuando detrás de ti no tienes a nadie que vaya a seguir tus pasos. Mis tres hijos tienen su profesión, los tres son grandes amantes de la naturaleza y dos hijas son veterinarias. Estoy recibiendo muestras de condolencia por el cierre. Esteban Greciet o Antonio Masip han escrito artículos sobre ello y se lo agradezco. Antonio es un gran lector y además del cariño que le tengo le admiro por su capacidad para sobreponerse. Otra persona con el problema de salud que tuvo Antonio se hubiera hundido. Y hay un cliente cuyo nombre no voy a decir, un caballero gitano, que vino llorando a decirme que se quedaba huérfano. Me dejó impresionado. Y en este momento el mal del libro lo está causando la crisis. Nosotros estamos en una zona donde hay mucho funcionario y venían una vez al mes y se llevaban dos o tres libros. Pero cantidad de esos clientes los hemos perdido desde que les quitaron la paga extra. De vez en cuando compran un libro porque el dinero escasea. Hay quien te dice que el dinero está escondido. ¡Narices! El dinero no existe para muchísima gente. El momento del cierre es duro, pero tengo muchos vicios y necesitaba días de 48 horas. Voy a dedicarme a escribir y a la lectura, además del monte y los amigos. No soy escritor profesional, pero sé disfrutar de ello».