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La FSA reúne a alcaldes y secretarios generales para enfriar el clima en el PSOE

Los dirigentes afines a Sánchez movilizan a la militancia ante las futuras asambleas locales, en las que se evidencia la fractura del partido

Aspecto que presentaba la sala de reuniones de la Casa del Pueblo de Pola de Siero antes de la asamblea. L. Blanco

El PSOE asturiano se enfrenta en el cuerpo a cuerpo con las heridas aún abiertas. La FSA reunirá la próxima semana a dirigentes por circunscripciones (alcaldes y secretarios generales, previstos para la próxima semana) y se plantea promover asambleas locales. Algunas, incluso, en los concejos que abiertamente se han expresado afines a Pedro Sánchez, como Corvera o Laviana.

Todo ello, antes de que se celebre el Comité Federal del que saldrá la decisión de si los socialistas se abstienen y permiten que Rajoy saque adelante su investidura, o mantienen su rechazo a un gobierno del PP. Aunque no hay fecha prevista, el PSOE sopesa varias opciones: una de las más probables, el día 23 de octubre, para así casar el calendario con las actividades del presidente de la gestora y del Principado, Javier Fernández, con motivo de la entrega de los Premios Princesa de Asturias.

El pulso interno en el partido se mantiene, por más que el camino a una abstención se vaya allanando día tras día. Tres son las cuestiones clave: cómo se desarrollará el comité federal que deba decidir la actitud ante la investidura de Rajoy, cuál será la actitud de los "sanchistas" en el grupo parlamentario en el momento de la votación y las expectativas de la gestora para cerrar esta etapa de transición que debe desembocar en un congreso federal.

El resultado del comité depende más que nada de la actitud del Partido Popular. El sector de los barones, que ya ha demostrado que cuenta con la mayoría en ese órgano, se guarda la baza de mantener el rechazo a Rajoy si los populares tratan de forzar la situación con más temperatura sobre un PSOE que ya es una olla a la máxima presión. El PP debería conformarse con que los socialistas asuman el coste público e interno de la abstención y tendrá que negociar durante la legislatura los apoyos, palmo a palmo, con concesiones en leyes y política presupuestaria. No hay más opción sobre la mesa o se va a la casilla de salida de unas terceras elecciones. Y que sea lo que las urnas quieran pero señalando a Rajoy como culpable ahora de la situación.

Las calculadoras de los partidarios de la abstención como mal que evite las terceras elecciones están más tranquilas. La mayoría parece más clara toda vez que los "sanchistas" han perdido a 14 miembros del comité tras el cese de la Ejecutiva. Pero todas las partes coinciden en que será un comité tenso y difícil del que el partido puede salir aún más fracturado.

De producirse una resolución favorable a la abstención, la batalla se trasladará al grupo parlamentario. La gestora y los dirigentes afines a los barones ya han dejado claro que no aceptarán que se rompa la disciplina de voto. El castigo está claro: el paso inmediato al grupo mixto. La aragonesa Susana Sumelzo ya ha afirmado que votará "no" sea cual sea la resolución del comité federal, pero queda por conocer qué hará el núcleo duro del ex secretario general.

Entre los "sanchistas" hay discrepancias sobre cómo afrontar esa situación. Algunos creen que lo más adecuado es asumir el resultado del comité federal, lanzar un mensaje a los militantes de disciplina y preparar la batalla de cara al futuro congreso federal y sus primarias. Otros defienden que al menos Pedro Sánchez mantenga el rechazo a Rajoy porque sería más coherente y la gestora podría admitirlo. Hay quienes recuerdan cuando Nicolás Redondo rompió, en 1985, la disciplina de voto en la reforma de las pensiones. En aquella ocasión, otro socialista discrepante con el proyecto de ley, el entonces secretario general de Vizcaya Ricardo García Damborenea, abandonó el hemiciclo minutos antes de la votación. Finalmente, otros apuestan por un voto en bloque de "no" a Rajoy con el respaldo de los diputados del PSC y retar así a la gestora a una expulsión que dejaría muy tocado al grupo parlamentario socialista. Las miradas de los oficialistas en Asturias están puestas en la diputada Adriana Lastra, afín a Sánchez y le recuerdan que en febrero llegó a afirmar en una entrevista que el PSOE no es "un partido asambleario", frente a su actual defensa de la consulta a las bases. Los ojos de los sanchistas, en cambio, se dirigen a Antonio Trevín, a quien afean que ahora defienda la abstención.

El tercer asunto en pugna será la duración de la gestora. Los barones piden "calma" para tratar de coser al partido, por lo que la duración de la dirección provisional que preside Javier Fernández podría prolongarse al menos un año. Pero cabe la posibilidad de que Rajoy convoque elecciones anticipadas en 2017 y los "sanchistas" confían en que la presión de la militancia acelere los plazos. Tienen claro que Pedro Sánchez concurriría a unas primarias, pero no parece que en este momento la andaluza Susana Díaz estuviese dispuesta a dar ese paso: la batalla del partido también ha afectado a su imagen en la militancia. La alternativa, un candidato que fuese capaz de reunir el consenso de las federaciones aunque tuviera que enfrentarse a Sánchez por lograr el apoyo de la militancia.

En Asturias, la dirección de la FSA confía en ir templando las aguas hirvientes del PSOE asturiano, pero la militancia sigue dividida. Prosigue la recogida de firmas, con la campaña lanzada por el alcalde de Jun (Granada) para tratar de forzar un congreso federal. Pero es necesaria la mitad más uno de la militancia y la fecha no quedaría determinada. La gestora, en el caso de que admitiese y validase las rúbricas, tendría no menos de 40 días para convocarlo. Y algunos dirigentes asturianos son partidarios de que las asambleas en concejos se celebren una vez que haya pasado el trago del comité federal y después de haber pasado por un comité regional. "Hacerlo ahora son ganas de remover las heridas", confiesa uno de ellos.

Pero los dirigentes de la FSA quieren explicar las razones que llevaron a la operación para forzar la dimisión de Pedro Sánchez. Además de las ya expresadas, el convencimiento de que existía por parte del ya exsecretario general una hoja de ruta oculta, que pasaba por un acuerdo casi urdido para contar con el apoyo de Podemos y los partidos separatistas, presentarlo como hecho y plantearlo a la militancia. Fuentes del equipo de Pedro Sánchez niegan esta tesis y ponen otra sobre la mesa: ya está sellada la "gran coalición" que propugnaba Felipe González.

Aunque entre los sanchistas existe disparidad de criterio, no se han envainado los sables. Más aún, hay quienes ven la figura de Javier Fernández debilitada para afrontar un congreso en Asturias y se preparan para una posible confrontación. Otros, en cambio, consideran que Fernández sigue siendo el único capaz de evitar un nuevo periodo de guerra interna en el socialismo asturiano. "De alguna de esas asambleas saldrán escaldados", refieren dirigentes afines a Sánchez.

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