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Pescadores que dan vida a los ríos

La captura sin muerte del salmón crece entre los aficionados asturianos, concienciados en favorecer la conservación de la especie

Javier Peña suelta un salmón en el Narcea. REPRODUCCIÓN DE S. ARIAS

"Quiero capturar un salmón como el que más, pero considero que no hay suficientes; es una cuestión moral", afirma Jorge Rodríguez Maderal, pescador sin muerte en el río Narcea. Como él, cada vez son más los aficionados asturianos que devuelven los salmones al río, como hace unos días hizo el inglés Guy Peters, que viajó hasta la región en busca del rey del río y, cuando consiguió hacerse con uno, devolvió el pez a las aguas. Una lección para los conservacionistas que encuentra muchos ejemplos en todos los cauces.

Los pescadores sin muerte tienen limitada la pesca a determinados cotos. Y emplean anzuelos sin arpón, que permiten sacarlos fácilmente y no generan daños en los peces. Además, no pueden extraer los salmones del río, deben hacer la suelta rápidamente para evitar en todo lo posible el contacto con el animal. "Se te pone la piel de gallina cuando tienes un salmón entre las manos, es una emoción que no se puede explicar, conecta con la parte más primitiva", explica Maderal.

La pesca sin muerte es una práctica deportiva que comenzó a extenderse por Estados Unidos y el Reino Unido hace décadas y que, poco a poco, ha llegado a otros países. Para sus defensores, esta práctica antepone por encima de todo el contacto con la Naturaleza a llevarse un trofeo al congelador.

Bajo esta filosofía, la pesca sin muerte cala cada vez más entre los pescadores asturianos. Y casi siempre responde a una cuestión personal. "Soy un asesino arrepentido", dice Esteban Fernández Zamarro. "Al final lo que te llevas a casa es carne, pero si dejas al bicho vivo le das una oportunidad", añade. Este aficionado de las cuencas del Navia y el Narcea practica la pesca sin muerte desde hace siete años.

Y las razones las tiene muy claras. "Es una especie que necesita protección y está en retroceso, no vas a esperar que la administración haga nada cuando en tu mano está el poder devolverlos", señala este aficionado a pescar con mosca y cucharilla.

Los pescadores también alegan que la temporada se produce en un momento de vital importancia para la especie, el remonte de los ríos para el desove. "Es una etapa fundamental para ellos porque entran al río a reproducirse, cuando la especie es más vulnerable", declara Maderal. Por ello, en su opinión, la normativa actual es "inmoral".

En ese sentido también se expresa Javier Peña, pescador del Narcea. "Los fines de semana hay cuatrocientas personas por el río y una media de treinta capturas. La normativa permite arrasar porque si das 6.000 licencias y no hay salmones en el río puedes matarlo todo; da pena ver los ríos al final de temporada, cada vez con menos salmones", considera este aficionado.

Maderal sostiene que lo que precisan los ríos asturianos es un proyecto de conservación a largo plazo, "como con los osos", así como instalar contadores de salmones como en otros países para determinar la cantidad exacta de ejemplares que remontan el río. "Si queremos recuperar los cauces y el salmón hay que vedar o permitir la pesca sin muerte, así los pescadores pueden seguir pescando y los peces viviendo", apunta. Además, estima que es imprescindible un mayor control del furtivismo: "No sólo vigilancia en los ríos. También puedes pescar uno e ir a precintarlo con la licencia de un primo; eso se hace mucho".

Por eso, los aficionados a la pesca sin muerte animan al resto de compañeros a realizar sueltas de capturas. "Lo que nos gusta es disfrutar de la pesca, pero si no hay peces el día de mañana se va a acabar", puntualiza Peña, quien practica esta modalidad desde hace más diez años, aunque reconoce que se llevó dos salmones a casa durante ese período.

Para Maderal, la emoción de capturar un salmón es "artificial". "No es lo mismo pescar uno que veinte. Cuando llevas muchos, poca satisfacción te puede generar. Además, no es difícil pescar un salmón por la técnica, lo es porque cada vez hay menos", asegura. En la misma línea, Peña cree que "cuando el salmón está en la secadera en tierra se acabó el juego, lo gratificante es devolverlo al río".

En resumen, la pesca sin muerte cada vez se extiende más entre los aficionados asturianos. Una cuestión moral y personal para ellos, pescadores por afición que quieren seguir viendo los ríos llenos de salmones. En definitiva, llenos de vida.

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