"Ninguna carretera en España y muy pocas en el mundo no han tenido que someterse a obras en su firme, mientras que la 'Y' asturiana no sólo ha aguantado cuatro décadas sino que además ofrece la mayor seguridad en el frenado y el mejor contacto". Así de rotundo se expresó ayer Jesús Díaz Minguela, director del Instituto Español del Cemento y sus Aplicaciones (IECA) Tecnología.

La autopista Oviedo-Gijón-Avilés, más conocida como la "Y" asturiana, celebró ayer el 40º aniversario de su inauguración en un acto organizado por el Ministerio de Fomento y el IECA, en el que se analizaron "Las nuevas tecnologías del hormigón en la carretera". En él participaron ingenieros que trabajaron en la construcción, como Ignacio García-Arango, y otros que ahora intervienen en su mantenimiento, como Javier Uriarte.

La autopista "Y" se abrió al tráfico el 13 de febrero de 1976, con una longitud de 44 kilómetros, aunque totalizaba 100 de calzada con los enlaces. El 70 por ciento de la obra estaba construido en losa de hormigón continuo, que se utilizó por primera vez en España.

Según explicó García-Arango, coincidiendo con Minguela, "aunque el coste inicial de este material es más elevado que el del aglomerado asfáltico, su mayor durabilidad y menor mantenimiento hacen del pavimento de hormigón una solución más económica en el largo plazo, como demuestra el caso de esta autovía pionera".

Minguela matizó posteriormente que en la época en la que se construyó la "Y" se calculaba que el coste era entre un 15 y un 30 por ciento superior, pero a largo plazo es un 45% más económico.

Sin embargo, apenas existen carreteras construidas en España con este material, pese a que el hormigón es de producción local mientras que el asfalto hay que importarlo.

El pavimento de hormigón tiene como características favorables su mayor capacidad para soportar el tráfico pesado, permite una mayor luminosidad, resistencia a vertidos y capacidad para soportar el fuego. Además, también se ha conseguido reducir el ruido, uno de los grandes inconvenientes de la "Y" asturiana. "Eso se debe a que se primó la seguridad. La textura transversal mejora el drenaje del firme, lo que es fundamental en una comunidad donde llueve mucho. Eso permite reducir el tiempo de frenada y se traduce en un descenso del riesgo de accidentes", explicó Minguela.

Javier Uriarte destacó las mejoras hechas en la autopista, pero advirtió de que "hay que pensar el futuro para mantener baja la siniestralidad".