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Pleno de elección del Presidente del Principado

Monólogos del día más largo del año

Javier Fernández roza a Adolfo Suárez cuando se lee, Mercedes Fernández imita bien a "Espe" y Emilio León recuerda al primer Llamazares

El presidente de la Junta General, Pedro Sanjurjo, habla con el letrado mayor, Alberto Arce y con dos empleadas de la Cámara. JULIAN RUS

Los socialistas y los podemistas parecían haber tenido más reuniones de las que se conocen porque Javier Fernández y Emilio León arrastran unos catarros veraniegos de contagio. A Fernández se le notó en su discurso, cuando la voz le galleaba. Emilio León, a la entrada, lucía un trancazo que arrastra desde hace 20 días y cuya persistencia achaca a la falta de descanso. Cuando salió a hablar se había chutado algo porque no se apreciaba en su voz. Se le vio hidratarse mucho antes y durante, haciendo trabajar a los ujieres que ponen el agua y a los que saludó después de los diputados. Mercedes Fernández se benefició del cordón sanitario en torno al PP y estaba sana como un coral. Lo demostró en la prueba de resistencia que fue su intervención, 90 minutos en los que pasó de las generalidades peperas al problema de transporte escolar de un niño de Gijón.

Ayer fue el día más largo del año y los tres candidatos a la presidencia del Principado lo aprovecharon. Disponían para ofrecerse a la cámara de tiempo ilimitado y lo usaron en la caja de madera que es el salón de plenos mientras fuera sucedían una concentración antidesahucios y el verano esplendoroso. En la caja de madera (de puros desde la entrada de Podemos) la sensación del paso del tiempo queda abolida y no funciona más reloj que el de la vejiga al final de la sesión.

Empezó Javier Fernández con la seriedad suaruna que da a sus discursos institucionales. Suaruna es de Adolfo Suárez, con un recorte preciso y seco en la dicción de la frase. Sus discursos son estupendos y los lee con seguridad, sin yerro ni en el tono ni en la palabra. Incluso afónico desprecia muy bien. A la derecha le dio derechazos de rechazo como "la camisa vieja del neoliberalismo" y a la izquierda de Podemos la calificó de dar un espectáculo continuo de soberbia, exhibición mediática, agitación y propaganda para responsabilizarles de que no haya pacto de izquierdas. Repitió su truco oratorio de contraponer lo que podría hacer -porque lo hacen otros- a lo que hace. Siempre es equivocado lo que no hace y acertado lo que hace. Con eso y la seriedad, su verbo se hace soberbio.

Al empezar a hablar Mercedes Fernández ya se notó que el único territorio donde que no pierde Esperanza Aguirre es en su cabeza. Es sorprendente el parecido prosódico. Cuando las ideas comunes se expresan con las mismas palabras acaba apareciendo hasta la misma voz, con esa parada imperceptible a mitad de frase y a veces un silabeo en palabras largas como "in-ne-ce-sa-rie-dad" o "fi-li-bus-te-ris-mo" que parece seguir el martilleo del organillo castizo.

¡Espe, abandona ese cuerpo!

Habla en perfecto politiqués, adquirido en los tiempos en que era habitada por Cascos y desarrollado en una muy larga carrera parlamentaria, pero, de vez en cuando, se suelta el pelo con aznarinos momentos "sin complejos", aguirra "la bandera de la libertad de elección" y defiende la rapidez en la gestión "con desparpajo". Salió con papeles pero leyó poco, quiso ser cercana y fue larga. Ella es la modernidad. La izquierda es antigua. Peor aún, rancia. De la reiteración del calificativos se infiere que Cherines tiene una tolerancia rancia cero.

En el día especial que fue ayer, los dos Fernández fueron los teloneros del candidato Emilio León, nuevo de toda novedad en el parlamento regional. En el vaivén de los visitantes y en la barra de la cafetería hubo entradas y salidas relacionadas con el apoyo al candidato propio pero también mucho interés por ver cómo se presentaba Podemos en la sociedad parlamentaria. Lo hizo con algunos guiños inevitables: saludó a sus señorías y a los ujieres -en broma y en veras- al público asistente y a los que seguían la sesión por Internet. Alternó por párrafos el castellano y el asturiano (más ceñido en este último pero bien pronunciado, nivel advanced), dando a su gente la voz expresada por e-mail, por emilio, como un Miguel Strogoff que hubiera recorrido la Siberia para ser el correo del pueblo, y dejando que esos mensajes llevaran la mayor carga demagógica.

También quiso demostrar que no es tan fiero León como pintan a Podemos y se mostró colaborador para mejorar, apeló al sentido común (que es como robarle la bandera a la derecha rajoniana).

Su manera de alzar la cabeza para mirar a los escaños recuerda al Gaspar Llamazares de hace 20 años, que ayer estaba en ese tendido. Es el gesto del nadador poco experto que no quiere mojar la cabeza. Comunica bien porque no es nuevo en hacerlo aunque se estrenara en la Junta. El círculo de invitados de Podemos, con la vicealcaldesa Ana Taboada a la cabeza, asentía sus aserciones y reía sus gracias con un entusiasmo que no se había visto ni en Isidro Fernández Rozada y Ovidio Sánchez con Cherines; ni en Wenceslao López con Javier.

Será cosa de la nueva política.

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