-De 0 a 10, ¿cómo andamos de igualitarismo en España?
-Aprobado raspado, pero nuestro país no es una excepción en esa nota mediocre. El mundo es machista. Al menos aquí no nos rebanan el clítoris.
Carmen Suárez, gijonesa, doctorada en Historia por la Universidad de Oviedo, inspectora educativa, cofundadora de la Asociación Feminista de Asturias (AFA) en 1976, es comisaria de la exposición "Asturianas en transición. Discursos y acción política feminista (1975-1983)", que se clausura esta tarde (18.30 horas) en el palacio del Conde de Toreno, sede del RIDEA, en Oviedo.
-No bajamos las estadísticas de violencia machista ni a tiros.
-No hay conciencia social suficiente y sigue muy vigente el concepto de pertenencia: ésta es mía y, si no, la mato.
-¿Una bofetada, una sola, se puede perdonar?
-Yo no la perdono. La que pueda...
-¿Qué peaje tuvo que pagar por su feminismo activo?
-Ninguno. Cuando decides de verdad lo que eres, todo son beneficios.
-¿Quién era feminista en su casa?
-Mi abuela trabajó; mi madre, no. Se sacrificó y siempre tuvo claro que sus dos hijas tenían que estudiar. La vida del ama de casa constriñe y somete. No te deja ser tú porque eres para otras personas.
-¿Cuándo se lanzó al ruedo de la militancia?
-Creo que cuando comencé a trabajar como profesora y comprobé la enorme discriminación de la mujer. Las mujeres no existían en los libros de texto. Cuando llegué a directora de un centro, éramos tres mujeres con esa responsabilidad en Asturias.
-Feminista en la España de los años 60 y 70. ¿Qué fue lo más fuerte que le dijeron?
-Era muy común aquel estribillo de "putas, zorras y abortistas".
-¿Hay que legalizar la prostitución?
-Es un debate abierto dentro del feminismo. Por supuesto todo el mundo está en contra de la trata de personas, pero si alguien quiere ejercer la prostitución libremente... No sé. Pero me preguntó qué le ocurre a una sociedad que establece negocio sobre esta cuestión.
-¿Pronto tendremos una presidenta de Gobierno?
-Por mí, mañana mismo, pero supongo que esto no sucederá a corto plazo. Hay mucha mujer en la vida política nacional, pero muchas están por así decirlo en la reserva.
-¿Una mujer gobernaría distinto?
-Espero que aporte más sensatez y sentido común. Y otra forma de administrar los dineros.
-La economía está en manos de los hombres.
-Y quien maneja la economía tiene el poder. Patricia Botín es una excepción en un mundo tan masculinizado que no me extraña que alguna mujer diga eso de "Probe de mí, dónde me meto".
-Un consejo para una adolescente asturiana.
-Que piense que la vida es muy larga, que tiene que ser autónoma e independiente y que intente siempre establecer una relación sentimental igualitaria.
-¿La ley del aborto española es...?
-Muy avanzada, con mecanismos que hay que cumplir. Y garantista.
-¿No le asombra que siga habiendo tantos abortos en este país?
-Nadie aborta por gusto. El peso de la anticoncepción sigue cayendo sobre las mujeres. Y somos 46 millones de habitantes.
-¿La Iglesia acabará aceptando los anticonceptivos?
-Seamos sinceros, implícitamente ya los ha aceptado. Muchos católicos los usan, ¿no?
-¿Los cuentos tradicionales son de juzgado de guardia?
-Son historias absolutamente machistas que acentúan los estereotipos de manera terrible.
-Nunca hubo enseñanza tan igualitaria como hasta ahora. No me lo negará.
-Pero queda mucho camino por recorrer. En las fiestas de disfraces las niñas siguen vistiendo de princesas y hadas y los niños de guerreros y piratas. Se comparten los espacios, pero no se acaba con los estereotipos.
-En materia de igualdad, los expertos alertan sobre el retroceso en las relaciones juveniles.
-Las chicas piensan que viven en un contexto igualitario, pero tienen relaciones muy complicadas con ellos. Una relación desigual pautada por el dominio del varón. Es muy peligroso basar tu personalidad en el objetivo de agradar a alguien.
-"Taragañu al patriarcado", leo en una pintada en Gijón.
-El patriarcado está ahí y se rearma cada poco e inventa cosas nuevas para no perder privilegios. Ahí está la presión publicitaria, por ejemplo, con sus rubias enseñando cuerpo.
