La demografía maltrecha de Asturias perdió el año pasado más de 4.000 personas como consecuencia del saldo negativo de los intercambios migratorios entre el Principado y el resto de España o el extranjero. La resta es la más alta desde que la estadística tiene memoria y profundiza en la tendencia negativa que sobre todo por las salidas de inmigrantes extranjeros empezó a restar efectivos a la población asturiana en 2012. Asturias, que hasta ese momento ganaba habitantes, nunca demasiados, gracias a las migraciones, comenzó entonces a detectar una fuga que desde ahí no se ha detenido, pero que nunca había sido tan rotunda como en 2014. La diferencia sin precedente entre las entradas y las salidas del pasado año concentra además la mayor porción de la pérdida en los intercambios con el exterior, que le quitaron al a la región casi 2.600 de los 4.000 residentes perdidos, cerca de 2.000 de ellos extranjeros.

Según el último recuento de las variaciones residenciales, divulgado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), Asturias perdió en un año casi 1.500 personas como consecuencia de su saldo migratorio negativo con el resto de España y esas cerca de 2.600 en el balance con el resto del mundo. Rebajó en total casi tantos residentes de nacionalidad española como extranjeros, unas 2.000 personas de cada categoría, pero el mayor daño, el quebranto más alto, se concentra en las salidas sin compensación hacia fuera de España, en unos movimientos donde la mayor parte de las fugas corresponden a habitantes nacidos en otros países. En total, Asturias recibió en 2014 a 28.831 nuevos vecinos procedentes de otras regiones de España o del extranjero y despidió a 32.913. En números absolutos abultan más las salidas hacia otras regiones, pero este dato -26.279 personas el año pasado- había conocido niveles superiores en otras épocas, antes y durante la crisis. Son los envíos al extranjero los que se disparan ahora, son estos intercambios los que se compensan menos con las llegadas y por tanto los que tienen mayor efecto sobre la cifra total de la población asturiana.

Un vistazo a la evolución del fenómeno en el tiempo lleva además a concluir que mientras el saldo migratorio de Asturias con el resto de España ya había sido más negativo que ahora en otros momentos, algunos previos al advenimiento de la crisis, lo que toca techo en 2014 y lo que se va acelerando con la recesión es el resultado de los intercambios con el extranjero, los frutos de la salida de muchos inmigrantes que ven de pronto oscurecidas sus alternativas de futuro en la región. En 2014 alcanzaron su tope las emigraciones desde el Principado hacia el extranjero, con 6.634 bajas de las que 5.427, más de ocho de cada diez, corresponden a habitantes nacidos fuera de España. Únicamente quedaron compensadas con 4.050 nuevas inscripciones de residentes venidos de otros países.

La estadística viene a confirmar de este modo la doble agresión que sufre la demografía maltratada del Principado, que es el líder nacional indiscutible en todos los parámetros del crecimiento vegetativo por los niveles reducidos de su natalidad y su elevada mortalidad y que además ha eliminado, de un tiempo a esta parte, también el leve alivio que representaban los intercambios migratorios. Nunca ha destacado últimamente la economía asturiana por su capacidad de atracción de habitantes extranjeros, pero al menos hasta 2011 el saldo de salidas y entradas resistía en números positivos. Desde entonces, a lo que restan los nacimientos escasos y las muertes abundantes y al liderazgo de Asturias en los indicadores del envejecimiento demográfico se suma también esta sustracción por el efecto negativo de las migraciones. En este siglo, la población del Principado llegó a aumentar en hasta 9.000 personas en 2008 gracias a la diferencia positiva entre las huidas y las llegadas, pero la crisis ha empujado esa estadística cuesta abajo, con muy leves repuntes hasta llegar al fondo de los más de 4.000 habitantes perdidos en 2014. El año pasado, de hecho, sólo cuatro comunidades autónomas españolas presentaron un saldo migratorio peor que el de Asturias: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña y Valencia. Sólo son Navarra, País Vasco, Canarias y Baleares tienen cifras de intercambio positivas.

El resultado de esta doble embestida sobre la demografía obliga a retroceder hasta los años setenta para encontrar una cifra de población más reducida que la última adjudicada a Asturias por los servicios estadísticos, muy levemente superior ya al millón de habitantes.