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La caída de un peso pesado del socialismo asturiano

Una mina de poder

Villa trasvasó la fuerza del SOMA al PSOE para ejercer durante años un férreo control en el partido y condicionar la política regional

Por la izquierda, Rafael Fernández, José Ángel Fernández Villa, Felipe González, Pedro de Silva y Luis Martínez Noval, durante un mitin en Oviedo para las elecciones de 1982.

José Ángel Fernández Villa entró en la ejecutiva del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias (SOMA) en un congreso celebrado en Mieres el 6 de mayo de 1978 y no había pasado ni año y medio cuando, el 15 de septiembre de 1979, se convertía en secretario general de la organización fundada por Manuel Llaneza. Aquellos fueron los dos primeros peldaños de una escalera hacia el poder, tanto sindical como político, que le llevarían al control absoluto de la Federación Socialista Asturiana (FSA), a poner y quitar presidentes del Principado, a propiciar cambios en la dirección de Hunosa, a aupar y a defenestrar alcaldes, o a compatibilizar un puesto en la ejecutiva federal del PSOE con movilizaciones obreras contra su propio partido. Destaca, por encima de todas, el encierro del pozo Barredo en la Navidad de 1991.

Caído en desgracia por haber escondido al fisco una fortuna de 1,4 millones de origen desconocido, hubo un tiempo, entre los ochenta y los noventa del pasado siglo, en el que casi nada se movía en Asturias sin el visto bueno de un Villa apoyado en la fiel, monolítica y disciplinada estructura del SOMA. En las minas asturianas había entonces más de diez mil trabajadores.

Nacido en 1943 en La Raíz, entre Siero y Langreo, pero criado en Tuilla, donde su padre, Hermógenes Fernández, tenía un chigre, José Ángel Fernández Villa entró con 18 años a trabajar en el pozo "Cabritu", que después pasaría a denominarse Candín. Fue represaliado laboralmente en varias ocasiones por sus ideas izquierdistas y no pudo regresar a Hunosa hasta la amnistía de 1977. Para entonces, ya llevaba casi diez años afiliado al PSOE. Pepín Ordóñez, de Tuilla, y Joaquín de Andrés "apadrinaron" su ingreso en 1968. Además, joven y ambicioso, también fue obteniendo un creciente protagonismo en la UGT, respaldado por "Belarmo" García Noval, al que acabaría enfrentado, Tino Venturo o Laudelino Campelo, con el que también protagonizaría un sonoro divorcio. Villa, en aquel entonces, no paraba. Estaba en todas las explotaciones y se fue labrando un gran prestigio en los tajos. Así, consiguió imponerse a los tres secretarios generales que había tenido el SOMA desde la muerte de Franco -Faustino Antuña, Avelino Pérez y Sergio Rebollo- hasta obtener el control total del sindicato, en cuya secretaría general se mantuvo de forma ininterrumpida durante 34 años.

A partir de ahí, siguiendo la estela histórica de participación política del sindicato UGT marcada por figuras como Francisco Largo Caballero o el propio Manuel Llaneza, que fue alcalde de Mieres, Fernández Villa no tardó en trasvasar la enorme fuerza del SOMA al partido. En los años ochenta del pasado siglo, el sindicato empezó a ser percibido también como una organización política. Como una parte del PSOE con base en las Cuencas y ramificaciones por toda Asturias.

El primer paso para el control de la FSA se había dado en 1979, en el Congreso de Perlora. El entonces secretario general, Jesús Sanjurjo, cedió a las presiones para que el SOMA tuviera representación en una dirección socialista en la que ya se había asegurado un hueco el Metal de la UGT, dirigido por Lito.

La alta afiliación que tenía el SOMA, una fortísima disciplina interna y la indudable capacidad de unos dirigentes bien curtidos en la lucha sindical fueron las bases sobre las que cimentó Villa el control de la FSA. El poder político del sindicalista llegó al extremo de que en su despacho de la plaza de La Salve, en Sama de Langreo, se quitaron y pusieron presidentes del Principado, cayeron alcaldes y hasta se removió la cúpula de Hunosa. Además, fue senador y diputado regional durante varias legislaturas.

Históricos socialistas han confesado que fue Villa quien "retiró" de la Presidencia a Rafael Fernández y que también fue él quien dio las bendiciones a Pedro de Silva, con el que tuvo desencuentros, aunque el gijonés ha desvinculado al sindicalista de su decisión de abandonar la política.

El líder del SOMA también habría estado detrás de la elección de Juan Luis Rodríguez-Vigil como cabeza de cartel socialista en 1991 y, según estas versiones, impidió que fuera presidente Bernardo Fernández tras la dimisión de Vigil por el escándalo del "Petromocho". El "alcalde", como llamaba a Antonio Trevín, regidor llanisco, fue el elegido desde la habitación número 192 del sanatorio Adaro, en la que una hernia discal mantenía postrado al "Tigre", el apodó de Villa en el SOMA.

La actividad sindical desarrollada en aquellos años por Fernández Villa no fue menor. Hábil negociador, pasó de anteponer su propia vida al cierre de un sólo pozo a unas posturas más pragmáticas, centradas en evitar a toda costa un final traumático del sector. Maratonianas fueron las reuniones en Bruselas y en Madrid, para retrasar una muerte que ya estaba anunciada y propiciar un cambio del modelo productivo en las Cuencas.

La labor desarrollada por el líder del SOMA fue fundamental para la mejora de las condiciones de los jubilados del sector y para lograr ingentes fondos públicos para la reactivación. Es el caso, del programa nacional de interés comunitario para Asturias de finales de los años ochenta del pasado siglo, inspirado en el plan para las Cuencas del SOMA, o, ya en la segunda mitad de los noventa, de los fondos mineros.

El secretario general del SOMA, que cultivó la unidad de acción con CC OO, se encerró junto a otros sindicalistas en el pozo Barredo en la Navidad de 1991, para protestar contra los planes concebidos para Hunosa por el ala liberal del Gobierno de Felipe González. A juicio de las centrales, supondrían la liquidación traumática del sector. De la movilización salió un acuerdo en el que se evitaba el cierre de explotaciones.

Pero el encierro, que irritó profundamente a González, unido a su adscripción guerrista, acarrearía la salida de Villa de la ejecutiva federal del PSOE, en la que el sindicalista fue durante años el único represente asturiano, incrementando así su poder dentro del socialismo regional. Rafael Fernández, al frente del preautonómico Consejo regional, había posibilitado su entrada en el órgano de dirección del PSOE.

Los "tentáculos" de Villa también se extendieron por Hunosa, donde habría propiciado el nombramiento de Juan Tesoro como presidente. El poder del secretario del SOMA en la hullera se articuló en torno a la "chequera", las horas dispensadas de trabajo, que posibilitó la liberación de la cúpula sindical. El control de la chequera permitía decidir quien regresaba al pozo y quien no.

El declive definitivo del carbón va marcando también el de Villa y el de la influencia política del SOMA, que, no obstante, todavía fue decisivo para la llegada de Zapatero a la secretaría general del PSOE. Tras el fracaso de la última movilización minera, periodo en el que trataría de legalizar esa fortuna que investiga Anticorrupción, se hizo efectiva la retirada mil veces anunciada del socialista asturiano que mayor poder amasó desde la restauración de la democracia.

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