La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La ordenación de diaconisas, con discrepancia en la diócesis

Los sacerdotes del Principado ven con buenos ojos el aperturismo del Papa Francisco, pero con ciertos límites

La ordenación de diaconisas, con discrepancia en la diócesis RICARDO SOLÍS

"Ya era hora de que a las mujeres se les reconozca que tienen un papel fundamental en la Iglesia, no solo fregar el templo y planchar los manteles, como creen algunos". Las palabras de Fernando Fueyo, párroco de la iglesia de San Nicolás de Bari, en el barrio de El Coto de Gijón, representan a la perfección la valoración que parte del episcopado asturiano hace sobre la última gran medida aperturista del Papa Francisco.

El Sumo Pontífice ha creado una comisión que estudiará la posibilidad de que las mujeres puedan ser diaconisas de la Iglesia Católica, como ya fueran en el pasado. Este comité de expertos teólogos estará presidido por el español Luis Francisco Ferrer, y contará con un reparto paritario entre mujeres y hombres, seis y seis, algo que es "un gran primer paso", como indica Javier Gómez Cuesta, párroco de la también gijonesa iglesia de San Pedro. Para Gómez Cuesta, "es un tema fundamental que estaba pendiente, y que ha de ser abordado sin temor, sin condicionamientos ni prejuicios; se ha de buscar solo la verdad". Además, el párroco gijonés asevera que "muchas de las funciones de los diáconos, las estaban haciendo ya mujeres en las misiones, como bautizar, u oficiar matrimonios o la Palabra".

Para José Antonio González Montoto, párroco de la avilesina iglesia de Santo Tomás de Cantorbery, esta decisión del Papa es "un paso más en el compromiso adquirido con las mujeres", promesa que Francisco hizo en una reunión el pasado mayo ante casi un millar de religiosas en el Vaticano". González Montoto entiende que "el Papa Francisco reconoce que la mujer no está suficientemente valorada, sobre todo porque no puede acceder a la toma de decisiones. Reconoce que privarles de la ordenación es un atentado a la dignidad de la mujer".

Con González Montoto coincide el sacerdote avilesino José Manuel Feito, quien asegura que "se busca recuperar la dignidad de la mujer en la sociedad y en la Iglesia. Es un paso adelante importante. Si ya las hubo en la antigüedad, ya tenían puestos en la Iglesia, ¿por qué no van a tenerlos hoy? Ya están en la Iglesia, ya ejercen, como en las misiones". Feito hace especial hincapié en que este paso "no sería algo nuevo. Otra cosa es el paso al sacerdocio, que está más complicado porque la tradición lo impide".

Precisamente ese es la clave de esta comisión, en palabras de Gómez Cuesta: "Discernir si realmente el catecismo explicita que únicamente pueden ser varones los que se ordenen". Para el párroco gijonés, "en cuanto al ordenamiento, hay quienes dicen que hay un axioma que dictamina que solo pueden acceder él los varones, mientras otros creen que las mujeres también. Hay posturas alejadas entre los teólogos".

Benito Gallego, deán de la Catedral de Oviedo, asegura que "la comisión debería ser para discernir si había diaconisas y se pueden llamas así, pero no para ordenarlas". Gallego tiene clara su postura: "Me parecería bien si se decide que se les llamen así, sobre eso no tengo ninguna oposición. Sin embargo, tengo más reservar sobre si se les debe ordenar diaconisas".

El párroco de la iglesia avilesina de San Nicolás de Bari, Ángel Garralda, ve con buenos ojos que se realice este estudio, incluso que las ordenen diaconisas, pero enfatiza que "eso no implica ser sacerdotes". Para Garralda "ese tema está zanjado, si Cristo no lo hizo, no veo por qué tengamos que hacerlo ahora. Jesús eligió para su misión apóstoles, y todos ellos hombres", recalca el sacerdote.

Quizás ese sería un salto mucho mayor para la Iglesia, algo que no todos verían con buenos ojos, como explica Fernando Fueyo: "El enemigo está dentro, en la curia, gente que no ve más allá, que no valora el esfuerzo del Papa por abrirse a los cambios".

El diaconado es el grado más bajo de ordenación clerical, por debajo del presbiterado, es decir, los curas o sacerdotes y el obispado. Este primer grado concede la capacidad de oficiar ciertos ritos pero en ningún caso la eucaristía, reservada a los dos grados superiores.

Compartir el artículo

stats