El pescador de salmón es paciente y obstinado. El pescador de salmón es incansable, tenaz, sufrido... nunca debe bajar la guardia.
Por muchas que sean las dificultades, por malas que sean las perspectivas, debe estar alerta, mantener la tensión. No existe nada más que la búsqueda del pez, la búsqueda de un sueño. Los dedos acarician suavemente el nexo de unión entre pez y pescador, aferrándose a un atisbo de esperanza.
En cualquier momento puede producirse la llamada al otro extremo de la línea, esa sensación que, en apenas unos segundos, nos acelere las pulsaciones, esa sensación que hará que el corazón se nos quiera salir por el pecho.
El carácter enigmático y caprichoso de los salmones hace que, en cualquier instante, ese sueño se haga realidad.