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Un empujón para ponerse en órbita

La firma Karten Space, que fabricará el primer nanosatélite con impresión 3D, premiada a la vuelta de un viaje de sus promotores a Silicon Valley

Ainhoa Cid señala el Golden Gate de San Francisco durante el viaje a Silicon Valley.

Los 30.000 euros del premio al mejor proyecto innovador del programa "Yuzz" le van a venir muy bien a Karten Space, una empresa a la que la inyección ha pillado precisamente en plena búsqueda de financiación para construir su primer nanosatélite. Es un grano que no hace granero, pero da un empujón a las cuentas y sobre todo al ánimo de la trabajosa tarea que ha emprendido la compañía asturiana, ponerse en órbita fabricando artilugios multifunción mucho menos pesados y costosos que los enormes satélites convencionales. Dice Ainhoa Cid, ingeniera vitoriana que estudió en el campus de Mieres y asentó su "start up" tecnológica en Asturias, que el baño de autoestima vale tanto o más que el auxilio económico del galardón que acaba de recoger en la Ciudad Financiera del Banco Santander, entidad impulsora del programa que premia y apoya iniciativas innovadoras de emprendedores menores de treinta años.

Además de la grata "sorpresa total" de haber recibido primer premio, porque "los 41 proyectos finalistas eran muy buenos", Cid agradece el estímulo de haber generado la impresión de que "podemos estar haciéndolo bien y la idea puede tener salida", un empujón moral imprescindible para esta fase a veces problemática de la recaudación de fondos para poder empezar y terminar la construcción del primer prototipo.

Ainhoa Cid y Máximo Calvo, promotores de la idea del nanosatélite como alternativa pequeña y barata a los grandes artefactos tradicionales, con aplicaciones muy diversas de la agricultura a la minería y de las comunicaciones a la revisión de grandes infraestructuras, recibieron su distinción a la vuelta de la otra parte del premio, un viaje de una semana a Silicon Valley para los 41 finalistas. Después de visitar las sedes de Google, Facebook o Linkedin, y de hablar con emprendedores españoles que optaron por desarrollar sus proyectos en la meca californiana de la tecnología, Cid agradece haber visto la parte que iluminan los focos y también la trastienda del gran "Dorado" de la innovación. El llamado "valle del silicio" es ese lugar, confirma Cid, "donde puedes conocer en un bar o en el supermercado a la persona que necesitas", pero de las experiencias de los españoles saca la conclusión de que "tampoco allí es oro todo lo que reluce". "Es la meca de la innovación y la tecnología, sí, pero 'ven con mucho dinero de partida', nos decían, porque no es nada barato vivir allí. Es el sitio con más inversores por metro cuadrado, pero no llegas y en una semana los tienes a tu alcance. Para una empresa española tampoco es tan fácil y el consejo que nos daban era que si aquí ya tenemos una implantación y clientes nos pensáramos el viaje dos veces".

Su nanosatélite, concebido como un sustituto a escala de los grandes artilugios orbitales, se elaborará de momento en Gijón y pretende ser el primero del mundo fabricado mediante impresión 3D en metales, una técnica que aminora "el tiempo de fabricación y los costes". Para pagarlo, enlaza Cid, "hemos establecido contactos con bastantes fondos de inversión", sabiendo que su proyecto "se sale un poco de la moda más reciente: el internet de las cosas, las aplicaciones y plataformas web".

Ventajas

En todo caso, su nanosatélite puede vender la ventaja del tiempo de desarrollo, mucho menor que los cinco años de un gran satélite, su coste infinitamente más ajustado -uno grande "cuesta 500 millones, un nanosatélite puede salir por 100.000 euros, aunque el nuestro estará por encima"- y la versatilidad de sus usos. Ainhoa Cid tuvo una idea escuchando hablar del tema al astronauta Pedro Duque en Gijón. Ahora sabe que el pequeño aparato de siete kilos que saldrá de la impresora 3D, pensado inicialmente para la observación de la Tierra y la teledetección, puede producir imágenes con utilidades diversas, "desde la agricultura, para ver si un campo necesita ser regado, a la minería, para controlar los yacimientos, o a la revisión de las grandes infraestructuras desde satélites". "También nos hemos centrado en el mar, en el control del tráfico de barcos a través del detector de balizas de identificación que llevan todos los buques" y, siguiendo por ese camino a casi todos los sitios, Cid cita el "business intelligence", la inteligencia empresarial. Un ejemplo. "En México, la provincia con más producción de limones sufrió una plaga que disparó hasta 130 veces los precios. La gente que pudo detectar la plaga mediante satélite se adelantó y cerró el precio antes. Eso es negocio inteligente".

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