Una explotación de 68 vacas que atender, una casa de dos plantas que limpiar, dos personas mayores que cuidar y un montón de ropa que lavar y planchar. Con este trajín, la ganadera María Carmen de la Cera nunca había tenido tiempo para ella. Hasta ahora. El programa "Más que un respiro", impulsado por el Gobierno regional y desarrollado por la cooperativa Campoastur, le ha dado "calidad de vida". A ella y a otras cuarenta mujeres. "Estoy encantada, ahora ya puedo ir a la peluquería", dice esta tinetense de 55 años, al frente desde hace más de dos décadas de la ganadería de leche "Casa Pedrón", en El Pedregal.

El respiro se lo da Gema María Francos. Ella es una de las veinte mujeres formadas por Campoastur en el ordeño de animales, la agricultura, el cuidado a mayores, la atención domiciliaria y los primeros auxilios para poder sustituir a las ganaderas y regalarles tiempo propio e incluso vacaciones. Francos, que trabaja desde hace dos años en la explotación de María Carmen de la Cera, además de en otras seis casas, da apoyo tanto en el ámbito doméstico como en el profesional . "Yo creo que es una de las mejores cosas que podían hacer. Fui ganadera y sé bien que la mayor fuerza en una granja la aporta la mujer. Nosotras somos las que tenemos que hacer la comida, limpiar, atender a los hijos, encargarnos del papeleo, ordeñar las vacas...", opina.

El plan nació en 2014 con el objetivo de "favorecer el desarrollo personal, profesional y social de las mujeres del medio rural". Aunque aún está en fase de desarrollo, Campoastur -que recibirá el próximo mes de septiembre la Medalla de Plata del Principado- pretende extender pronto el servicio a toda la región. En estos momentos, se concentra en el occidente y son ya cuarenta las agricultoras que lo utilizan. "La valoración que hacemos es muy positiva. Por un lado, contribuimos a mejorar las condiciones de vida de las ganaderas, y por otro, generamos empleo para la mujer en la misma zona. Ambas cosas contribuyen a fijar población en la zona rural", expresa Javier Fernández, director de la cooperativa y coordinador del proyecto.

No obstante, el papel de la mujer rural algo ha mejorado en los últimos años. "Ya no estamos tan supeditadas a lo que diga el hombre. De hecho, cada vez hay más mujeres que emprenden en el campo", dice De la Cera. En su caso, la ganadería llegó de manos de sus suegros. Pero cuando ellos se jubilaron, la explotación de 68 vacas quedó toda para ella. "Decidí apostar por ello; es una profesión como otra cualquiera. Y al principio funcionó bien. Ahora, con la crisis láctea vamos tirando como podemos". Su marido le ayuda con la granja, aunque reconoce que aun así es mucho el trabajo que tiene que desarrollar día tras día. "Tengo a dos personas mayores que no puedo dejar solas y ropa de seis o de ocho para lavar", se queja. Menos mal que tiene a Gema. "Viene dos horas a la semana, pero quiero ampliarlo. Su ayuda es fundamental: limpia cristales, da de comer a las gallinas, pone la lavadora... Y mientras tanto, yo puedo ir a la peluquería o aprovechar para hacer mis gestiones en el banco o en la Consejería", asegura.

Sueño para la mujer rural

Por su parte, Gema María Francos se encuentra entusiasmada con el programa: "Había cerrado mi explotación, porque me daba más trabajo que rendimiento económico, y estaba buscando un empleo. Me comentó un ganadero el curso de Campoastur y decidí apuntarme. Estoy muy contenta". Según Francos, la mujer rural precisa más ayuda en el hogar que en la ganadería. "Normalmente ellas prefieren hacerse cargo de los animales y dejarnos a nosotras las tareas domésticas. De cualquier forma, les quitas trabajo y ellas pueden aprovechar para comer con su marido, ir a la playa o lo que quieran".

El programa, según explican las ganaderas, no es demasiado caro. El servicio normal cuesta 8,90 euros la hora y el nocturno 10,90. Y las mujeres que lo solicitan, repiten. "Yo animaría a todas las ganaderas que estén en mi misma situación a solicitarlo. No hace falta que sean socias de Campoastur, la ayuda es para todas", concluye De la Cera, que "vende" como nadie la iniciativa. Sin ella, la mujer rural nunca habría soñado con tener este "respiro".