El acceso al apeadero de Loza, en Coaña, es un camino de hierba entre maizales por el que rara vez se ven viajeros. En el andén yace una de las planchas de metacrilato que formaba parte de la cabina de protección de los pasajeros. El viento la ha arrancado, pero a nadie le importa. En realidad, casi nadie se ha dado cuenta, porque en Loza muy de vez se sube o baja alguien del tren. La suya es una de las 34 estaciones asturianas de la antigua Feve que no llega ni a un usuario de media al día.
María del Rosario García vive a escasos cien metros de la parada y confirma su escasísimo uso. "Aquí no se suele subir ni bajar nadie. Bueno, alguna vez llega alguien de Avilés o de Gijón. Y también hay chavales, de los que estudian, que van a Oviedo. Pero lo cierto es que se utiliza muy poco". Antes, cuenta esta vecina, en el apeadero sí que se veía a algún que otro vecino que viajaba en tren a Navia, la villa más cercana. "Pero desde que pusieron los trenes rápidos, que no hacen parada, esto está muerto". Hoy en la localidad coañesa de Loza tan sólo se detiene cada día un tren en cada dirección, de los cuatro que pasan a diario por la zona. El de las once de la mañana, que era el más utilizado por los vecinos para moverse, ya es historia.
Y también es historia el antiguo apeadero "de cemento y ladrillo" que recuerda García a la vera de la vía.
"Hace unos años lo cambiaron por éste, que a mi me gusta mucho menos", asegura. Se trata de una estructura poco más grande que una marquesina de las del autobús. Está rodeada de hierba y ya empieza a ser invadida por la maleza.
En el apeadero naveto de Llames hay algo más de actividad que en Loza, pero la media diaria no alcanza los 15 pasajeros. Es uno de los andenes que la asociación "Asturias al tren" pretende suprimir para habilitar más enlaces semidirectos entre Nava y Oviedo. Este periódico realizó el trayecto hace días y pudo comprobar que en seis de sus doce paradas no se subió ni se bajó nadie del tren. María Fernández, usuario habitual del ferrocarril entre la capital sidrera y Oviedo, confirma que es "raro" ver pasajeros en el apeadero de Llames, si no es a primera hora de la mañana o de la tarde. Pese a ello, en esta pequeña terminal se detienen todos los días 39 trenes.
En la línea de Gijón a Cudillero, el apeadero del Centro de Transportes de Gijón permanece desierto la mayor parte del año, con una media de uso que no llega ni a un pasajero al mes, según los cálculos de los viajeros que usan habitualmente una línea en la que la parada de Cristalería, ya en Avilés, resulta también testimonial. La terminal de Raíces (Castrillón) es una de las que cuenta con un menor volumen de viajeros de toda la comarca avilesina, pero su nivel de uso supera el mínimo exigido por los expertos para mantener el servicio. "La verdad es que no hay excesivo trasiego, aunque durante los días de semana sí que vemos más movimiento", asegura Tomás Pérez, que reside en uno de los bloques de viviendas de Raíces Nuevo más cercanos a la estación ferroviaria. "Calculo que por aquí no pasan más de 40 personas al día; si bien es cierto que durante el invierno lo utilizan algunos chavales para ir al instituto y en verano son muchos los bañistas que prefieren esta parada a la de Salinas", añade Pérez.
Tanto el apeadero como sus accesos se encuentran muy descuidados, lamentan los vecinos de Raíces y, sobre todo, los usuarios habituales del tren. El camino que lleva hasta la parada ferroviaria, en la calle Antonio Machado, está siendo "comido" por la maleza y el firme es muy irregular. Las vallas de seguridad del perímetro también están en mal estado por algunas zonas y en las esquinas se acumulan restos de basura. Las críticas por el abandono de las instalaciones son comunes en buena parte de los apeaderos asturianos.
