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Apuntes de mecánica política

Podemos y la apuesta de Pascal

La formación morada pone su objetivo de aniquilar la hegemonía del PSOE en Asturias por encima de su estrategia de alianzas y el PP se aprovecha

Podemos y la apuesta de Pascal

Elijan su opción: el "pacto del duernu" (PP y PSOE, según Foro); el "pacto del astillero" (Xixón Sí Puede y Foro en Gijón, dice el PSOE); el "pacto del muermo" (PSOE e IU, según Podemos)... Hay pactos para todos los gustos y cada partido los saca a relucir para invocar fantasmas y confabulaciones cuando le vienen mal dadas.

El francés Blaise Pascal (1623-1662) está considerado uno de los padres de la combinatoria: el cálculo de los modos en los que pueden juntarse elementos de un conjunto. Saberlo es clave para la predicción estadística. En la política parlamentaria, la combinatoria se plasma en un proceso habitual: los pactos, las alianzas, las mil y una formas de juntarse con otro para fastidiar a un tercero. ¿De cuántas maneras pueden reunirse seis partidos para sumar mayorías? En la teoría todas las opciones son válidas, hasta las más estrambóticas. Pero sólo se plasmarán aquellas que cumplan un objetivo. Si se conoce, quizás no resulten tan inconcebibles.

Pascal, que terminó cambiando la ciencia por la teología, creía que la fe no entraba en contradicción con la razón. A él debemos la denominada "apuesta de Pascal", una forma de llevar la existencia de Dios al terreno del convencimiento racional. La formulación es la siguiente: "Aun cuando la probabilidad de la existencia de Dios fuera extremadamente pequeña, tal pequeñez sería compensada por la gran ganancia obtenida al ir al cielo".

Podemos juega en el parlamento con su peculiar apuesta de Pascal: "Aun cuando la probabilidad de aniquilar al PSOE fuera extremadamente pequeña, sería compensada por la gran ganancia obtenida al ocupar su lugar". Esa es la razón de fondo que justifica su combinatoria parlamentaria. ¿Alguien puede creer de veras que Podemos guarda alguna similitud ideológica con el Partido Popular o Foro? En absoluto. Entonces, ¿está haciendo un favor a la derecha cuando se alía con ella en algunas votaciones? No. Simplemente persigue de manera egoísta su estrategia. Si el PSOE no asume esa premisa no entenderá que cualquier aparente acuerdo entre populares y podemitas no es más que una alianza de aceite y vinagre (que nunca se mezclan salvo en emulsiones, inconcebibles en este caso) con el único objetivo de elaborar la salsa en la que macerar a los socialistas: los populares para debilitarlos y lograr la mayoría en Asturias; los podemitas para ablandarlos y así favorecer la digestión.

La segunda parte de esta cuestión reside en la pregunta de si es o no lícito este proceder. ¿Realmente todo vale siempre que se sume mayoría? ¿Cualquier combinación de elementos es aceptable? Quizás habría que preguntárselo a Pedro Sánchez.

Los acuerdos de pasillo, las reuniones en despachos y las alianzas pactadas con discreción forman parte desde siempre del juego parlamentario. Incluso las artimañas para ejercer el "derecho a la venganza". Esa es la lectura, sobretodo, de lo que ocurrió el pasado viernes en la Junta, cuando Podemos votó a favor de que el candidato de Foro, Pedro Leal, ocupase el puesto en la Mesa de la Junta que hasta ahora correspondía a Ciudadanos gracias a otra alianza previa con el PSOE e Izquierda Unida y que, es cierto, no otorgaba los puestos de este órgano de control a los partidos más votados. No cabe rasgarse las vestiduras por más que haya que escenificar el revés por el resultado poniendo el grito en el cielo.

Objetivos de moqueta

Pero todo lo anterior no es incompatible con la eficacia parlamentaria y el buen ejercicio de la política al servicio de los intereses generales. El problema está cuando los juegos de alianzas e intereses se hacen para perseguir objetivos de moqueta, pocas veces explicados a los ciudadanos. Por ejemplo, que Ciudadanos pierda su posición en la Mesa implica menos dinero y el abandono de un despacho, que sí gana el nuevo ocupante del puesto. Y a veces cuestiones pedestres explican movimientos que luego tratan de revestirse de impecables estrategias políticas.

Con una Asturias en la que los indicadores estadísticos sólo presagian nubarrones económicos, resulta decepcionante que todos los partidos, los viejos y los nuevos, conviertan el parlamento en un espacio aislado del mundo en el que entregarse al navajeo, la conspiración o la demagogia.

El Partido Popular ayuda, aunque sea por eso de los extraños compañeros de cama que hace la política, a que Podemos logre poner en práctica su propia "apuesta de Pascal". Se trata de una actitud que no se corresponde con la de su partido en España, aunque habrá que ver, una vez que se resuelva ese endiablado rompecabezas que es el futuro gobierno central, cuál es la combinatoria del Congreso. Hagan apuestas.

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