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El rostro solidario de las infraestructuras

Geólogos y arquitectos asturianos que participan en proyectos de cooperación en Honduras y Haití aseguran haber aprendido a diferenciar "lo importante de lo prescindible"

Inauguración de uno de los tanques de agua construidos con la colaboración de Geólogos del Mundo en Honduras. B. G.

Conocer la geología y los procesos geológicos en Honduras con implicaciones sociales. Ese fue el objetivo que se propusieron los asturianos Beatriz González Santano, Victoria Escobedo Silvela y Luis Alfonso Fernández Pérez cuando el pasado octubre decidieron viajar al país caribeño para participar en un proyecto de cooperación al desarrollo con la ONGD Geólogos del Mundo Asturias. Los tres jóvenes comparten idénticas inquietudes profesionales y sociales con la Geología de por medio.

Beatriz y Victoria como voluntarias y Luis Alfonso como técnico de proyecto, se desplazaron al departamento de Intibucá para la ejecución de proyectos de abastecimiento de agua potable y saneamiento básico en comunidades fundamentalmente rurales y pertenecientes a la etnia Lenca.

"Fue una experiencia muy positiva, considero que he aprendido muchas cosas tanto en lo personal como en lo profesional", sostiene Beatriz. En este tipo de proyectos, "en lo personal uno aprende a valorar más lo que uno tiene y también se da cuenta a diferenciar lo importante de lo prescindible". En lo profesional, continúa la joven cooperante, han tenido la oportunidad de ver in situ la ejecución de varias obras y participar en ellas: "Nos ha servido para aprender y aplicar también los conocimientos adquiridos". Además aprenden a resolver los problemas que se presentan con los materiales disponibles en cada momento.

Para ellos, la opción de viajar a Honduras surgió de una colaboración previa con la ONG Geológicos del Mundo con sede en la Facultad de Geología, en Oviedo. "En mi caso, participé en un libro para niños sobre riesgos naturales titulado 'Conoce y convive con los riesgos naturales' publicado en el año 2013", relata Beatriz. "Mi interés por participar en los proyectos fue creciendo hasta que tuve la ocasión de venir en octubre y a día de hoy no quisiera que finalizara el proyecto", reconoce.

Su compañera Victoria se enteró de una vacante en el segundo turno de voluntariado en el proyecto de Geólogos del Mundo Asturias en el curso 2014-15 y no se lo pensó dos veces. Era un proyecto de abastecimiento de agua potable y saneamiento básico para comunidades indígenas y campesinas de La Esperanza e Intibucá, en el mismo departamento hondureño que Beatriz. "Me lancé a por la oportunidad enseguida", indica. Tras aquella "gran experiencia" continuó cooperando con la ONG desde la sede en Oviedo, y esperando a una nueva vacante en el proyecto 2015-16 de donde acaba de regresar junto a Beatriz y Luis Alfonso. También realizan labores de asesoramiento a las comunidades "para que mejoren sus líneas de conducción, o aumenten los caudales de sus represas si es que ya las tienen pero tienen poca cantidad de agua... o les damos ideas para mejorar su sistema sin tener que realizar grandes inversiones", explica la joven geóloga. "El hecho de haber repetido experiencia creo que es el mejor indicativo de la satisfacción que me reportan las labores de cooperación", continúa.

La oportunidad de trabajar con comunidades de zonas rurales les ha permitido conocer a personas "amables, agradecidas, cariñosas y muy trabajadores", lo que les permite moverse "con total tranquilidad y libertad, incluso a veces solas por repartirnos el trabajo, sabiendo que si nos surge cualquier problema, siempre podemos contar con la amabilidad de las comunidades", asegura Victoria. En terreno trabajan con los materiales a su alcance, sin tecnologías sofisticadas y siempre pensando en dejar obras fáciles de reparar con los materiales que las comunidades puedan conseguir sin realizar grandes inversiones, relatan los voluntarios asturianos. Esos recursos limitados hacen les llevan a desarrollar el ingenio.

Una experiencia parecida a la de Beatriz y Victoria la vivió el colungués Leandro Fernández-Jardón, quien llegó a Haití cuatro años después del terremoto que asoló el país. "Aun eran claras las secuelas", rememora, "había y hay zonas totalmente destruidas, pero se ha hecho mucho y se sigue haciendo para mejorar las condiciones de los haitianos". Arquitecto de profesión, antes de llegar a Haití en julio de 2014 de la mano de Cruz Roja España había trabajado para otras ONG en Timor Leste. "Fui a visitar a mi hermano, que trabajaba para Naciones Unidas, me gustó y me quedé", recuerda el joven. Sobre la labor desarrollada en este tiempo en el país caribeño reconoce que se trata de "un trabajo lento y difícil, pero necesario. En dos años he visto muchos avances y con esfuerzo se hará aun mucho más", augura.

El balance de aquel terremoto que redujo a escombros la capital de Haití, en 2010, es todavía palpable, insiste el joven: "La destrucción fue fatal".

Por el momento, el colungués asegura estar "muy contento". Permanecerá allí, al menos, hasta final de año. "No me importaría seguir", aclara sobre su labor. No obstante, las dificultades aparecen a cada paso que dan. En las primeras reconstrucciones que se hicieron -con materiales muy endebles- fue necesario volver a intervenir. Ellos están trabajando en infraestructuras escolares "pero aún queda mucho trabajo por hacer", concluye el joven arquitecto.

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